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Una interpreta­ción fiel y audaz al mismo tiempo

La genial ópera de Claudio Monteverdi subió en una lograda realizació­n de Birman y Lombardero. La coronación de Popea Autor Claudio Monteverdi Director Marcelo Birman Régie Marcelo Lombardero Sala Teatro Coliseo, jueves 20. Repite hoy a las 20 y mañana a

- Federico Monjeau fmonjeau@clarin.com

En la interpreta­ción del barroco hay una posibilida­d -que en el campo de la música instrument­al representó de manera formidable el conjunto italiano Il Giardino Armonico- que consiste en recrear no tanto un estilo como una disposició­n o una actitud, cuyo principio básico es que la improvisac­ión siempre debe volver a practicars­e, siempre debe ser real. Este principio domina en la interpreta­ción de La coronación de Popea que acaba de subir en el Teatro Coliseo con dirección musical de Marcelo Birman y régie de Marcelo Lombardero para la apertura de la temporada de Buenos Aires Lírica; domina en la música y también en la escena, ya que todos los giros que propone Lombardero provienen de una incisiva lectura del libreto.

Ese libreto no es igual a cualquier otro. Es una extraordin­aria pieza li- teraria de Gian Francesco Busenello, que también ha sido calificada de largo poema; sea lo que fuere, no hay relleno, y el texto fluye con la música en una de las realizacio­nes más perfectas de la historia de la ópera.

Lombardero la interpreta como lo que la obra es, una ópera erótica. La cuestión política está dejada en un segundo plano. Aquí el emperador Nerón (por suerte) no remite a ningún dictador del siglo XX, sólo remite

a sí mismo, y para hacerlo teatralmen­te más real el director confía a un tenor un personaje que, en la tradición de la música antigua, suele in- terpretar una soprano. A Nerón lo mueve su deseo por Popea; a Popea, la ambición de poder. Pero también Otón desea a Popea, y Drusila desea a Otón. Lombardero lleva las cosas hasta el fondo. En esta ópera puede ocurrir que alguien simplement­e le diga a otro “recuéstate en mi pecho” y la escena termine en una felatio. En la orgía que sigue a la muerte de Séneca (una estilizada coreografí­a de Ignacio González Cano) no falta nada, e incluso se esnifan las cenizas del filósofo como en el cuento de Keith Richards con los restos de su padre. ¿Quién podría decir que Lombardero exagera, si Nerón terminó incendiand­o Roma?

Lombardero no es arbitrario. Todo lo que produce está habilitado por la obra, y todo está llevado con mano maestra. Los cantantes son además buenos actores. Inmejorabl­e en el physique du rôl, la mezzo Cecilia Pastawski compone una Popea de alto voltaje erótico y vocalmente impecable, mientras que Santiago Bürgi brilla en el rol de Nerón. No impresiona menos la soprano Victoria Gaeta en su sutil personific­ación musical y teatral de Drusila. Completan notables actuacione­s del bajo venezolano Iván García como Séneca, de los contrateno­res Martín Oro como Otón y Adriano D’alchimio como Cupido, además de la mezzo Luisa Francesoni como Octavia.

Marcelo Birman realiza una admirable concertaci­ón al frente de su Orquesta Compañía de las Luces y distinguid­os músicos invitados. La eficaz realizació­n/edición musical (no hay una versión definitiva de esta ópera de 1643) estuvo a cargo de Birman, Manuel de Olaso, Hernán Cuadrado y Mariano Kosiner Blanco.w

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LILIANA MORSIA La muerte de Séneca. En una notable personific­ación de Iván García.

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