El Teatro Colón y los errores no forzados

La temporada del Colón sigue sufriendo bajas considerables. Primero fue la deserción in situ

(ya en Buenos Aires, a punto de comenzar los ensayos) de la soprano Angela Gheorghiu para la apertura con Adriana Lecouvreur; luego vino el reemplazo de la régie de Sofía Coppola para La traviata por una vieja producción de Franco Zeffirelli, y la cancelación de Tres hermanas

del húngaro Peter Eötvös (la única ópera contmporánea de la programación), esto último con el sospechoso argumento de que de este modo se le daban más funciones al Ballet, necesitado de oxígeno tras la discutida gestión de Maximiliano Guerra. Ahora acaba de confirmarse la cancelación de Marcelo Alvarez para el cierre de la temporada con Andrea Chenier.

Esta última tal vez sea la más preocupante, no sólo por lo que significa en términos de promesas incumplidas sino porque además es casi incomprensible. Se parece lo que en el tenis se califica de error no forzado, sólo que en este caso habría habido tiempo de sobra para prever el revés.

Repasemos los hechos. Tras el debut inexplicablemente tardío de Marcelo Alvarez en el Colón en 2016 con Tosca, el ex director Darío Lopérfido hizo todo lo posible para volver a traerlo en la temporada 2017 (no hace falta aclarar que el tenor cordobés es una de las figuras más requeridas de la escena internacional).

En una conversación telefónica mantenida hace dos días, Fernando Pibernat, abogado argentino radicado en Milán que es el representante de Alvarez, me brindó los detalles de las negociaciones para la participación del tenor en la temporada 2017, como también los motivos de su frustración.

Primero se definió el título. Al principio -me explicó Pibernat- se habló de Aida, después se pensó en otra ópera que el representante no recordaba bien, y finalmente se acordó en Andrea Chenier. Restaba definir el tema de las fechas. Sería en el cierre de la temporada 2017, aunque Alvarez tenía un compromiso contraído con el Met de Nueva York para cantar en Turandot hasta el 18 de noviembre. El cantante explicó que no podía volar directamente de Nueva York a Buenos Aires , y que necesitaba volver a su casa de Milán para pasar unos días con su mujer

Marcelo Alvarez llegaría para los ensayos de régie en el escenario, lo que no debería suponer ninguna complicación.

y con su hijo. Convino con la dirección del Colón en que llegaría a Buenos Aires el 27 de noviembre. Durante 2016 no se habló más del asunto, hasta que en febrero pasado el representante de Alvarez recibió un “pre-contrato” del Colón (Pibernat me explicó que el Colón es el único teatro del mundo que hace “pre-contratos”), estableciendo fecha de arribo a Buenos Aires el 7 de noviembre. Pibernat pensó que se trataba de un error de tipeo (7 en vez de 17) y así se lo hizo saber al Colón, pero el Teatro le respondió que de todas formas la nueva dirección pretendía que Alvarez llegase antes de lo acordado con Lopérfido. Los motivos: que si no llegaba antes del 27 se iba a encontrar con un clima desfavorable, debido al supuesto resentimiento de otros artistas del elenco abocados al trabajo de ensayo desde el primer día.

Pibernat le recordó al Teatro que eso contrariaba lo acordado. El acuerdo implicaba que Alvarez llegaría directo para los ensayos de régie en el escenario, lo que no debería suponer ninguna complicación puesto que el de Chenier es un papel que hizo decenas de veces.

En marzo Pibernat estuvo en Buenos Aires y sólo logró comunicarse con la gente del Colón por vía telefónica. Alvarez esperó casi hasta fines de abril una respuesta, que no llegó. El tenor decidió cancelar su actuación de 2017, sin que esto clausure -aclaró- la posibilidad de otros proyectos a futuro con el Teatro. Según su representante, sólo una vez que Alvarez hizo pública su decisión el director Arturo Diemecke se comunicó con el cantante. Ya era tarde. Tal vez los tan mentados caprichos de los tenores de ópera no sean nada comparados con los de algunos directores de teatros líricos.w