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Más aplausos para las directoras argentinas

“La novia del desierto”, con Paulina García y Claudio Rissi, fue muy bien recibida en las dos funciones en que se vio.

- CANNES. ENVIADO ESPECIAL Pablo O. Scholz Pscholz@clarin.com

La novia del desierto llegó a Cannes hablando bajito. La historia de una empleada doméstica (la chilena Paulina García), que se queda sin trabajo y va rumbo a San Juan para trabajar en una casa de familia, y se cruza en el santuario de la Difunta Correa con un puestero (Claudio Rissi), fue despertand­o simpatías.

“Hubo largos aplausos en las dos funciones, la de prensa y la oficial... Hoy (por ayer) fue un día de muchísimas entrevista­s, recibimos un feedback muy alentador, nos decían que tiene que haber más de estas historias en el cine, que la gente tiene que estar más conectada con la vida… Vendimos la película a un montón de países, y ¡bienvenido cualquier premio que venga!”, dice Cecilia Atán, codirector­a junto a Valeria Pivato en re- ferencia a los que puede haber esta tarde (ver El Jurado...) y mañana domingo. Al ser una opera prima, compite con todas las primeras películas que se exhiben en Cannes por la Cámara de Oro.

Cecilia y Valeria son insistente­s. Ante las preguntas, prefieren que las respuestas “no sean individual­es, porque venimos trabajando juntas desde hace mucho y deseamos mantenerlo”.

-¿Cómo surgió la idea de trabajar juntas?

-Nos conocimos siendo parte del equipo del dirección de Luna de Avellaneda, de Juan José Campanella, y desde ese entonces somos amigas. En el 2012 comenzamos a escribir juntas este proyecto.

-¿Cómo fue la génesis?

-Teníamos la idea de crear un personaje que estuviera en un espacio sin tiempo, en un no lugar. Teresa es una mujer de más de 50 años que, de pronto, queda a la deriva.

¿Cómo se dividieron las tareas?

-Durante el desarrollo del proyecto nos sentimos muy cómodas trabajando en dupla, la idea del set y de su natural urgencia nos preocupaba. Pero luego allí todo fluyó de manera muy natural y día a día fuimos construyen­do nuestra manera de codirigir, diferente a todas las que habíamos imaginado.

-El personaje de Teresa y el de El Gringo, ¿fueron escritos con los actores ya en la cabeza?

-Cada uno de los personajes tiene un camino singular.teresa fue el primer personaje que se nos materializ­ó y cuando Paulina García se incorporó al proyecto, todo cobró una nueva dimensión. Sabíamos que contábamos con una actriz sutil y delicada, y eso nos alentó a mantener ese temperamen­to del personaje durante toda la historia. Y con El Gringo nos pasó algo muy diferente. Es un personaje que se presentó en una escena específica y que poco a poco fue ganando su espacio, cobrando vida y fluyendo en su doble dimensión de atracción amenazante y seductora dulzura. Muchas veces durante el proceso de escritura, él nos sorprendió a noso- tras. Entonces, el desafío a la hora del casting era grande.

-Y pensaron en Claudio Rissi...

-A Claudio le acercamos el proyecto durante su primer año en la obra de teatro Terrenal, pero en ese momento estaba complicado para poder filmar fuera de Buenos Aires. Finalmente el rodaje, que en un principio estaba planeado para el mes de junio, se pasó para noviembre, y entonces el calendario se despejó, e inmediatam­ente Claudio fue nuestro Gringo.

-¿Cuánta importanci­a le confieren al espacio abierto, al desierto?

-El desierto ha sido para nosotras un personaje más. La concepción de los encuadres y el formato de la película se decidieron en función de esta idea, al igual que la construcci­ón de los ambientes sonoros y la ambientaci­ón de los decorados.

-¿La película es una road movie, en lo que más importa es el desarrollo del viaje para los protagonis­tas, que llegar al destino?

-Si bien relata un viaje literal (y metafórico) a través del desierto cuyano, no nos sentimos cómodas con encasillar­la en un género. Y lo mismo con el tono, ya que si bien las circunstan­cias del personaje al comienzo del filme son dramáticas, con el transcurri­r del viaje esa sensación cambia para convertirs­e en una atmósfera más liviana, esperanzad­ora y con varios momentos de humor. Como bien mencionás, lo más importante es el devenir y no tanto el destino.

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De gala. Pivato, Rissi, García y Atán, disfrutand­o el glamour de Cannes.

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