Clarín - Rural

Triple campeón mundial: el cabañero que bate récords

En una zona árida, produce la mejor genética bovina junto a sus tres hijos y no para de cosechar cucardas. Cuál es el secreto para mantenerse en el podio.

- Kitty Vaquero

En el árido noroeste cordobés, muy cerca de las Salinas Grandes, se esconde una usina de campeones. Allí, en Quilino, la cabaña El Porvenir de la familia Orodá deslumbra con los mejores reproducto­res Brangus de la Argentina y el mundo. En los últimos años se alzaron con tres máximas estrellas internacio­nales: Campeón Mundial Hembra en 2014, Campeón Mundial Hembra en 2021 y Campeón Mundial Macho en diciembre de 2023 con Mateo, el toro Gran Campeón de la Exposición Rural de Palermo el año pasado.

Además, todos los animales que la cabaña presentó en el mundial de la raza que tuvo lugar en abril en Corrientes, llegaron a la final y los Orodá se quedaron con el Reservado Gran Campeón Macho y el Gran Campeón Ternera con la pequeña

Cecilia.

A fines de 2023, El Porvenir recibió por noveno año consecutiv­o el Premio al Mérito, una distinción que se obtiene tras haber sacado los dos mejores puestos en cinco competenci­as de alto nivel con distintos animales. También se llevó numerosas cucardas en exposicion­es locales y un ejemplar surgido de un embrión propio se quedó con el título de Gran Campeón en la exposición El Prado de Uruguay.

“Estos logros son fruto de un gran trabajo en equipo, estamos todos muy abocados a la cabaña, más que trabajo es una pasión, toda la familia está inmersa en ella, y gracias a Dios los resultados se nos vienen dando”, dice Walter Orodá (66), ingeniero agrónomo y fundador de El Porvenir. Él y sus tres hijos, Elías, Pablo y Sofía, a fuerza de conocimien­to, dedicación plena y amor por sus animales y la genética bovina, lograron llegar a jugar en las grandes ligas de la raza Brangus, y obtener una y otra vez los títulos mayores.

La historia. Walter lleva el amor por la producción agropecuar­ia en la sangre. Su padre, Luis Orodá, era un “fanático de la ganadería” y se dedicaba al Angus en una zona semiárida del norte cordobés.

Luego de recibirse de ingeniero agrónomo, con tan solo 21 años, Walter comenzó a asesorar a productore­s y de a poco fue comprando vacas Angus a modo de ahorro. Las criaba en un campo arrendado en una región que con la siembra directa se transformó en agrícola, por eso, decidió llevarse parte de los animales hacia un campo propio en Quilino, un territorio árido, donde apenas llueve 400 milímetros al año, donde empezó a absorber el rodeo con Brangus, una raza más adaptada a esas condicione­s ambientale­s.

“Yo tengo el corazón ganadero y siempre fui un fanático de la genética, me gustaba medir los resultados productivo­s y mejorar día a día. Era miembro del grupo CREA y mis colegas siempre admiraban los tipos de animales que producía. En una reunión en mi campo me dijeron que con mi rodeo tenía para armar una cabaña. Y como mi corazón también era de cabañero, ese fue el punto de inicio para inscribir las primeras vacas como rodeo base Brangus en 2008”, repasa Walter.

Así nació El Porvenir, y los tres hijos de Walter también “se fanatizaro­n” con la cabaña. “Todos terminaron sus estudios universita­rios y decidieron volverse al campo a trabajar juntos; todos miran, proyectan y se reflejan en la cabaña,”, cuenta el productor. Los cuatro conforman un equipo que funciona de manera muy aceitada, siempre apuntando a la excelencia: Pablo, es veterinari­o; Elías, ingeniero agrónomo y Sofía, contadora con alma rural.

Con el transcurso del tiempo empezaron a participar de los campeonato­s. “Nos gusta la competenci­a porque nos muestra en qué lugar estamos, si avanzamos, si no avanzamos, es una pasión”, afirma Walter.

La clave. Ser cabañero es, además de una pasión, un trabajo que exige ser muy profesiona­l pero también tiene mucho de artesanal. “Lograr un Gran Campeón no es una casualidad, es una consecuenc­ia de apostar a varias líneas de sangre, a asesorarno­s en genética, a desarrolla­r nuestras propias líneas. Desde hace cuatro años el manejo de la genética la hace Pablo (su hijo veterinari­o) así que todos estos animales que vienen surgiendo en los últimos años, en cuanto a combinacio­nes y resultados, son generados por él”, destaca Walter.

Cada uno de los Orodá desempeña sus actividade­s dentro de la cabaña para que todo funcione a la perfección. “Nos ayudamos y ponemos todo nuestro empeño para que las cosas salgan bien. Tratamos de no dejar nada al azar y por ahí eso nos da un plus con respecto a nuestros competidor­es, porque te diría que es un trabajo muy personal el nuestro, si bien delegamos

La cabaña El Porvenir recibió por noveno año consecutiv­o el Premio al Mérito Brangus.

en el personal, nosotros estamos todos los días encima, estamos presentes permanente­mente y en cada detalle”, remarca el ingeniero.

Cuando nacen las camadas de embriones, todos están ahí, observando atentament­e. “Vemos si se cumplió lo que proyectamo­s en nuestra mente y si a lo que está naciendo le vemos futuro, si tenemos que cambiar, te diría que es una obsesión”, reconoce Walter.

El secreto. Los Orodá llevan una gran cosecha de cucardas. Pero, ¿cuál es el secreto para llegar a tener un gran campeón y un campeón mundial? “Es difícil la pregunta, pero creo que apunta fundamenta­lmente a tener buenas madres y nosotros tenemos un plantel de donantes que realmente son impactante­s”, señala Walter.

“El tema es combinarlo con los machos ideales para que se vean los resultados de la producción. No siempre uno más uno es dos, esto no es matemático, a veces tenemos errores en las combinacio­nes, pero no paramos de hacer combinacio­nes continuame­nte, cuando vemos que no funciona con una ya empezamos a probar con otras alternativ­as y por supuesto las que siempre dan buenos resultados tratamos de repetirlas pero no al máximo, si no ya quedaríamo­s inmersos en una sola línea de sangre”, explica el cabañero.

Actualment­e, la multiplica­ción más rápida que tienen a mano es la transferen­cia embrionari­a, que agiliza los tiempos y permite utilizar los animales a menor edad y lograr mayor cantidad de descendien­tes al año. “Usamos mucho las aspiracion­es de las donantes y las combinacio­nes con distintos padres. Eso nos da la opción de que a cada donante la podemos probar en un año con muchos toros y ver realmente su descendenc­ia y en qué se destaca o en qué debemos mejorar, el hecho de que en un año podamos tener 40 o 50 crías de una vaca facilita mucho el trabajo de los cabañeros”, cuenta Walter.

En El Porvenir tienen un plantel base de 50 vacas donantes que, en promedio, tienen 12 crías por año cada una. “También probamos mucho todas nuestras generacion­es más nuevas. Ya cuando son terneras empezamos a aspirarlas, al año de edad o 15 meses, y ya empezamos a tener combinacio­nes de esos animales nuevos y ver sus crías”, detalla el cabañero. De igual manera proceden con los toros que se destacan de terneros. “Cuando producen semen ya lo usamos para las transferen­cias embrionari­as, es decir, hacemos extracción, congelamer­o mos su semen”, indica.

Por otra parte, la cabaña tiene un rodeo de 600 madres de las cuales obtienen animales destacados, parte de ellos por inseminaci­ón artificial, y parte mediante la implantaci­ón de más de 1000 embriones en el año, lo que significa unos 350 nacimiento­s que son el corazón de la genética de la cabaña y es lo que venden en remates y exposicion­es.

El negocio. El Porvenir organiza dos remates, uno de hembras de élite dirigido a cabañas y otro donde presentan 80 toros y 100 hembras, que apunta más a criadores comerciale­s. También venden toros de alta genética a centros de inseminaci­ón.

Dentro de Argentina no comerciali­zan embriones pero sí lo hacen fuera el país. “Hemos exportado animales, al principio lo hacíamos con Paraguay y ahora tenemos muchos socios brasileros que desde hace más de un año han empezado a venir frecuentem­ente a la cabaña, y también a Uruguay”, cuenta Walter.

Consultado sobre la rentabilid­ad de las cabañas bovinas, Walter aclara que si se analiza numéricame­nte es buen negocio, ya que el valor de un animal de alta genética es muy superior al de uno común, no obstante se vende una menor cantidad de animales. Sin embargo, el problema reside en los plazos de pago: “Este país no es estable y se vende todo financiado, y lo que hemos financiado a 90 días, con todos los cambios que hubo este año, resultó que en el momento de la cobranza el valor estaba totalmente depreciado”, explica el empresario.

De cualquier manera, los promedios de precios que obtuvieron en los remates fueron muy buenos en el contexto nacional. Por caso, el valor de un toro en un remate equivale aproximada­mente al valor de 7 u 8 novillos, y el de una hembra a más de 10 vaquillona­s. Y El Porvenir logró un promedio de 2700 kilos de novillo por toro.

El camino del campeón. Después de resultar Gran Campeón en la tradiciona­l Exposición de Palermo, el toro Mateo se coronó campeón de Sudamérica, superando a los Grandes Campeones de Brasil, Colombia, Paraguay y Uruguay. Luego se enfrentó al ganador de la zona Norteaméri­ca que surge de la competenci­a entre Estados Unidos y México, y también triunfó. Finalmente, tras vencer a los ejemplares núuno de África y Asia, Mateo fue elegido Campeón Mundial de la raza Brangus en diciembre. “Fue impresiona­nte, además, la competició­n este año fue muy, muy fuerte. Entonces, nos reconforta mucho más en función de los competidor­es que había”, expresa Walter.

Según el cabañero, actualment­e la mejor genética de la raza está en Argentina. “Hasta hace seis o siete años atrás teníamos la mirada puesta en Estados Unidos, pero creo que ahora la situación es inversa. Hoy, en el mundo, creo que el mejor Brangus lo tenemos acá. Todos los países que nos rodean y también de otros continente­s están apuntando a llevar genética de nuestro país”, asegura.

El éxito mayor. Los Orodá ha llegado a lo más alto de la genética bovina de la raza Brangus pero tal como expresa Walter, “lo más difícil es mantenerse” porque es un ambiente muy competitiv­o.

“Hasta que uno no compite, nunca sabe en qué situación está. Este año, en el mundial, todos nuestros animales -y estuvimos con veinte y pico- llegaron a la final. Eso generó que nuestros colegas y nuestros clientes comentaran mucho el tema y fue en beneficio de nuestro trabajo”, celebra Walter.

En el inicio del año, en El Porvenir ya están preparando animales para el primer gran evento de 2024, la competenci­a Nacional de Brangus que será a fines de mayo de la que participan entre 500 y 600 reproducto­res. Después vendrá Palermo y más tarde ExpoBra, dentro de las exposicion­es más destacadas del circuito nacional. “Hay que pensar un año antes, más o menos, lo que vas a llevar. Hay que planificar las preñeces, planificar los nacimiento­s de los animales para que no te vayan a caer el día que tengas que estar viajando a un evento, son un montón de cosas en función de la fecha de cada exposición”, enumera el cabañero.

Cuando piensa acerca de lo que han logrado en familia y lo que han compartido en cada competenci­a, Walter se emociona. “Es indescript­ible, es un ambiente donde convivimos varios días en cada exposición y somos amigos de todos los cabañeros, pero bueno, yo tengo que decir que soy más afortunado por el hecho de que están mis hijos allí, en cada evento, acompañánd­o, ayudando, trabajando”, manifiesta. “Todo lo hacemos con pasión y gracias a Dios los resultados se ven. El 2023 superó nuestras expectativ­as, vamos a ver como sigue este año, pero las ganas están intactas”, subraya Walter.w

Cuentan con un plantel de 50 vacas donantes de élite y 600 madres.

“Hoy, el mejor Brangus del mundo lo tenemos acá, en Argentina”

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Orodá. El apellido ya es sinónimo de excelencia en reproducto­res de la raza bovina Brangus a nivel nacional e internacio­nal.
 ?? ?? Mateo. El toro Gran Campeón de Palermo que con menos de dos años triunfó en el campeonato del mundo.
Mateo. El toro Gran Campeón de Palermo que con menos de dos años triunfó en el campeonato del mundo.
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Walter. Un fanático de la ganadería y la genética que se lleva todas las cucardas por su cabaña y su familia.

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