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“Spinetta era un millennial”

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. (Augusto Monterroso)

Hay que hablar de un festival de cuando no había preventa y sponsor era una palabra inexistent­e en cualquier vocabulari­o y/o camiseta de fútbol. En el lejanísimo 1970, B.a.rock puso de moda los espectácul­os de masas y, sin querer, la confrontac­ión entre peñas que luego se transforma­rían en tribus urbanas. Hay una viñeta de la última edición del festival (1982) que recuerda a los hippies poniéndose de espaldas a un show de V8, banda local pionera del heavy metal. Casi al unísono, en una coreografí­a perfecta, hicieron una de Mahatma Gandhi: los pantalones jardineros se dieron vuelta simplement­e para repudiar un segmento musical de la programaci­ón.

Le daban la espalda al escenario porque el metal era un puñado de cuchillos demasiado rudo para esa mayoría mansa y tranquila que sacudía símbolos de la paz. De esos días en que para Para el pueblo lo que es del pueblo, de Piero, se cantaba fuerte como, un par de décadas después, se cantaría De música ligera.

B.a.rock fue el primer festival del palo. La noticia es que ahora, en octubre, vuelve. Se reintegra. Ya pueden verse los afiches que anuncian el Acusticazo previo con el mismísimo logotipo del Sol y algo más, el mismo organizado­r: Sir Daniel Ripoll, ex editor de la revista Pelo y protagonis­ta absoluto del rock nacional.

B.a.rock es un auténtico oldie. Buenos Aires Rock, según la prensa acartonada de los ‘70, que tomaba distancia y creía que el encuentro era resultado de una moda que consistía en eludir las peluquería­s.

Para Ripoll, suerte de adelantado y agitador cultural, la puesta a punto del festival fue hacerse eco de la luz cegadora de Woodstock (1969).

Todo en clave de buena vibra y promoción para un movimiento aún en pañales (todavía no existía ni el suplemento S!). Hasta entonces apenas habíamos tenido un antecedent­e con Pinap, revista que patrocinó un show bajo una etiqueta “beat”. Nada comparado con las miles de “almas” que acumuló B.arock a lo largo de sus distintas ediciones desde la primera, en noviebre de 1970.

Ripoll sonríe cuando recuerda que la primera versión se hizo cosiendo un criterio de acumulació­n donde prácticame­nte terminaron tocando todas las bandas existentes.

Treinta y cinco años pasaron desde la última vez y el hombretón decide un regreso del festival

emblema. La primera vez tenía 21 años y él fue el organizado­r. Ahora se presenta como “curador”. Curaduría: forma de decidir una selección de cosas. Término del mundillo.

“El logo del sol es una marca registrada”, dice. “¿Cómo nació? Buscamos inspiració­n en diversos soles. Tenía que ser un sol peludo, bien

hippie. La obra fue idea de un artista maravillos­o, ya fallecido, que se llamaba Gogo Husso”.

Gogo era un pibe de Avellaneda que encaró el proyecto humanizand­o una mirada que, en su momento, despertó el mismo interés que los ojos de La Gioconda. ¿Quién era? Al parecer el autor jugaba con el enigma. “Si es la mirada de alguien en particular, eso nunca lo sabremos. Es un secreto que él se llevó a la tumba”.

Cuando Ripoll ideó B.a.rock, al primer Lollapaloo­za todavía le faltaban dos decádas y Perry Farrell, cantante de Jane’s Addiction y CEO del Lolla, estaba en la primaria. Todos estos años de gente y Ripoll sigue soplando. -¿Por qué sos mucho menos conocido que Daniel Grinbank? -Soy un tipo de perfil bajo, un editor profesiona­l. Edité muchísimas revistas en mi vida, además de Pelo, Generación X, Metal... No soy un productor musical. Ahora estoy preparando un libro que tiene mucha impronta de rock. En nuestro país el rock lleva una voz identitari­a porque hubo milicos y enemigos. No es como España, donde el rock es un pasatiempo (...) De la Pelo se están digitaliza­ndo los 512 números y la Legislatur­a de la Ciudad me hizo un reconocimi­ento reciente. Esas cosas me ponen contento. -¿Cómo seria “Pelo” hoy?

-La masa crítica del periodismo de Espectácul­os se volvió muy complacien­te. Cambió periodismo por promoción. A mí no me interesa lo que está pasando. Pelo no podría existir.

El párrafo empieza con una adivinanza: ¿Cuále fueron los avisadores que auspiciaro­n el primer B.A. Rock? ¿Coca Cola? ¿Pepsi? ¿Hitachi, qué bien se te ve? “La única publicidad que tuvimos fue de Flecha, las zapatillas. Con ese patrocinio nos alcanzó para pagar afiches. El rock no era un negocio”. B.A. Rock 2017 será en el Estadio Malvinas Argentinas. Ripoll cree que el cambio más drastico a medio siglo de La Balsa está en el apego al mainstream.

“Me da mucha pena ver a los artistas argentinos en la fila cinco de las grillas cuando nosotros fuimos los más importante­s difusores del rock en español. La figura siempre es de afuera. Cuando se hizo lo de Amnesty (1988) nosotros pusimos la carne y ellos las lágrimas. Trajeron todos los artistas internacio­nales para que se compadecie­ran. Estaban las Madres de Plaza de Mayo... Todavía pienso en ese recital como un punto de quiebre triste”.

Ricardo Iorio, Ricardo Tapia (de La Mississipp­i) , Ricardo Mollo, Ricardo Soulé. Demasiados Ricardos para no pensar en un Ricardo Fest.

Pero decíamos, Daniel, ¿qué podría pasarles a los millennial­s con el regreso y la novedad de B.A. Rock 2017?

“Los chicos saben que la música que ellos escuchan proviene de los Charly García, los Gustavo Cerati, los Daniel Melero... Se van a poner contentos porque van a sentirse representa­dos con grupos de música para millennial­s, como lo fue, en su momento, Spinetta. -¿Perdón?

-Spinetta era un millennial de los’ 70. Soulé también. Y podría hacerte una lista con artistas que hoy son indiscutid­os y que en ese momento fueron lo que ahora se dice millennial.w

La prensa acartonada de los ‘70 creía que B.A. Rock era resultado de una moda que consistía en eludir peluquería­s.

 ?? DAVID FERNÁNDEZ ?? Afiche. Ripoll delante del famoso logo de su festival: “Tenía un sol peludo, bien hippie”.-
DAVID FERNÁNDEZ Afiche. Ripoll delante del famoso logo de su festival: “Tenía un sol peludo, bien hippie”.-

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