Lo global y lo local
Hace algunos meses oí el comentario de que la elección de Claudia Fontes para representar al país en Venecia era un poco “forzada” debido a que hace más de una década que no reside en el país. Me pareció un comentario tradicionalista -y, en fin, un poco mezquino-.
En sus últimas obras, Fontes tiene la capacidad de presuponer interpretaciones transparentes a un público global, sin perder el universo de referencias locales directas, que incluso intervienen en nuestro debate urbano de cada día. De hecho, su crítica al culto a la monumentalidad ecuestre aparece en su discurso explícito. “El problema del caballo” contiene postulaciones directas sobre las formas de homenaje y territorialidad comunes y muy significativas en toda Latinoamérica. Asimismo, la obra cita la pieza quizá más emblemática de la pinacoteca argentina fundacional, La vuelta del malón, el gran óleo de Angel Della Valle (1892) en el que los indios regresan a las tolderías al amanecer de una noche sangrienta, llevando su botín de doble profanación, los tesoros litúrgicos y una cautiva blanca desmayada sobre la montura. De tamaño real, la chica de Fontes es un alarde del aplomo y no teme ante la alzada gigantesca del animal en furia, mientras que el muchacho en cuclillas decide el destino que dará a la piedra que ha levantado: es un joven de la tierra, según la escultora. El conjunto hace su crítica al par “civilización y barbarie”, pero lo dirime en términos de energías y negociación de los impulsos.
Al mismo tiempo, ni antes ni después, decir porcelana en Inglaterra –y Fontes ancla sus esculturas blancas a un sentido en su terruño de adopción- es decir una de las grandes familias inglesas del siglo XX. Fue en gran medida la fortuna de Susana Wedgwood, una de las dueñas de la compañía de porcelana más grande del país (esas clásicas figuras azulinas muy opacas, con aplicaciones blancas), la que financió la participación de su joven hijo naturalista, Charles Darwin, en el viaje exploratorio de la goleta Beagle. De las notas tomadas en esa travesía, en la que se descubrió y bautizó el canal de Tierra del Fuego, surgiría años más tarde la Teoría de la evolución de las especies. La lectura se completa: el mundo tiene forma de globo y todos estamos en la misma balsa.