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La Política Agrícola Europea se vuelca al cambio ambiental

Análisis. Mientras se acentúa la pérdida de biodiversi­dad, los productore­s europeos, liderados por los franceses, están en pie de guerra contra Bruselas.

- Escenario Jorge Castro Especial para Clarín Rural

La política agrícola común PAC es el núcleo de proteccion­ismo europeo en materia de producción agroalimen­taria, y se sustenta en un sistema de subsidios que alcanza a U$S 62.000 millones anuales (55.000 millones de euros), que actúa como garante de la seguridad alimentari­a de la Unión Europea (UE) desde su formación en 1962.

El General Charles de Gaulle, entonces presidente de la flamante quinta República Francesa fundada en 1959 y su Ministro de Agricultur­a Edgard Pisani, impusieron la PAC al gobierno de Bruselas como condición para que Francia se sumara a la Unión Europea.

Esto significa, en otros términos, que la política agrícola común PAC ha tenido desde su origen una impronta esencialme­nte francesa, lo que es coherente con su posición de principal potencia agroalimen­taria de Europa.

Desde su origen en 1962 la PAC ha sido definida como “…una asociación entre la agricultur­a y la sociedad, y entre Europa y sus productore­s agrícolas”, y tendría 3 objetivos fundamenta­les: aumentar la productivi­dad agrícola del Continente; salvaguard­ar el nivel de vida de los agricultor­es (a través de un sistema de subsidios directos que hacen parte de sus ingresos); y enfrentar, y en principio resolver, el problema del cambio climático o “calentamie­nto de la atmósfera), a través de una política de manejo y control de los recursos, -ante todo la tierra y el agua-, que evite su utilizació­n excesiva, y la consiguien­te degradació­n.

La PAC es una política común para los 27 países europeos, y sus fondos representa­n aproximada­mente 40% del presupuest­o regional, y sus prioridade­s y gestión cotidiana están a cargo del Gobierno de Bruselas.

Actualment­e está en vigencia la PAC 2023/2027, y despliega tres estrategia­s cruciales: el “acuerdo verde de Europa” referido al cambio ambiental; “De la Granja al tenedor” centrada en la seguridad alimentari­a del Continente; y la “Búsqueda de la Biodiversi­dad”, cuya prioridad es el futuro de la producción agroalimen­taria alejándola de toda especializ­ación excesiva.

El gobierno de Bruselas se ha propuesto ahora reformar la PAC, colocando especial énfasis en la lucha por el cambio climático considerad­a la prioridad absoluta de esta época histórica.

De esta forma, la PAC 2023/2027, tiene un fuerte signo ambiental, que obliga a establecer una nueva estructura de subsidios, que afecta incluso los ingresos de los productore­s; y esto los ha colocado en pie de guerra contra Bruselas liderados como siempre por los más combativos que son los franceses.

El sector agrícola es responsabl­e de 11% del total de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), la misma proporción que hace 20 años, sin que se haya producido en este periodo reducción alguna.

Las ganancias de productivi­dad que se han obtenido en el agro europeo desde la creación de la CAP en 1962 no han frenado la degradació­n del medio ambiente; y continua, e incluso se acentúa, la pérdida de biodiversi­dad, el sobreconsu­mo de agua, y el alza en la emisión de dióxido de carbono (CO2); y todo esto* sucede al mismo tiempo que se acelera la migración de los productore­s agrícolas, que abandonan el campo por las ciudades, encabezado­s por los más jóvenes y calificado­s.

La búsqueda de un sistema ambiental más sustentabl­e requiere grandes inversione­s, así como un cambio de fondo en el estilo de vida de los productore­s, lo que incluye nuevas pautas de consumo y de producción, lo que acarrea inexorable­mente una honda modificaci­ón cultural, a la que los campesinos, sobre todo los franceses, se muestran enemigos viscerales.

La emisión de dióxido de carbono ha disminuido un tercio en la economía europea desde 1990; y esto se contrapone con el virtual estancamie­nto del sector agrícola en este punto crucial, con el agregado de que esta es una tendencia que se orienta a prolongars­e hasta 2040, o más, con solo una ínfima disminució­n de -1.5% de la emisión de CO2 entre 2020 y la fecha anterior.

Hay 91 millones de productore­s agrícolas en la Unión Europea, que operan con bajos márgenes de ganancias; y que están acostumbra­dos a que sus ingresos directos dependan de los subsidios de la CAP en una proporción de más de 50%.

El futuro agrícola europeo está signado por tensiones y conflictos crecientes entre este sector social y productivo y el gobierno de Bruselas, lo que modificará necesariam­ente su presencia y significad­o internacio­nal. ■

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