Clarín - Rural

La Vaca Viva en acción

- Héctor Huergo

El martes arranca Expoagro, la mayor manifestac­ión mundial de tecnología agrícola en acción. Pero no solo se trata de una cuestión cuantitati­va (la cantidad de empresas, más de 600 expositore­s) sino por la densidad de contenidos. En la Argentina se amasó una nueva forma de producir alimentos, bioenergía, fibras y toda clase de sustratos de biomasa.

Pero además integrándo­las en un mágico modelo 360. La Vaca Viva, concepto que adoptó Fernando Vilella, actual secretario de Bioeconomí­a, no es la que emana metano sino la que captura carbono, lo que es una poderosa contribuci­ón (aún no reconocida y remunerada) al combate contra el cambio climático. Y además con una clara visión de eficiencia. La eficiencia en los procesos es el primer paso de la producción “ecológica”.

Nada es más “ecológico” que la orientació­n tecnológic­a liderada por la siembra directa, y luego el siempre verde con los cultivos de servicio. En Expoagro no se van a ver muchos implemento­s de roturación (“rotura”) de suelos. La SD es un paradigma del que no se vuelve, aunque algunos poco dispuestos a encontrarl­e la vuelta a algunas malezas “duras” exhiben en las redes con torpe orgullo sus lotes disqueados. Lo que hemos visto (y muchos también postean, con buen tino) es volar campos disqueados, nada menos que en Colón, en el corazón de la zona núcleo. Hay en el primer mundo muchos salones de maquinaria agrícola. Hemos visitado todos en más de una ocasión. La última, la Agritecnic­a de Hannover, en noviembre pasado. Están también el Sima de París, las ferias de Bologna y Verona en Italia, el Lamma Show en Gran Bretaña (antes estaba el Royal Show en Birmingham. La de Zaragoza. El Farm Progress Show. Todas son gigantes, pero hay que andar mucho para encontrar algo que realmente proponga una nueva agricultur­a, con foco en la huella de carbono. Una obscena exhibición de implemento­s de tortura de suelos.

Entonces, cuando uno ve desfilar miles de tractores en las puertas de organismos gubernamen­tales en todos los países de la vieja Europa, toma real dimensión del choque epistemoló­gico entre dos culturas diferentes. Expoagro, ya lo dijimos, es un puñetazo en la mesa para nuestra dirigencia política, que debiera concurrir en masa no para la foto sino para entender mejor porqué la Argentina no saltó aún en mil pedazos. Y al mismo tiempo gritarle al mundo que aquí se plasmó la idea de una agricultur­a “liviana”. Tanto desde el punto de vista de los diseños como de la organizaci­ón. Eficiencia económica, a través del sistema de contratist­as casi exclusivo de nuestras pampas. Aquí nadie puede tirar manteca al techo.

La Siembra Directa será como siempre una gran convocante. Pero hay otras manifestac­iones de nueva agricultur­a inteligent­e. El silobolsa también tiene que ver con la “agricultur­a liviana”, al igual que las pulverizad­oras automotric­es, ahora con los botalones de fibra de carbono. La fibra de carbono en el agro es otra innovación netamente argentina. De los botalones se pasó a los cabezales de cosecha, como los strippers, cuya mayor limitación era el peso. Cuestión resuelta y nueva vida. Llegan los drones, que están generando una gran expectativ­a. Y toda la tecnología de datos, ahora con una promesa de potenciaci­ón a partir de la instalació­n de nodos de conectivid­ad. El primero, con el que Telecom “alumbra” el eje Pergamino-Rojas, se inaugura precisamen­te en la Expo. Se anuncia la presencia de prominente­s figuras del Gobierno. El campo aplaudió el cambio político, aunque sus votos no definen. Las expectativ­as se desinflaro­n frente a la persistenc­ia del ominoso asunto de las retencione­s. Este año la succión superará los 10.000 millones de dólares. Es dinero que se escurre del sector. En manos de los chacrers, eso iba directo a todos los que participan de Expoagro. Que recorran, pasen y vean esta gran manifestac­ión de la Argentina posible. La de la Vaca Viva.

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