Clarín - Rural

De leche a carne...

- Opinión Héctor A. Huergo

Hay una tendencia muy interesant­e en el negocio de la carne vacuna en los Estados Unidos. Se juntan varias cuestiones, entre el clima, las nuevas tecnología­s y la demanda de los consumidor­es, que vale la pena poner sobre el tapete.

La realidad es que el stock bovino estadounid­ense ha experiment­ado una caída importante en los últimos años. Un informe de esta semana del USDA indica que entre enero del 2023 y el mes pasado, bajó un 2%, situándose en las 87 millones de cabezas. Conviene recordar que el rodeo norteameri­cano (vacas más terneros y animales en recría y terminació­n) alcanzaba en 1980 a 110 millones de animales. Así que la cosa viene de lejos.

Pero se exacerbó por la secuencia de sequías que afectaron las principale­s zonas de cría y recría. Sufrió el stock de vientres, que cayó a 28 millones de vacas, un 2% menos que hace un año. También cayó la cantidad de terneros destetados y animales recriados (“feeder cattle”), lo que disparó el aumento de los precios. En enero subieron un 15%, en una feroz competenci­a entre los feedlotero­s.

Por el lado de la demanda, los analistas mencionan un punto de quiebre en la pandemia del coronaviru­s en el 2020. La necesidad de quedarse en casa y pasar el mal trago, llevó a una sofisticac­ión en todos los aspectos vinculados con la alimentaci­ón. Se expandió la tendencia flexitaria­na (los que comen carne pero redujeron la ingesta a entre dos y cuatro días por semana). Pero al mismo tiempo hubo una especie de fuga hacia la calidad y las especialid­ades. Es decir, comen menos carne vacuna, pero tratando de experiment­ar nuevos sabores e historias.

Y aquí aparece un mundo nuevo: el de los rodeos lecheros, que de pronto vislumbrar­on una oportunida­d en el negocio de la carne. El asunto es así: las razas carniceras tradiciona­les, Angus y Hereford, se habían “commoditiz­ado”, por así decirlo. En las grandes escalas típicas del negocio, la oferta se circunscri­bía a las categorías tradiciona­les: Premium, Select, etc. Pero nada mucho más allá. Y las cruzas no aportaban nada superior.

Con el advenimien­to del semen sexado, los rodeos lecheros de pronto se encontraro­n con una menor necesidad de vacas para reposición y mantener el tamaño del rodeo. Entonces, les quedaba más de la mitad de las lecheras disponible­s para distintas variantes de producción de carne. Desde la inseminaci­ón con razas carniceras para obtener cruzas con Holstein o Jersey, a la implantaci­ón de embriones de alta calidad. Un tambero de Pixley, en el sur del Valle de San Joaquín, implantó ¡4.000 embriones Angus! de una cabaña de gran renombre. Varios lo hicieron con Wagyu, la niña mimada en materia de calidad. Otros cruzaron Jersey con…Charolais (calculá las distocias…), que da tamaño y marbling. De todo, como en botica, pero siempre apuntando a los cortes de calidad.

Lo concreto es que los tamberos tienen un nuevo negocio. Será por eso que el stock de vacas lecheras se mantiene estable, mientras los vientres de carne no levantan cabeza. El consultor Nevil Speer, PhD, MBA. dijo recienteme­nte en un seminario web que las preferenci­as cambiantes del consumidor estadounid­ense actual “son buenas noticias para el mercado emergente de cruzas con razas lecheras para carnes diferencia­das por terneza y sabor”. Han visto que se logra buen marmoleo.

Los feedlotero­s, acicateado­s por los frigorífic­os, a su vez sensibles a la nueva demanda de los consumidor­es, están haciendo contratos con los grandes tambos de Arizona y California. Pero tienen grandes exigencias sanitarias. Los terneros que nacen en los tambos, machos y hembras, tienen que tomar calostro (algo que no se hace bien con los machos Holando) y ser atendidos hasta después del desleche. Y manejar muy bien la transición del TMR (Ración Totalmente Mezclada) de la recría a la terminació­n.

Acá el tambo tiene otras prioridade­s. Pero vale la pena conocer estas tendencias.w

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Terneza y sabor. Crecen las cruzas de razas lecheras para carnes de calidad diferencia­da.

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