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Cornell descansa en Los Angeles

- Silvia Maestrutti Especial para Clarín

Cerca de los rockeros Johnny y Dee Dee Ramone y de glorias del cine dorado como Judy Garland y Rodolfo Valentino, uno de los íconos de Seattle, Chris Cornell (52), terminó encontrand­o descanso final en el cementerio Hollywood Forever de Los Angeles.

Desde ayer a la tarde, después de que sus familiares, sus compañeros de su banda Soundgarde­n y amigos famosos como Brad Pitt, Pharrell, Dave Grohl, Dave Navarro, Jimmy Page, Courtney Love, Lars Ulrich y James Hetfield lo despidiera­n en un funeral privado, los fans del cantante ya pueden ir a rendirle tributo.

Al 6000 de Santa Monica Boulevard, este cementerio es un lugar muy visitado por turistas y locales que los fines de semana se acercan atraídos por las tumbas de los famosos o a mirar películas (hoy daban Intriga Internacio­nal, de Hitchcock) sentados en el césped.

Sabrá su esposa Vicky por qué eligieron enterrar aquí las cenizas de Chris y no en Seattle, la ciudad donde nació y se hizo famoso. Y donde Courtney Love tiró en un rio las cenizas de Kurt Cobain, el otro hijo pródigo de la ciudad, líder de Nirvana, que se suicidó en 1994.

Por el momento, la muerte de Cornell, el jueves 18 en un hotel MGM de Detroit, también está señalada como suicidio, pero está por verse. Su esposa Vicky cree que pudo haber tomado en exceso drogas que le habían prescripto para calmar su ansiedad de ex adicto.

Como sea, Hollywood es un buen lugar para despedir a un talentoso músico que además de hacer historia con Soundgarde­n, Temple of the Dog y Audioslave, también compuso canciones para películas, empezando por el primer James Bond que interpretó Daniel Craig y terminando con la canción para The Promise, una película sobre el genocidio ar- menio protagoniz­ada por Oscar Isaac y Christian Bale.

En abril, promovió en Londres la película junto a George Clooney. Tenían un amigo en común, Brad Pitt. En enero, Chris y Brad participar­on de un beneficio en Malibu junto a Sting, donde cantaron Cada vez que respiras de The Police y Black Hole Sun, el himno de Soundgarde­n. “Devastado” escribió Pitt el jueves.

Bono lo recordó como un hombre dulce y le dedicó un tema a su viuda, “su leona”, el fin de semana pasado en el Rose Bowl de Pasadena. El cantante de Imagine Dragons pidió un minuto de silencio en la entrega de los premios Billboard. Tom Morello le dedicó un poema hermoso.

Pero fue su esposa la que le escribió la carta más emotiva. Habla de cuanto amaba a los hijos que tuvieron en común, Tony (12) y Christophe­r (11) y promete cuidárselo­s. “Qué lástima que estabas solo, yo sé que no eras vos, tus hijos también, podés descansar tranquilo”, le dice su mujer en referencia al post concierto en Detroit, cuando después de hablar por teléfono y notarlo raro, le pidió a un guardaespa­ldas que vaya a su cuarto, pero ya era tarde.

Recién ahora surge que los últimos seis años de su vida el músico había elegido como ancla para vivir en familia el piso 21 de una torre en South Beach, en 100 South Point Dr., con vistas espectacul­ares del océano y la bahía.

“Si mirás el mapa es lo más lejos que te podés ir de Seattle. Nunca hubiera pensado que me iba a gustar por la humedad y el calor, pero me gusta”, le dijo Cornell al Tampa Bay. La dueña del piso, que se lo alquilaba por 30 mil dólares mensuales cuenta que él y su familia no eran de hacer ruido.

También tenían una casa en New York, desde donde viajó aquel miércoles para cantar en Detroit, su última parada, antes del Forever Hollywood.

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Otros tiempos. Chris Cornell y su esposa Vicky.

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