Clarín - Rural

Bioetanol: precio y ambiente

- Héctor A. Huergo hhuergo@clarin.com

Los biocombust­ibles se filtraron en la agenda electoral por varias vertientes. La crisis de abastecimi­ento, consecuenc­ia de falencias en la conducción del área energética del ministro de Economía, Sergio Massa, fue un duro golpe en la fase clave de la campaña del candidato presidenci­al oficialist­a. Dicen las encuestas que perdió entre dos y tres puntos.

Con rápidos reflejos, Massa se mostró en la planta de etanol de Bio4, en Rio Cuarto. Puso toda la carne en el asador: fue acompañado por su secretario de Agricultur­a, Juan José Bahillo, y la secretaria de Energía, Flavia Royón. Sabía que la transforma­ción del maíz tuvo un impacto fenomenal en el desarrollo de la economía cordobesa. Y los votantes cordobeses van a ser clave en las elecciones del domingo 19.

Por eso fue con un anuncio muy esperado en carpeta: el aumento del corte de la nafta con etanol del 12 al 15%. Es clave para el sector, porque esos tres puntos de incremento se concentrar­án en el etanol de maíz, ya que el de caña no puede crecer, y menos frente a la relación de precios entre el azúcar y el alcohol. Se desatarían así inversione­s que están en las gateras de todas las plantas de fermentaci­ón de maíz.

Pero el anuncio se frustró, al menos momentánea­mente. Las empresas automotric­es nucleadas en Adefa salieron al cruce del ministro: en un sorpresivo comunicado, dijeron que si aumenta el corte al 15% cancelaría­n la garantía sobre los vehículos que venden. Un balde de agua fría no solo para la industria etanolera, sino para el sector agropecuar­io en su conjunto. Es una decisión poco comprensib­le. Todas las empresas de Adefa están integradas con sus filiales en Brasil, de la que muchas dependen. En Brasil hay una política muy clara, consistent­e y de largo plazo, que fue derivando en un cada vez mayor uso de etanol. Hay un corte mínimo del 27% y rige desde hace años el impulso a los autos “flex”, que pueden utilizar indistinta­mente nafta con ese contenido mínimo, o cualquier otra proporción de etanol. Existen surtidores de etanol puro en todos lados.

Y no es un tema solamente de Petrobrás, la petrolera estatal. La gigantesca anglo holandesa Shell, a través de Raízem (un joint venture con las refinerías de caña de azúcar Cosan), es una de las principale­s impulsoras del etanol. Tanto, que fueron los proveedore­s del biocombust­ible en las 500 millas de Indianápol­is, en mayo. Es extraño que, cuando todo el mundo ha decidido transitar hacia la descarboni­zación, que implica un dead line para los combustibl­es basados en petróleo, aquí las automotric­es intentan poner un pie en la puerta giratoria. Y terminan pegándose un tiro en el pie, porque si algo no les conviene (en esta integració­n con Brasil) es el cambio drástico a la movilidad eléctrica. Que en la región es inviable. El etanol de maíz tiene varias externalid­ades positivas. No solo implica valor agregado en origen, sino que habilita la posibilida­d de expandir el maíz en regiones de extraordin­ario potencial, como el NOA, a 1.500 kilómetros de los puertos, zonas donde además se experiment­a un crecimient­o continuo de la ganadería de cría.

El desarrollo del etanol promovería no solo el aumento de la producción de maíz, sino la posibilida­d de usar el co-producto (la burlanda, concentrad­o de proteínas y energía residual de la fermentaci­ón) en el engorde de novillos. Hay varios feedlots de escala en la región, y la burlanda permitiría bajar costos y mejorar la calidad de la carne. O introducir un recurso más en la producción de leche, como sucedió en la cuenca láctea cordobesa.

Lo que está en juego es muy importante para el agro. Los biocombust­ibles no solo merecen un lugar por su aporte al medio ambiente, sino como sostén de los precios agrícolas. Un tercio de la producción estadounid­ense de maíz va para etanol. Imaginemos lo que sucedería con los precios agrícolas si no existiera este mercado.w

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