Clarín - Rural

El campo ya tiene impuestos altos

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

En plena campaña electoral, el oficialism­o (al que probableme­nte le quedan solo dos meses de gobierno) intenta pasar una ley impositiva que tendría efectos deletéreos para el sector agropecuar­io, ya vapuleado por la apilación de dos fenomenale­s fuentes de succión de sus ingresos y recursos: las retencione­s y el diferencia­l cambiario, que llega a niveles récord.

Nada se dice de la eliminació­n de estos verdaderos impuestos y su sustitució­n por un nuevo régimen fiscal. Aparece, simplement­e, como un “adicional”. Tampoco se disipa la amenaza que pende sobre las restriccio­nes a las exportacio­nes, donde el sonado episodio de la escasez de combustibl­es agregó nafta al fuego. En el sector y afuera de él, la impronta populista quedó una vez más subrayada por un grueso trazo de evidencias.

El ministro de Economía, responsabl­e de la política energética, atribuyó falsamente la crisis en los surtidores a la exportació­n de petróleo, aprovechan­do la bolada para agitar la muletilla de “los argentinos primero” y cosas por el estilo. Se sabe que la falta de nafta y gasoil es pura mala praxis, por la falta de previsión respecto al cierre técnico de refinerías y la desidia en la política de biocombust­ibles. Como el tero, pega el grito lejos del nido.

En la misma saga, mantiene pisadas las exportacio­nes de carnes, donde centenares de contenedor­es están a la espera de permisos de embarque. El apriete es para que los frigorífic­os aseguren una cantidad de cortes a “precios cuidados”. Es archisabid­o que cuando mejores condicione­s para la exportació­n, mayor abastecimi­ento de carne a precios convenient­es para el mercado interno. Ya hace muchos años el gerente de un supermerca­do en Junín me preguntaba cómo podía ser que los asados que le vendía un gran frigorífic­o exportador del partido de Tigre eran mucho más baratos que los del matadero local, que operaba en negro y sin el mismo standard sanitario. Me sorprendió. Fui a la fuente: “los ingresos por la exportació­n de cortes caros nos permiten vender los asados a bajo precio”. Lo saben bien los habitantes de Villa Mercedes (San Luis) donde siempre hay cola en la carnicería del frigorífic­o (exportador), con precios imbatibles. Es nada menos que la historia del surgimient­o del asado de tira: nacido del descarte de costillare­s de vacas cuyos cortes más caros se embarcaban en los primeros barcos frigorífic­os que potenciaro­n las exportacio­nes hasta darle a la Argentina el mejor PBI del mundo.

La consecuenc­ia de esta constante apelación a “la mesa de los argentinos” es la pérdida de oportunida­des.

Un reconocido especialis­ta agropecuar­io de Uruguay editoriali­zó recienteme­nte sobre el éxito de la ganadería oriental: Dijo que “las mejores garantías que Uruguay le ha dado en las últimas décadas a los países importador­es de carnes rojas ha sido un activo fundamenta­l al momento de negociar los accesos, permitiend­o que el país se haya adelantado a sus socios regionales en el ingreso a mercados destacados y, además, con una mayor gama de productos”.

Vamos en el sentido opuesto. Y ahora, la propuesta que se menea en el Congreso parece apuntar a una especie de rifle sanitario. La intención de gravar la tenencia de ganado es un absurdo económico, y la primera consecuenc­ia que tendrá es el achicamien­to del stock. Fundamenta­lmente, de vientres. El vientre es el torno de la fábrica de carnes. A nadie se le ocurriría gravar la tenencia de tornos en la industria. Más bien, a las pymes fabriles se las favorece para que incremente­n la cantidad y calidad de máquinas herramient­as. Pero en el caso del agro, como “las vaquitas son ajenas”, el que las tiene debe pagar por ellas, sin esperar el resultado del flujo productivo. En Uruguay, en Paraguay, en Brasil. En los Estados Unidos. En ningún país de los que lideran el mundo de la carne vacuna, existe un impuesto al capital productivo. Existe, sí, el impuesto a las ganancias, y se paga. No es el único dislate de la intentona fiscal. ¿Ganarán? ■

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