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Hasta el más mínimo detalle...

Lograr que sus tattoos tengan realismo fotográfic­o, esa es la especilida­d de Yeyo Molina, todo un artista.

- Pablo Raimondi praimondi@clarin.com Producción: Luis de Gouveia.

Enero de 2017: cuadra y media de cola en San Francisco Solano (Quilmes) para sacar turno el día en que un local de tattoos “abrió su agenda”. Junio (5 meses después): Hay que esperar seis meses, desde la fecha, para que una parte de tu cuerpo se inyecte con tinta por sus manos. ¿Quién es el artista requerido? César Yeyo Molina (31), la sensación nacional del tatuaje realista que ganó varios premios en el Tattooshow de La Rural, la convención nacional más importante.

Al entrar a Yeyo Tattoos, el ruido de la máquinita -cuya aguja penetra una y otra vez la piel con tinta- hipnotiza. Al fondo del local asoma una dura historia de vida hecha sangre y tinta. Yeyo está tatuando a Nicolás Fernández (22) y antes hizo lo mismo con su papá Norberto (51). “Los dos nos hicimos la cara de Lucas (25), mi hijo mayor, que falleció hace nueve meses”, cuenta emocionado el padre mientras muestra su black&grey recién hecho en el pecho.

Al terminar el tattoo, Molina recuerda sus orígenes. “Empecé a tatuar hace unos 17 años, a amigos. El aprendizaj­e lo hice con el blanco y gris. Luego empecé a meterle otros pigmentos, escalonada­mente. Hoy soy un amante del full color”, comenta, además de confirmar que fue invitado a tatuar en agosto a la Ink Bash de Estocolmo, Suecia.

Con referentes como Víctor Portugal, Robert Hernandez, Dmitry Samohin y el argentino Roberto López, Yeyo reconoce que busca llegar al máximo nivel de realismo. “Con una barba, por ejemplo, para que te quede como una foto hay que trabajar mucho la profundida­d y la luz. Hay tatuadores que trabajan muy bien pero no le pegan a la gama de colores, entonces deja de ser realismo”.

-¿Por qué elegiste este estilo?

-Porque te exige muchísimas técnicas, es la más difícil. No me especializ­o en neo-tradiciona­l u old school en dónde la ejecución es un poco más cuadrada, con líneas gordas y colores planos.

-¿Cuál es el secreto para hacer un buen tatuaje realista?

-Primero, tener una foto bien nítida, con buenos colores. Segundo, resaltar los colores, exagerarlo­s, tornarlos más brillantes usando mayores intensidad­es en cada color de tinta para lograr un mejor contraste. También ver bien en dónde tatuar y el tipo de piel. Agarrá una hoja blanca y otra más marroncita y pasale un fibrón rojo: es el mismo pigmento pero con la diferencia de que en uno tiene más contraste que en el otro. En Argentina es difícil encontrar pieles bien blancas, lo habitual es trabajar con pieles más morochas. Yo soy uno de ellos.

-¿Cómo progresar?

-Con paciencia; si a la quinta hora de tatuar te aburrís, estás en el horno. La frustració­n siempre te camina al lado. También hay que ser autorrefle­xivo y muy crítico. Yo, cada fin de semana repaso el laburo de los cinco días previos observando a fondo las fotos que les saqué a cada tattoo que hice.

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