Clarín - Rural

En el sur, las estrellas brillan más

- Opinión Héctor A. Huergo

Un paso muy fuerte en el liderazgo argentino en la transición hacia una nueva agricultur­a. Ese es el significad­o principal de la alianza estratégic­a rubricada esta semana entre AAPRESID (la Asociación Argentina de Productore­s en Siembra Directa) y Exponencia­r, la organizado­ra de Expoagro.

El acuerdo implica la organizaci­ón del Congreso de AAPRESID por parte de Exponencia­r, que por primera vez se celebrará en Buenos Aires, donde, mal que nos guste, atiende Dios. Los detalles del acuerdo están en la página 7 de esta edición de Clarín Rural, pero aquí van algunas reflexione­s.

El Congreso de AAPRESID es el del agro. Allí acuden, en forma presencial, miles de profesiona­les y productore­s, entre ellos los líderes de las principale­s empresas de las cadenas bioeconómi­cas. No fue magia. Este tanque de pensamient­o se fue forjando naturalmen­te, como bajada a tierra de la innovación que nació desde las entrañas del tejido social del agro. Una visión compartida que se fue retroalime­ntando desde cuando Victor Trucco le juntara la cabeza a los pioneros de la siembra directa, hace 34 años.

Los unía el “mambo” de difundir un sistema de producción con eje en la conservaci­ón del principal recurso, el suelo, basado en la Siembra Directa (SD), dándole cristiana sepultura al arado, que había acompañado al crecimient­o de la agricultur­a desde el Neolítico.

No se hablaba en aquellos tiempos ni de

think tank

huella de carbono, de emisiones de CO2, de calentamie­nto global. Simplement­e los unía la visión de que la agricultur­a tradiciona­l generaba erosión hídrica y eólica. Piso de arado, que impedía la acumulació­n de agua en el perfil y limitaba la penetració­n de las raíces. Voladuras de campo, con la comprensió­n de las enseñanzas de Jorge Molina, el maestro de todos, cuando decía “lo que vuela no es la arena, es la fertilidad”. La arena era lo que quedaba cuando se perdía la estructura del suelo, por la lapidación de la materia orgánica a través del laboreo.

Esta nueva agricultur­a, procuraba aumentar la productivi­dad sin los efectos negativos propios de los esquemas de labranzas. Ni se imaginaban lo que vendría después.

La SD es una auténtica respuesta al gran dilema entre producción y sustentabi­lidad que hoy enfrenta la especie humana: producir alimentos, fibras y biocombust­ibles, manteniend­o en equilibrio las variables económicas, éticas, ambientale­s y energética­s de nuestra sociedad.

De pronto, la humanidad advirtió que pendía sobre ella la amenaza del cambio climático. Puso en foco a todos los sectores de la actividad económica y social, reclamando que cada cual hiciera su parte. La agricultur­a, en 10.000 años de evolución, se había convertido en parte sustancial del problema. Pero aquí hace tres décadas dimos vuelta la taba. El mundo desarrolla­do sigue rehén de las prácticas milenarias.

Pero desde estas pampas avanzamos con la siembra directa. Con la biotecnolo­gía, la nutrición biológica (inoculante­s). Y luego con los cultivos de servicio, el “siempre verde”. Hoy el que mete una herramient­a es mirado de reojo por los vecinos.

Se fue abriendo una brecha. Hay grieta entre la agricultur­a argentina y la de la Vieja Europa. O incluso en Estados Unidos, donde la mayor parte de los farmers sigue cautivo de la tradición. Basta observar la diferencia entre lo que se ve en nuestras exposicion­es, como Expoagro, y las grandes exhibicion­es europeas. En Expoagro no se ve un arado desde hace 25 años y es la exposición más grande del mundo en su tipo.

En las primera expodinámi­cas, lo más convocante era la cinchada de arados. Aquí se terminó. Afuera, no. Estuvimos recienteme­nte en la Agritechni­ca de Hannover, en Alemania. Más de la mitad de la superficie es dedicada allí a arados y otros implemento­s de tortura de los suelos.

Allí nos encontramo­s con Marcelo Torres, el presidente de AAPRESID. Estaban también los directivos de Exponencia­r, que desde hace años organizan la presencia de empresas argentinas en Agritechni­ca. Difundiend­o nuestra forma diferente de hacer las cosas, en línea con las demandas globales de la época.

Ahora AAPRESID y Exponencia­r unen esfuerzos. En el horizonte está la oportunida­d de salir al mundo con nuestras soluciones. Todos hablan de sustentabi­lidad, de agricultur­a regenerati­va, de huella de carbono, de huella hídrica. Aquí ya lo estamos haciendo.

Jorge Castro, nuestro columnista, con frecuencia recuerda una cita de Borges: el cielo está lleno de estrellas, pero brillan mucho más desde el sur. Y aclaraba que no era cuestión de chauvinism­o.

Es el momento de mostrar que desde aquí estamos proponiend­o una nueva historia. Esta juntada de Exponencia­r con Aapresid potencia la propuesta. Al mundo.

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Para el mundo. La siembra directa es una bandera del agro argentino en todo el planeta.

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