Con gusto a whisky y algo más
En busca de un público más amplio, las marcas mezclan la tradicional bebida con frutas y otras yerbas.
Por fuera de la oleada dulce a base de miel que copó el mercado -y ayudó a captar paladares ajenos al whisky- la apuesta destilada viró hacia sabores más frutados e intensos como así también se codeó con varios primos etílicos.
El whisky cambió de piel, como si fuese una serpiente ambar y brillante que necesitaba picar distinto en nariz y boca, bien camaleónica, se metió a atrapar nuevos públicos gracias a la manzana, la cereza, la cerveza y el jerez. Cuestión de gustos, que le dicen.
Bebida iniciática de nuestros abuelos o padres, para el público sub 30 fue difícil un acercamiento directo con el whisky. “Es una cuestión de cambio generacional, el consumidor de whisky clásico está muriendo. Hoy hay que sorprender, brindarle una nueva puerta a este mundo”, indi- ca Ezequiel Rodriguez, a cargo del portfolio nacional de William Grant & Sons. En esta sintonía también está Emilio Pesquera, director de Compañía Premier: “El público al que apuntan estos sabores frutados son mujeres o jóvenes, que no tienen mucha experiencia con el whisky puro. Entonces se busca ampliar el paladar con tonos dulces. Son bebidas iniciadoras”.
Y hacia allí apuntaron las principales firmas, en búsqueda de nuevos clientes por fuera del estandarizado “whiskero viejo”. No por nada, en un reciente evento joven de Jack Daniel’s (ocurrido en un bar speakeasy palermitano) se ofrecía un trago de la bebida protagonista a base de manzana. Eso sí, para beberlo con hielo. Bien fresquito y efectivo.
Muy distinto a esto es el Jack Daniel’s Winter, un whisky para mandarselo tibio al buche y que sabe a sidra de manzana. ¿De qué trata? Este producto -que aún no se consigue en el país- se toma como si fuese un vino caliente y está orientado al mercado alemán, fanáticos de los vinos de invierno que aquí pasan de mano en mano en los centros de esquí. Esta bebida amanzanada llegó cerquita... a Chile. Entonces bien vale la pregunta con final abierto: ¿se lo verá en nuestro próximo invierno nevado cordi-
llerano?
Otras firmas que apostaron al fruto del pecado fueron la canadiense Crown Royal (ver fichas abajo) y la americana Jim Beam, con su versión Apple, esta última recomendada para tomar con hielo y agua tónica. Pero
como no solo de la manzana se vive, Jim Beam también apostó por la cereza negra (black cherry) y así surgió Red Stag, como una variante premium bien dulzona.
Del otro lado del charco, los whiskies europeos también se dispu- taron el cetro por aromas y gustos particulares. Pero, en esta ocasión, sin tanta fruta de por medio. Uno fue el caso de Jameson, cuya destilería en Dublin es cercana a la cervecería Franciscan Well, quien desarrolló una cerveza reposada en barricas utilizadas por el conocido whisky irlandés.
Cuando esos toneles fueron devueltos a su lugar de origen, en Jameson se pensó hacer el camino inverso: reposar el whisky unos seis meses en los toneles antes usados para la birra. Y así nació el Jameson Caskmates Stout. “En Estados Unidos fue un éxito entre los consumidores de cerveza artesanal que no tenían en cuenta al whisky como bebida de cabecera. Allá es muy común probar la cerveza artesanal con el shot de whisky al lado”, aporta Juan Manuel Gómez, gerente de whiskies de Pernod Ricard Argentina.
Por último, asomó el whisky Grant’s Sherry Cask, terminado en barricas de jerez. El proceso de creación se inspiró en el escocés Glenfiddich, un single malt que comenzó su añejamiento en barricas de roble americano -de primer uso con bourbon- y un roble europeo con primera utilización con jerez. “El proceso de reposo del Grant´s tarda de unos tres a seis meses, en donde se define el caracter de esta bebida, ideal para maridar con platos dulces como chocolates y que, por su caracter suave se puede acompañar con pescados”, cierra Rodriguez quien agrega a la lista el Ale Cask de Grant’s -reposado en barricas de cerveza pale ale- con ciertas notas a vainilla y caramelo.w