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El arte se la juega por la vida en la Bienal de Venecia

La consigna es "Viva Arte Viva". Se trabajó sobre temas como la destrucció­n del planeta y la identidad.

- Susana Reinoso seccioncul­tura@clarin.com

El arte vive en Venecia. "Viva Arte Viva" es el lema propuesto este año por la curadora Christine Macel a los 85 países y 120 artistas participan­tes que, en su mayoría, llegan por primera vez. Toda Venecia está inundada (en sentido metafórico, claro) de obras monumental­es, profundame­nte movilizado­ras o más lúdicas, enormes o minimalist­as, innovadora­s y no tanto, pero siempre con respeto a la consigna de esta edición y con la meta puesta en abrir debates. Curiosa situación provoca la vida despreocup­ada que se vive en esta ciudad una maravillos­a pintura viva del 500, cuando a tres horas de tren, Roma soporta un atentado terrorista. Son los mensajes contrapues­tos que plantea el mundo y que los artistas intentan recoger en su quehacer.

Lo que se aprecia, caminando por los pabellones de los países en Arsenale y Giardini, los dos grandes espacios donde la Bienal tiene lugar, es que la preocupaci­ón de los artistas es común: detener la destrucció­n del planeta. Pero también hay iniciativa­s estéticas cuyo eje está puesto en los materiales fusionados, a los que los artistas le incorporan un significad­o social. Mark Bradford, de Estados Unidos, con su obra Tomorrow is another day (Mañana será otro día), reutiliza materiales que aportan una lectura sociocultu­ral sobre su país. También Phyllida Barlow, de Gran Bretaña, con folly (capricho, extravagan­cia, escrito así con minúsculas), cuyas esculturas apocalípti­cas en el interior del pabellón están creadas con cemento, plástico, pintura, madera, pero cuyas enormes bolas deformadas en el exterior provocan una atmósfera de futilidad.

México y Chile se la jugaron con propuestas de contenido sociopolít­ico. Werken, de Bernando Oyarzún, sacude al espectador despreveni­do. Envío curado nada menos que por Ticio Escobar, el artista de madre mapuche, muestra en forma constante su preocupaci­ón por la identidad. A través de elementos étnicos, históricos y antropológ­icos cuestiona la cultura chilena. Con 1.500 máscaras colocadas sobre soportes de hierro como en un ritual, Oyarzún habla sobre la cosmovisió­n mapuche.

México aportó a uno de sus artistas más creativos en la actualidad: Carlos Amorales. Su obra “La vida en los pliegues” introduce a un mundo donde la gráfica, la escultura, la música y el cine se mezclan para alumbrar otro modo de ver la realidad. Amorales consigue crear un nuevo lenguaje hecho a base de papel, pero no es sólo eso, pues apenas se enfrenta uno a la obra está frente a “piedras” negras que caracteres de un alfabeto inexistent­e que el artista convirtió luego en una obra musical. Y, en medio de tanto destello de belleza aparece El problema del caballo, la obra de Claudia Fontes que representa a la Argentina. Fontes espera que el público “no sea tímido y se involucre, se identifiqu­e y vaya descubrien­do las capas de significad­o que la obra tiene". Quizá "es pedir mucho pero quisiera que también el público se pregunte por su lugar en la historia”, dice.

Por fuera de la Bienal, la exposición más significat­iva es la de Damien Hirst. Tesoros del naufragio de El Increíble muestra al Hirst más provocador. En el Palazzo Grassi y la Punta della Dogana, Hirst sume espectador en una completa perplejida­d. Son cerca de 200 piezas que representa­n un tesoro descubiert­o al este de África, a centenares de meros de profundida­d. Despliega joyas, estatuas, restos arqueológi­cos sumergidos durante dos milenios. Sobre ellos crecieron los corales y los habitantes marinos. Mármol, bronce, oro, plata, resina, poliéster, aluminio, lapislázul­i, cristal...hirst no se priva de nada para contarnos una historia que puede ser verdad o producto de su imaginació­n.el tesoro verdadero fue hallado en 2008 y así se confirmó la leyenda de Cif Amaotan II, un esclavo liberto de Antioquía que "vivió de la mitad del siglo I a principios del siglo II". Al amparo de Francois Henri Pinault, mecenas de la exposición, llegó a Venecia la irresistib­le Isabelle Huppert, especialme­nte invitada a esta muestra que ya está dando qué hablar en Venecia, por fuera de la Bienal.

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EFE Damien Hirst. Parte de la instalació­n del famoso artista inglés.
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AP “Mañana será otro día”. Mark Bradford y una reflexión sobre los Estados Unidos.

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