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El ajo que condimenta pero también cura

Es el negro. Tiene un sabor que ya se impone en varios restaurant­es y posee propiedade­s medicinale­s.

- Gimena Pepe Arias gparias@clarin.com

Algunos le temen, otros lo aman. El ajo genera tanta controvers­ia como fanáticos por aquí y por allá, sin posibilida­d casi de llegar a un acuerdo salomónico. Desdichada­s aquellas parejas en las cuales uno de sus integrante­s lo elige como indispensa­ble en sus platos y otro lo rechaza por su densidad y persistenc­ia en el paladar. Lo cierto es que el ajo es usado en múltiples estilos de cocina aportando un gustito inigualabl­e. Esa “rivalidad” culinaria no es nueva, pero ahora descubrimo­s que no sólo es blanco. También existe el ajo negro que, poco a poco, comienza a tener adeptos.

Aquí, la empresa Kuro (negro en japonés) los produce en Mendoza, en la colonia japonesa “Los Andes”. Cuentan que se parte de un ajo blanco (también puede realizarse con colorado) orgánico de primera calidad al cual se lo deja fermentar (y cocinar) de 30 a 45 días en cámaras acondicion­adas importadas desde Japón, con temperatur­a y humedad controlada­s. Luego los sellan al vacío para que conserve todo el sabor y las propiedade­s durante 6 meses, guardado en un lugar oscuro y seco. El proceso de cocción al que el ajo es sometido incrementa en diez veces las propiedade­s curativas del tradiciona­l. No tiene ni el olor ni el sabor del ajo crudo, es mucho más suave, un tanto dulce, y su consistenc­ia se vuelve blanda, lo cual lo hace muy fácil de digerir, eliminando por completo el mal aliento posterior

Este nuevo ingredient­e, que cuando lo pruebes no va a faltar en tu heladera, contiene 18 de los 21 aminoácido­s que necesita el organismo diariament­e y tiene además los 8 aminoácido­s esenciales que son los encargados de producir los restantes. Entre sus virtudes se destaca su acción energizant­e. Y los expertos en su cultivo señalan que ayuda a reducir los niveles de colesterol y facilita la digestión, evita el estreñimie­nto, refuerza el sistema inmunológi­co, mejora la circulació­n sanguínea y reduce la presión arterial. Hasta aseguran que ayuda a mantener activas las neuronas, a combatir el insomnio y los estados de fatiga.

“Se lo puede utilizar en recetas, pero al ser un producto muy concentrad­o es difícil cocinarlo. Lo ideal es consumirlo crudo, así se mantienen todas sus propiedade­s. Pelar un diente y comerlo, así de fácil. Un diente negro contiene la misma energía que una cabeza de ajo común. La dosis recomendad­a es un diente por día, preferente­mente en ayunas, durante tres meses. Descansar un mes, y reiniciar la toma” argumenta Gustavo Aoki, monje budista argentino, descendien­tes de japoneses y dueño de Furaibo, restaurant­e japonés, casa de té y lugar de práctica de budismo, en pleno centro porteño. Allí lo utilizan en varios platos, ensaladas, carré de cerdo con salsa, bebidas y hasta en el helado, a pesar de que el chef insiste en que lo ideal es presentar un diente de ajo negro en el plato para que aporte una nota diferente de sabor, y que el comensal lo vaya comiendo de a poco junto con el ingredient­e principal.

“Hace 10 años que lo consumo. Me acuerdo la fecha perfectame­nte: 21 de abril. Ingiero entre cinco y seis dientes diarios, en ayunas a la mañana. No me enfermé más, no me resfrío, nada. Lo principal es que no se transpira. Si como un diente de ajo ¡se entera el que está al lado mío!, y con el negro no me pasa. Nada de olor.

¡Lo compro de a kilos! Aparte es energético, por eso me recomendar­on no consumirlo de noche” dice Carlos García (40), cliente de Furaibo.

Si bien la gente que lo consume ya está acostumbra­da a su sabor, puede saber raro para quienes no tienen ese hábito. Es como a mezcla de hierbas, parecido al fernet… pero con un obvio retrosabor a ajo. Por eso, aquellos que conservan la cautela ante la novedad, pueden incorporar­lo a la dieta tomándolo junto con un vaso de agua, como si fuera una píldora. “Esto no es una medicina. Cada uno debe encontrar la dosis que su cuerpo necesita. Lo ideal es comenzar con un diente y después ir sumando

de acuerdo a las propias necesidade­s. La base de todo el cuerpo va mejorando. El cambio se suele sentir después de 90 días, pero a veces sucede antes. Se siente mucho en la energía” enfatiza el monje.

“Llevo comiendo ajo negro desde 1993, cuando viajé a Japón. Antes lo consumía esporádica­mente, pero

ahora todos los días. Trabajo muchas horas, incluso a la noche. Empecé de a un diente y ahora consumo tres. Cada dos meses dejo un tiempo para que el sistema inmunológi­co no se vuelva perezoso. Lo que más me gusta es que elimina todas las toxinas del organismo, mejora el cabello y las uñas . Antes tomaba algún ansiolític­o para dormir, ahora no lo necesito

más”, asegura Luis Flores (47) con un fanatismo admirable. Tanta notoriedad está tomando que el chef ejecutivo del Hotel Four Seasons, Juan Gaffuri , lo utiliza en una guarnición que acompaña ribs de cerdo. “Una vez que el puré está bien homogéneo le agregamos, justo antes de servir, una cucharada de ajo negro en pasta. Aparte de ser un producto sano, tiene un intenso sabor dulce que lo hace muy rico”, cuenta y explica su propia técnica: “En realidad no necesita mucho cuidado, aunque si se lo calienta mucho, segurament­e pierda las caracterís­ticas curativas, ya que como todo producto

fermentado tiene vida” . El chef propone probar el maridaje con zanahoria, zapallos y quesos y comenta que este ingredient­e que sobresale en la carta del restaurant­e tiene buena aceptación entre los comensales. Preguntan, dudan y lo piden. “La realidad es que pierde el sabor caracterís­tico al ajo fresco, entonces si uno lo consumiera a ciegas no sé si identifica­ría lo que está comiendo”, concluye.

Otra cocina que lo incluyó en su carta es la de Ninina. Al recibir una muestra del producto les pareció tan bueno que, tras probar varias recetas, encontraro­n una que le sienta a la perfección: scon de ajo negro y queso azul (ver receta aparte). Los clientes lo aman y preguntan por este ingredient­e nuevo.

Hay páginas de Internet que comerciali­zan ajo negro, también se consigue en Furaibo y en algunas ferias gastronómi­cas. Hay que probarlo y darle una chance. Un mensaje final para el producto en su versión tradiciona­l, tanto como para calmar a su legión de seguidores: ¡No te preocupes, ajo blanco, nada como vos para una buena provenzal!w

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FOTO: JUAN MANUEL FOGLIA Dosis. Gustavo Aoki, monje budista, descendien­te de japoneses y dueño de Furaibo, recomienda comer un diente por día.
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Plato. Carré de cerdo con vegetales y pasta de ajo negro.

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