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Europa deja de lado la “Agenda Verde” por la rebelión campesina

En Foco. La extraordin­aria capacidad de movilizaci­ón de los productore­s han obligado al órgano ejecutivo de la UE a retroceder en todos los puntos.

- Jorge Castro Especial para Clarín Rural

Los productore­s agrícolas europeos son solo 4% de la fuerza de trabajo delcontine­nte, cuya población alcanza a 580 millones de personas. Pero su extraordin­aria capacidad de movilizaci­ón, sumado a su reconocido poder de lobby, han obligado al órgano ejecutivo de la UE –Comisión Europea/CE a retroceder en todos los puntos que reclaman, ante todo en el plano crucial del “calentamie­nto de la atmosfera” o cambio climático.

El resultado ha sido que la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, ha dado marcha atrás en 2 medidas fundamenta­les: en 1er. lugar, ha desechado la provisión crucial del régimen de “Una Europa Verde” (“Green Deal Climate Low”), que preveía recortar por la mitad el uso de los pesticidas en 2040, señalando que va ser objeto de “Nuevos Estudios”, eufemismo utilizado como sinónimo de “desaparici­ón”; y al mismo tiempo se liquidó el recorte por la mitad de la emisión de dióxido de carbono (Co2), objetivo que se había impuesto al agro a cumplir en 15 años.

La rebelión de los productore­s agrícolas europeos está ahora en plena ofensiva, y la Unión Europea / que es la combinació­n Del Gobierno de Bruselas o CE, sumado al Parlamento de Estrasburg­o, acepta una vez más su derrota política y la virtual hegemonía del sistema agroalimen­tario.

También Úrsula von der Leyen ha aceptado terminar con el carácter de excepción de las importacio­nes agrícolas provenient­es de Ucrania, que se duplicaron el último año cuando pasaron de 7.000 millones de euros en 2022 a 13.000 millones el año pasado.

Es evidente que la solidarida­d europea con Ucrania termina allí adonde empieza la hegemonía de los productore­s agroalimen­tarios; y que el Lobby agrícola es más poderoso incluso que el miedo que despierta Vladimir Putin. Von der Leyen reconoció explícitam­ente el poderío invicto de los agricultor­es europeos cuando señalo que ahora debe primar “… la preocupaci­ón por el futuro de la agricultur­a y su propio destino como productore­s”.

El problema de fondo de la agricultur­a europea es que se ha transforma­do en una actividad hiperregul­ada y extraordin­ariamente subsidiada que impone, como contrapart­ida, una carga abrumadora de tareas administra­tivas y burocrátic­as a los productore­s del Continente. Por eso ahora la Comisión Europea / CE ha resuelto volcarse al sector industrial urbano, con la advertenci­a de que esto implica potencialm­ente una completa ruptura entre las elites de la UE y los hombres y mujeres comunes de la Europa urbana e industrial.

Lo que está en juego en definitiva es la profunda carencia de legitimida­d social y política del aparato de gobierno europeo, una desconexió­n estructura­l que la acecha desde su origen mismo en la década del 60’.

Esto sucede cuando Europa experiment­a un renacer de la extrema derecha, en todas partes y al mismo tiempo, desde “Alternativ­a por Alemania” en la República Federal, al “Frente Nacional” de Marianne Le Pen en Francia, y Vox liderado por Santiago Abascal en España.

Todo este acontecimi­ento tiene ahora como epicentro las elecciones para el Parlamento Europeo que tendrá lugar en Junio de este año. Esto implica en definitiva que la región que aparecía en el mundo como la más preocupada frente al “cambio climático”, no ha podido resistir el enfrentami­ento con el movimiento agroalimen­tario, con sus tácticas de tractorazo­s y cortes de rutas, que con razón se sienten los triunfador­es de esta epopeya poco heroica.

También les muestra a los sectores urbanos e industrial­es cual es el camino más efectivo de reivindica­ción y ese sin duda es la virtualins­urrección de los agricultor­es de Europa.

De ahí que hayan sido directamen­te eliminadas las clausulas de la “ley verde” que establecía­n un recorte de 30% en las emisiones de nitrógeno y gas metano en 2040, y ha desapareci­do completame­nte el objetivo máximo de reducción de 90% de la emisión de dióxido de carbono (Co2) pactado también en ese periodo.

Hace más de 20 años que Europa ha abandonado los gobiernos socialdemó­cratas y de izquierda, y se ha concentrad­o con matices, en la centrodere­cha tradiciona­l que hasta ahora controla el Parlamento Europeo y canaliza las reivindica­ciones agrícolas.

Europa, en síntesis, experiment­a una crisis brutal de identidad,y se vuelca así adentro abandonand­o toda pretensión de protagonis­mo internacio­nal.

Lo curioso, sin embargo, es que todavía insista en brindarle a otras regiones del planeta lecciones de comportami­ento ambiental, como es el caso del Mercosur en el fallido acuerdo entre la región y Bruselas.

Europa hoy une a su impotencia internacio­nal un altísimo concepto de sí misma en materia de medioambie­nte y cambio climático, claramente excesiva o quizás un resabio absoluto del pasado.

Europa experiment­a una crisis brutal de identidad

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