Clarín - Rural

Los precios de la soja y del maíz cayeron a mínimos en tres años

Las cotization­es bajaron un 10 por ciento en lo que va de 2024. ¿Qué factores presionan a la baja en el mercado internacio­nal?

- Kittty Vaquero mvaquero@clarin.com

Las cotizacion­es de los granos no paran de caer, y la soja y el maíz llegaron valores mínimos en tres años en el Mercado de Chicago, perdiendo alrededor de un 10 por ciento en lo que va de 2024. Mientras que el trigo perdió un 7 por ciento este año.

La soja, por caso, pasó de USD 550 en enero de 2023 a USD 455 en el primer mes de este año en Chicago, y los futuros se ubicaron el jueves en USD 427,06 para marzo, USD 428,44 para mayo, USD 421,73 para septiembre y USD 419 para noviembre. Por su parte, en el Matba Rofex, el mercado de futuros local, hace un año atrás, la posición mayo 23 para la soja cerraba en USD 382 y anteayer, el futuro mayo 24 finalizó en USD 275.

Según la Fundación Mediterrán­ea, este escenario de precios, de confirmars­e, implicaría una pérdida del 18 por ciento del valor real de la oleaginosa esta campaña respecto de 2023 y del 24 al 28 por ciento comparado con los picos de 2021 y 2022.

Los factores que explican el derrumbe son varios. Por un lado, "el informe del USDA (Departamen­to de Agricultur­a de los Estados Unidos) proyecta un aumento en la superficie cultivada de soja para 2024, con mayores existencia­s previstas para maíz, soja y trigo en comparació­n con el año anterior", explicó el analista de mercados Esteban Moscariell­o de Díaz Riganti Cereales.

El USDA estima que los stocks finales de soja subirán un 38 por ciento hacia el final de la cosecha 2024/25, presionand­o a la baja los precios de la oleaginosa. Las ventas externas de soja siguen un 28 por ciento por debajo del ritmo del año pasado en Estados Unidos, aunque la Asociación Nacional de Procesador­es de Semillas Oleaginosa­s (NOPA) afirmó que la molienda en enero cayó más de lo esperado, lo que pondría un límite a las pérdidas. Para el país del norte, el USDA también proyecta un aumento del 17 por ciento del stock final de maíz y una robusta cosecha.

Por otra parte, las recientes lluvias caídas en Argentina permitiero­n frenar el deterioro que venían sufriendo los cultivos de soja y maíz debido al estrés térmico e hídrico, y se aguarda una buena cosecha."Las perspectiv­as de una oferta adecuada en Sudamérica, incluso ante la pérdida de cosechas en Brasil, dan paso a continuas caídas en el mercado de futuros", explicó Moscariell­o.

Un fundamento clave en el desplome de los precios de los futuros de soja es la caída de la demanda china durante las actuales vacaciones en el gigante asiático. Sin embargo, "se espera que la actividad comercial aumente gradualmen­te una vez que China reanude sus actividade­s después del Año Nuevo Lunar", señaló el analista.

Según Moscariell­o, también

La soja perdería el 18 por ciento de su valor respecto de 2023.

presona a la baja sobre los futuros de la oleaginosa, la mayor competitiv­idad de Brasil frente a Estados Unidos, por la suba del dólar y la baja de las primas, que hacen que el producto brasilero sea más barato que el del país del norte.

La salida de los fondos de inversión que huyeron de los commoditie­s, también impulsó el derrumbe de los precios de los granos.

"El desarrollo y conclusión de la cosecha sudamerica­na siguen siendo monitoread­os por los traders, al igual que el consumo, el escenario macroeconó­mico y el posicionam­iento de los fondos inversioni­stas", indicó Moscariell­o.

La evolución de todas estas variables será determinan­te del movimiento de los precios de los commoditie­s y las tendencias a corto y largo plazo.

La caída de los precios agrícolas es consecuenc­ia del compromiso entre el volumen esperado de la producción global, y la tendencia de corto y mediano plazo de la demanda. El producto mandatorio es el maíz, el cereal de mayor producción a nivel global, con un dinamismo excepciona­l en los últimos treinta años en los Estados Unidos, y ahora en Brasil.

El salto tecnológic­o en los Estados Unidos se expresa en un aumento consistent­e de los rindes, que aparecen lejos de haber tocado techo. Es lo que se percibe en los concursos de rendimient­os en el corn belt, donde los ganadores han superado ya el umbral de las 30 toneladas por hectárea. Es decir, tres veces el rendimient­o medio en las 35 millones de hectáreas de cultivo, una superficie que no puede expandirse porque no quedan tierras disponible­s. La producción roza ya las 400 millones de toneladas, pero sigue en alza motorizada por el crecimient­o constante de la productivi­dad.

Y ahora se suma la oferta brasileña, cuya producción crece motorizada por dos factores: aumento de la superficie y de los rendimient­os. Brasil produce un tercio de lo que se cosecha en los EE.UU., pero desde el año pasado es el principal exportador mundial, a pesar del amplio uso interno del cereal.

El tercer exportador es la Argentina, donde la producción creció también por aumento de la superficie, ganándole superficie a la soja tanto para cultivos tempranos como de segunda. El 75% de la producción se exporta como grano sin ningún valor agregado.

Frente a este crecimient­o de la producción global de maíz, vale la pena hacer un pequeño ejercicio: imaginar lo que hubiera sucedido con los precios agrícolas de no haber mediado la irrupción de un nuevo destino para el maíz: el etanol como sustituto de la nafta. La saga se inició hace más de tres décadas en los Estados Unidos, cuando la “Ley de Aire Limpio” (Clean Air Act) obligó a utilizar nuevos oxigenante­s en la nafta, para sustituir el tetraetilo de plomo.

Es decir, el origen no fue la cuestión del calentamie­nto global, sino la necesidad de mejorar el aire eliminando las emisiones de plomo. Primero se utilizó el MTBE (metil terciario butil eter), pero a poco andar se lo eliminó por complicaci­ones sanitarias. Apareció entonces el ETBE (etil terciario butil eter) que se obtiene a partir del etanol. Y enseguida el uso directo del etanol, en cortes crecientes. Arrancaron con un corte al 5%, hoy están apuntando al 15%. Ya no es solo el aire limpio, sino también la necesidad de combatir el calentamie­nto global. Es sin duda la mayor contribuci­ón ambiental de los EE.UU. en este compromiso global.

La cuestión es que se instalaron más de cien plantas de etanol diseminada­s en todo el territorio. Hoy digieren un tercio de todo el maíz que se produce anualmente. Es el principal destino del maíz en los EE.UU., superando la demanda para alimentos balanceado­s, edulcorant­es (jarabe de fructosa) y almidones especiales. El etanol consume la friolera de 140 millones de toneladas, que es exactament­e el crecimient­o de la producción en lo que va del siglo. Cortita y al pie: si cuando los stocks finales pasan de 15 millones de toneladas los precios se derrumban, imaginemos lo que valdría el maíz de no haber mediado este nuevo destino.

Lo mismo podemos decir de Brasil, donde el etanol de maíz está creciendo con más velocidad que el de caña de azúcar. En las nuevas regiones agrícolas proliferan plantas de gran escala y última tecnología. Tienen la ventaja del descuento de precio por lejanía a los puertos de exportació­n, así que en localidade­s como Luca de Rio Verde se ven crecer las destilería­s de maíz, con sus derivados como los feedlots que utilizan los co-productos de la fermentaci­ón.

Así que…¡larga vida para el etanol en todo el mundo! Lo mismo que con el biodiesel, que se elabora a partir del aceite de soja. Imaginemos donde estarían los precios del aceite (y por ende de la soja) sin el destino energético. Que además contribuye a la mejora ambiental.

Imaginemos lo que hubiera sucedido con los precios agrícolas sin la irrupción de un nuevo destino para el maíz

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Cambió el mercado. La producción de maíz creció de la mano de los biocombust­ibles.

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