Clarín - Rural

A pesar del viento de proa

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Dedicamos esta edición de Clarín Rural al tema ganadero. Mucho hemos hablado de los avances agrícolas de los últimos treinta años, cuando cuadruplic­amos la producción agrícola en volumen. Pasamos de 40 a más de 150 millones de toneladas. Que además contienen más valor, porque ahora está la soja.

Es lo que permitió que la Argentina sea viable, y no haya saltado en pedazos por la obscena impericia de los hacedores de política económica desde el despunte del siglo. Solo en granos, en estas dos décadas produjimos ¡2 mil millones de toneladas! Que generaron 600 mil millones de dólares en exportacio­nes, además de servir generosame­nte la mesa de los argentinos.

Pero silenciosa­mente se produjo una extraordin­aria epopeya ganadera, que es otro jalón de la Segunda Revolución de las Pampas. Y en buena medida es subsidiari­a del avance agrícola. Veamos.

La ganadería cedió, en este período, 10 millones de hectáreas a la agricultur­a. Y, sin embargo, logramos mantener el stock vacuno en torno a las 50 millones de cabezas. Aumento fenomenal de la productivi­dad. ¿Cómo? Esas 10 millones de hectáreas fueron apenas compensada­s con la ampliación de la frontera norte. La implantaci­ón de pasturas subtropica­les, con las especies “megatérmic­as”, permitió alojar millones de vientres. Pero no eran los mismos vientres, ni los mismos productore­s. Un espectacul­ar desarrollo genético, con la llegada de las razas sintéticas (Braford, Brangus), fue la llave maestra de la expansión.

No fue magia: hoy la Argentina lidera la genética de estas razas a nivel mundial, exportando semen, embriones y reproducto­res a toda la región. Este año tuvimos el Congreso Mundial Brangus, el año pasado la Conferenci­a Mundial Braford. Y en Riachuelo, entre la Sociedad Rural de

Corrientes y Expoagro se ha generado una exposición imperdible para todos los ganaderos de la región (Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina), la gran proveedora de carne vacuna a nivel mundial, responsabl­e de las exportacio­nes del 80% de toda la carne fina que hoy se consume en el planeta.

Eso en cría. Pero también hubo una revolución en recría y terminació­n. El aumento de la productivi­dad agrícola hizo imposible competir a la pradera con el maíz, el trigo y la soja. Durante un siglo, la ganadería servía a la agricultur­a, recomponie­ndo fertilidad en los tiempos del arado y el laboreo intensivo. Con la siembra directa eso ya no fue tan necesario. La llegada de la biotecnolo­gía y las nuevas moléculas permitiero­n terminar con las malezas perennes.

Y esto dio vuelta la taba: ahora es la agricultur­a la que sirve a la ganadería. Maíces de 100 quintales, y nuevas técnicas para aprovechar­los: el silo de planta entera, el silo de grano húmedo. En este caso, otra tecnología disruptiva donde la Argentina tiene patentes de dimensión mundial, como la moledora embolsador­a creada por el genio de Carlos Martínez en Tandil. Hemos contado algo de esta historia, pero merece un tratamient­o más profundo. Ya llegará…

En silo de maíz, la explosión fue cuando llegaron las picadoras automotric­es Claas. Las trajo el enorme innovador Hernán Pueyo, maestro rural e ingeniero agrónomo, cuando militaba en Sancor. Después se instaló la empresa directamen­te. Y nació la Cámara de Contratist­as Forrajeros, una organizaci­ón hiper profesiona­l. Recuerdo que hace más de diez años me tocó darles una charla y entre otras novedades comenté que estaba en desarrollo un nuevo procesador de granos: el “shredlage”. Molía fino y desgarraba la fibra larga, así que no había que picar tan chico. Al año, varios la trajeron como accesorio. Tiempo después, Claas compraba la tecnología.

En este proceso, explota la demanda china. Y aparece una salida comercial impensada. Con sacudones, pero sólida. Otros 3 mil millones de dólares para la canasta exportador­a. Nos agarra lanzados, aún teniendo que navegar con el viento de proa de los dislates económicos. ■

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina