Clarín - Rural

Sí, lo vemos, ya nos dimos cuenta

- Patricio Watson

La particular problemáti­ca de nuestra actividad agropecuar­ia es que se desarrolla en el ámbito rural, pero el éxito económico de la misma depende de los mercados internacio­nales y de las normas de comerciali­zación que aplican los políticos según su tendencia. El clima juega un papel importantí­simo, el resultado depende de su favor, si ayuda al hemisferio norte nuestros precios caen y al contrario, si los perjudica, aumentan.

No tenemos suficiente peso global, pero ya nos dimos cuenta, la única variable que podemos despejar es la de las políticas agropecuar­ias que a pesar de luchar contra la discrimina­ción económica a que nos someten, nunca logramos acceder a la libre disposició­n de nuestros productos ni el acceso a los precios internacio­nales.

Por ese motivo, consideram­os que con la actual propuesta política podremos discutir nuestro destino con funcionari­os cuyos objetivos incluyan el desarrollo de las actividade­s, en libertad y sin intervenci­ones.

Porque para muchos la política se trata de un juego de triunfos y fracasos, solo medido en resultados electorale­s que empoderan al ganador con buenas o malas intencione­s. La historia nos muestra que, en estos últimos años, salvo pocas excepcione­s, las intencione­s no han sido buenas y el resultado está a la vista con solo mirar algunos índices.

La política, tal cual la interpreta­n los políticos, se ha convertido en una próspera industria con capacidad para pagar los mejores sueldos del país, por los servicios prestados a la propia corporació­n, sin importar el resultado de la gestión. Además, incluye el derecho a una jubilación con montos elevadísim­os, totalmente diferencia­da a la del resto de los mortales que deben aportar un mínimo de 35 años, para obtener una miserable cifra.

Nos habíamos acostumbra­do, pasamos tantos años perdiendo libertades que los más viejos las olvidamos y los jóvenes no las conocieron. El hecho de la aparición de un Presidente con la capacidad de percibir el deterioro del orden racional en todos sus aspectos y proponer la reorganiza­ción del país mediante el cumplimien­to de la Constituci­ón y la reinstaura­ción de las libertades no fue casual. El pueblo también se dio cuenta.

El populismo, en cualquiera de sus versiones, altera el funcionami­ento de la democracia porque al comprar la voluntad de la gente, le quita el derecho de la libre elección. La destrucció­n de la educación y el sometimien­to gradual a la pobreza, convierten al sistema en una democracia ficticia, como la que vivimos últimament­e.

Esta repentina apertura de ojos que el nuevo gobierno propone al pueblo argentino no significa la llegada del mesías, sino que vino a mostrarnos cuan grandes podemos ser sin que nos digan lo que tenemos que hacer.

No menciono a nadie en particular porque elogio la idea y la propuesta, y si lo logran serán dignos del reconocimi­ento que les correspond­a. Mostraron el suficiente coraje para denunciar a los gobiernos anteriores y a los actuales dirigentes sindicales de los manejos delictivos de presupuest­os y partidas, y para demostrar la verdadera causa de nuestros padecimien­tos en un país bendecido por infinitos recursos.

Estamos hartos de la democracia que reparte salvavidas entre los amigos y los que gritan fuerte en este charco insano. Necesitamo­s que lo desagoten para que nos salvemos todos y la causa de nuestro ahogo sea sólo nuestra propia incompeten­cia.

Nadie en su sano juicio puede oponerse a los 10 puntos propuestos para la firma de un acuerdo general de gobernabil­idad y desarrollo sostenible con justicia y libertad. Los que se oponen en nombre del pueblo son los que defienden sus inmorales privilegio­s y sienten el temor a la justicia que finalmente será quien termine con esta práctica. Nosotros sí la vimos.

Con la apertura de ojos que propone el nuevo Gobierno al pueblo podremos discutir nuestro destino

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