China intenta aumentar la producción de soja doméstica
La autosuficiencia alimentaria es la prioridad absoluta para la República Popular, que cuenta con 280 millones de pequeños productores.
China tiene por ley la obligación de destinar no menos de 120 millones de hectáreas cultivables para la producción agroalimentaria con el objetivo de asegurar la autosuficiencia en materia de alimentos para su población de 1.440 millones de habitantes. Este objetivo supremo ha sido esencialmente logrado en la República Popular, al punto de que China obtuvo el año pasado una autosuficiencia de 98.3% en la provisión de arroz y de 96.8% en la del tri-* go. Por eso la cosecha de granos en 2022 ascendió a 658 millones de toneladas, un nivel récord en la historia de la República Popular, con el agregado de que fue el décimo año consecutivo en el que alcanzó una pauta similar.
Sin embargo, hay una producción esencial para la alimentación de su población animal, que es la soja, en la que China depende fundamentalmente del exterior.
La República Popular es la principal productora y consumidora de carne porcina del mundo, y cuenta con una ganadería integrada por más de 400 millones de cabezas, lo que implica que el consumo de carne porcina ascendió el año pasado a 57 kgs per cápita; y todo esto depende de la soja importada de Brasil y EE.UU. Esto hizo que el año pasado importara más de 100 millones de toneladas de soja, que es el nivel en que se ha mantenido en los 5 años previos.
De ahí que este año, la República Popular decidiera aumentar su producción doméstica de soja, con el objetivo evidente de disminuir su dependencia del exterior.
La producción de soja de la República Popular ascendió a 17 millones de toneladas en 2022; y esto para satisfacer una demanda de más de 90 millones de toneladas; y esto lo hace, con costos internos que son superiores en 1/3 a los norteamericanos, que a su vez son mayores en una vez y media que los del Cerrado brasileño.
En síntesis, la producción domésticadesojatienecostosmuysuperiores a los de sus competidores estadounidenses y brasileños, y al mismo tiempo sus rendimientos son 60% inferiores a los norteamericanos. Además, y esto es lo verdaderamente crítico, China tuvo que ampliar el año pasado su superficie labrada en 170.000 hectáreas para poder cumplir con los objetivos de producción de soja doméstica que se había señalado. Esto obligó a clausurar múltiples actividades productivas de carácter urbano, cuyas tierras debieron ser utilizadas para la soja doméstica, y garantizar de esa forma la absolutamente prioritaria seguridad alimentaria de su población.
Esta ampliación obligó al presidente Xi Jinping a intervenir para mantener el carácter final de las 120 millones de hectáreas destinadas a la producción de agroalimentos. Significa que la única alternativa que tiene China ahora para disminuir las importaciones de soja es aumentar la eficacia productiva y el nivel de rendimientos de su producción doméstica.
Después de varios intentos fallidos, China no ha logrado hasta ahora optar definitivamente por la utilización masiva y a escala nacional de las semillas genéticamente modificadas (GM), debido a la resistencia del mercado y a las características estructurales de su campesinado, integrado por unos 280 millones de pequeños productores cuyas unidades de producción tienen una superficie promedio de 0.5 hectáreas cada una.
Además, en los últimos 30 años ha tenido lugar un éxodo masivo de la juventud campesina que ha migrado del campo a las ciudades, en busca de trabajos urbanos.
Por eso el promedio de edad de los productores chinos supera los 60 años, lo que se convierte en un obstáculo significativo para la innovación.w