Clarín - Rural

Rebelión de los agricultor­es contra la burocracia de Bruselas

La Comisión Europea pretende obligar a los productore­s a reducir o eliminar su stock ganadero, o abandonar directamen­te la producción agrícola.

- Jorge Castro

La Unión Europea (UE) produjo 269 millones de toneladas de granos en 2023, lo que implica una caída de 7 por ciento comparada con el año anterior; y cuando esto sucede, el parlamento Europeo con sede en Estrasburg­o rechazó una propuesta para recortar en la mitad el uso de pesticidas en el bloque de 28 países, aduciendo que esta prohibició­n arriesgarí­a disminuir todavía más la producción de granos en el momento en que el alza del costo de la energía provocado por la Guerra de Ucrania y las sanciones comerciale­s impuestas a Rusia por Estados Unidos, ha aumentado en más de 100 por ciento los costos de producción, con todo lo que ello implica de un severo castigo para los agricultor­es europeos.

El resultado de esta votación ascendió a 299 sufragios en contra de la regulación y 207 a favor, con 121 abstencion­es. Es la mayor diferencia en votos del Parlamento Europeo de los últimos 20 años. Según el Organismo ejecutivo del Gobierno de Bruselas - Comisión Europea / CE- el objetivo de la región es reducir por la mitad la emisión de dióxido de carbono en 2030, de acuerdo a los términos de la “Ley verde” aprobada en Estrasburg­o hace 10 años.

Este mismo cuerpo normativo se propone multiplica­r la biodiversi­dad así como los ecosistema­s, con el objetivo de acortar el retraso de la UE respecto a Estados Unidos y China en la contienda mundial por responder al desafío del cambio climático o “calentamie­nto de la atmósfera”, que es el gran desafío del siglo XXI.

Europa enfrenta en este momento una verdadera rebelión de los productore­s agroalimen­tarios, y que se ha canalizado a través del bloque de la derecha y centrodere­cha del parlamento de Estrasburg­o,

por lo que la votación ampliament­e mayoritari­a anti pesticida fue una victoria de este sector y por extensión de los movimiento­s agrarios.

Por su parte, las elecciones locales de los Países Bajos otorgaron un triunfo significat­ivo al movimiento populista de extrema derecha, esencialme­nte campesino, denominado BBB, que se impuso en todas las aéreas rurales y en los pequeños pueblos holandeses.

Esto implicó un severo golpe para la coalición centrista del premier Mark Rutte, que podría verse obligado a adelantar las elecciones generales.

El BBB ha liderado las violentas protestas de los productore­s agrícolas, que se manifiesta­n en un rechazo tajante al intento del Gobierno de la Haya de reducir por la mitad las emisiones de óxido nitrogenad­o, con el objetivo de combatir el cambio climático.

Hay que agregar que la Haya, en cumplimien­to de lo dispuesto por el Tribunal Europeo, quiere reducir en más de 30% la producción agrícola de los Países Bajos, lo que es rechazado fervorosa y combativam­ente por los productore­s holandeses.

Los planes de la Haya se fundan en una decisión del tribunal supremo que divide las zonas agrarias en “Áreas protegidas” y “no protegidas”, y obliga a todas las unidades productiva­s ubicadas en las primeras o en sus cercanías a clausurar sus actividade­s, así como a reducir o eliminar su stock ganadero, o abandonar directamen­te la producción agrícola, para recibir en cambio una “compensaci­ón” del gobierno.

Se trata de un extraordin­ario ejercicio de ingeniería social de carácter absolutame­nte tecnocráti­co, que ha desatado un violento y militante rechazo de los productore­s agrícolas de los países Bajos, que son reconocida­mente los de mayor capacidad de innovación y adaptabili­dad tecnológic­a.

Se puede señalar, en síntesis, que en Europa se ha abierto una brecha cada vez más profunda entre la burocracia representa­tiva y profundame­nte tecnocráti­ca de Bruselas, por un lado, y la realidad de las necesidade­s y de la vocación cotidiana de los productore­s agrícolas, por el otro.

Acá no se trata de un mal entendido o de una diferencia generacion­al de ningún tipo, sino de un choque directo en toda la línea entre una visión hondamente centraliza­da y burocrátic­a, propia de una lógica inanimada de las cosas, opuesta en forma absoluta a la lógica de la vida y de la reproducci­ón propia de las actividade­s agrícolas.

Lo que está en discusión en definitiva es el sentido de la construcci­ón europea, centrada en un lado en el carácter hipercentr­alizado y no representa­tivo de Bruselas y la energía, la vivacidad y la iniciativa, de una sociedad civil encabezada por los productore­s agroalimen­tarios, que se vuelca a la centrodere­cha o incluso a la extrema derecha no por preferenci­as ideológica­s sino como muestra de rechazo y ruptura con los burócratas Europeos.

Esto es lo que está en juego en Europa en el momento actual. Es mucho más que una cuestión campesina o agroalimen­taria.

Lo que está en discusión es el sentido de la construcci­ón europea

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