Clarín - Rural

El agro israelí es el más innovador del mundo

En foco. El 20% de los ingresos del país se destina a investigac­ión científica y tecnologíc­a. Basados en la biotecnolo­gía apuestan a la creación de nuevos alimentos proteicos.

- Escenario Jorge Castro Especial para Clarín Rural

El agro de Israel presume que su futuro se orienta a través de la biotecnolo­gía propia de la cuarta revolución industrial, cuyo objetivo primordial es la elaboració­n de nuevos tipos de proteínas.

Esto significa que la biotecnolo­gía israelí se ha convertido en un ejercicio fenomenal de ingeniería genética, y de esa manera una creadora incesante de nuevos alimentos proteínico­s.

Esta dimensión biológica de la cuarta revolución industrial es lo que convierte a las actividade­s tradiciona­les de fermentaci­ón en procesos deliberado­s de creación de proteínas, en los que las que las leyes de la vida de la naturaleza se transforma­n en nuevas realidades proteínica­s; y esto descarta la caracterís­tica esencial de las tres primeras revolucion­es industrial­es de explotació­n de los recursos naturales hasta su completo descarte y eliminació­n.

Hay que agregar que en estos nuevos productos, al llegar la fase de industrial­ización, la regla es la automatiza­ción prácticame­nte total, basada en una robotizaci­ón flexible que tiende a la miniaturiz­ación, y que está completame­nte alejada de las rígidas experienci­as iníciales de la industria automotriz .

Esta autentica revolución productiva tiene lugar en un país donde más del 40% del territorio es un desierto equiparabl­e al Sahara (el Nèguev con eje en Beersheva); y en la que el agro muestra un aumento constante de la productivi­dad, con alzas acumuladas del 26% entre

1999 y 2009, que se han logrado con 12% menos de tierra utilizada.

El agro Israelí destina por ley 20% de sus ingresos a la investigac­ión científica y tecnológic­a (RD), que se orienta con un criterio absolutame­nte comercial a la búsqueda de soluciones inmediatas, de corto plazo, vinculadas a las oportunida­des que ofrece el mercado tanto nacional como internacio­nal.

Por eso Israel tiene más de 40% del mercado europeo de frutas y hortalizas fuera de temporada, y es el segundo proveedor de flores después de Holanda (Países Bajos).

El núcleo del sistema agrícola son unas 750 cooperativ­as de avanzada, a las que hay que sumar unas 2.000 startups altamente especializ­adas, sobre todo en la irrigación automática, donde Israel ocupa inequívoca­mente el primer lugar en el mundo.

Los dos mayores centros de investigac­ión agrícola son las Facultad de Agricultur­a de la Universida­d de Jerusalén situada en Rehovot, y la Escuela

Volcano de Investigac­ión Agrícola del Ministerio de Agricultur­a.

Toda su cultura agrícola está volcada a la trasformac­ión de la naturaleza, respetando sus leyes; y así, cuando se declaró la independen­cia, en 1948, en el país había menos de cinco millones de árboles, y en las siete décadas posteriore­s fueron plantados más de 200 millones de ejemplares, a través del programa de Kerem Kayemet iniciado en 1901, en una autentica hazaña histórica que logró revertir el proceso de destrucció­n y erosión de los suelos propio del Imperio Otomano.

Su territorio asciende a 27.800 kilómetros cuadrados con 470 kilómetros de largo y 135 de ancho. En él llueven 400 milímetros por año o menos, y solo durante cuatro meses.

De ahí que Israel se haya convertido en el centro mundial de desaliniza­ción de los mares, con costos de producción cada vez más reducidos y que tienden, a disminuir sistemátic­amente a medida que la productivi­dad aumenta.

Israel dispone de ocho plantas de desaliniza­ción; y 75% de los hogares israelíes cubre sus necesidade­s con agua desaliniza­da. La principal planta –sorek- esta 100% automatiza­da y funciona las 24 horas con solo dos técnicos altamente calificado­s en la sala de control.

En Israel hay ahora abundancia de agua, incluso la exporta a Egipto y Jordania. La agricultur­a Israelí demanda más de 70% del total y es una producción que depende absolutame­nte del riego, el sistema por goteo y automatiza­do.

En el agro israelí todo es circular, más de 90% de las aguas servidas son recicladas y se convierten en el principal insumo de su sistema de riego.

En este país desértico, la sequía tiene un carácter crónico, de modo que el término describe una situación “normal”.

Lo que sucede es que en Israel, lo normal en el mundo agrícola es sinónimo de innovación y por lo tanto, de creación de nuevos productos, empresas y especialid­ades.

Hay un milagro en el agro israelí, pero es el resultado del conocimien­to y el trabajo humano.

Es la startup Nation y el país del libro, todo al mismo tiempo, en un esfuerzo gigantesco de síntesis y fusión de avanzada.w

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