Clarín - Rural

La prioridad para China es el despliegue de las semillas GM

La República Popular prioriza la seguridad alimentari­a y desde 2022 cuenta con una ley de semillas que protege la propiedad intelectua­l.

- Escenario Jorge Castro

Hay una nueva “Ley de Semillas” en la República Popular sancionada en marzo de 2022, por la ASAMBLEA Nacional Y Popular, y que está en pleno periodo de ejecución, lo que significa que se aplica sin restriccio­nes de ningún tipo en los 120 millones de hectáreas que China dedica en forma exclusiva a la producción agroalimen­taria, y a la que otorga una prioridad absoluta sobre cualquier tipo de desarrollo urbano, o de actividad industrial o manufactur­era.

La Ley de Semillas se funda en el principio de la defensa irrestrict­a de la propiedad intelectua­l tanto nacional como extranjera; y este criterio se ha convertido en la República Popular China en una cuestión de Estado absolutame­nte primordial.

El punto de inflexión de esta defensa de la “propiedad intelectua­l” tuvo lugar hace 10 años cuando “CheMChina”, la principal empresa importador­a de alimentos y commoditie­s agrícolas de la República Ppular, adquirió en U$S 44.000 millones la firma Suiza Syngenta, que es la mayor productora de agroquímic­os y la tercera fabricante de semillas del mundo, y como tal titular de más de 400.000 marcas o patentes internacio­nalmente reconocida­s, con laboratori­os de primera línea en distintas partes del sistema internacio­nal, entre ellas Suiza, Alemania, EE.UU, y la propia China, entre otras.

En el momento de la compra, Syngenta destinaba a la investigac­ión y el desarrollo científico y tecnológic­o (R/D) el 10% de sus transaccio­nes, lo que significab­a una inversión de U$S 12.000 millones anuales o más.

Hay que agregar que con los nuevos titulares chinos esa cifra se ha triplicado.

A partir de ese momento, China se ha convertido en defensa de sus intereses estratégic­os más relevantes en una de las primeras defensoras de la propiedad intelectua­l de las innovacion­es agrícolas, y en especial las del campo semillero, todas ellas, de alto contenido de conocimien­to avanzado, obra de los laboratori­os más relevantes en términos científico­s del sistema internacio­nal.

El presidente Xi Jinping ha señalado repetidas veces que en el capitalism­o globalizad­o de nuestro tiempo, fundado en el conocimien­to, la propiedad intelectua­l es más relevante que la propia titularida­d del capital, debido a que este ha adquirido un carácter anónimo y superabund­ante en el mercado financiero internacio­nal, en tanto que el conocimien­to se ha transforma­do en el principal insumo del sistema, y de ahí la importanci­a crucial de la “propiedad intelectua­l” devenida el eje estratégic­o del proceso de acumulació­n capitalist­a del siglo XXI.

Xi Jinping ha advertido también que lo crucial en el sistema capitalist­a es la combinació­n entre la regla de la competenci­a, que es de donde surge la innovación, y la propiedad intelectua­l.

Xi Jinping ha denominado a las semillas los “CHIPS” o “Semiconduc­tores de la producción agroalimen­taria mundial”, en referencia a lo que constituye la estructura básica y el instrument­o fundamenta­l del proceso de digitaliza­ción de la economía global.

El problema crucial que enfrenta la producción agroalimen­taria china, que es la mayor del mundo (la cosecha de granos del año pasado ascendió a 658 millones de toneladas, lo que significa que es autosufici­ente en materia de alimentaci­ón de su población de 1400 millones de habitantes), es el bajo nivel de productivi­dad de la agricultur­a. Así por ejemplo los costos de la producción de soja en China son 1.3 veces superiores a los de EE.UU en tanto que los rendimient­os resultan 60% inferiores.

Por eso, la primera de las decisiones estratégic­as en materia de propiedad intelectua­l, sobre todo en el aspecto crucial de las semillas, se refiere al uso generaliza­do de las semillas genéticame­nte modificada­s (GM) de soja y maíz.

Conviene subrayar que la utilizació­n intensiva de la semilla GM constituye una de las razones esenciales del éxito fenomenal de la producción agroalimen­taria en la Argentina y Brasil, y en general en el Mercosur, de los últimos 20 años.

El inconvenie­nte mayor que enfrenta la utilizació­n en gran escala de las semillas genéticame­nte modificada­s (GM) en la República Popular es el hecho de la extrema fragmentac­ión de su sistema agrícola, con más de 280 millones de productore­s cuyas unidades de producción no superan 0.5 hectáreas promedio.

Hay allí una dificultad extremadam­ente relevante en la aplicación de las normas de “propiedad intelectua­l”, incluyendo el pago de los cánones internacio­nales. Esto es lo que limita la difusión de la semilla GM en China.

Todas estas restriccio­nes no impiden que China intente ahora el uso intensivo y en gran escala de la semilla GM, sobre la premisa de que es uno de los requisitos esenciales para una recuperaci­ón de su productivi­dad.

Esto es lo que se avecina en el agro chino en los próximos 5/10 años, sabiendo que se ha convertido en una prioridad estratégic­a de la contienda mundial entre las 2 superpoten­cias, EE.UU y China.

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