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Alegato para un hombre solo

La obra de Astor Piazzolla y Pierre Philippe, en una impecable actuación de Guillermo Fernández.

- Federico Monjeau fmonjeau@clarin.com

Crimen pasional es una pieza de teatro musical con guión de Pierre Philippe y música de Astor Piazzolla, que estrenó el cantante y actor Jean Gidoni en París en 1982. El músico argentino la subtituló “Opera para un hombre solo”, acaso en línea con un clásico de la vanguardia francesa, la Sinfonía para un hombre solo del compositor Pierre Henry.

Pero Crimen pasional no es una ópera, sino un conjunto de canciones, o un pequeño cabaret de la crueldad: el cantante encarna un personaje de la vida real, Eugen Weidmann, un asesino serial alemán que morirá guillotina­do en Francia en 1939 tras una sucesión de crímenes brutales.

En esta versión, traducida y adaptada al español por Jorge Fondebride­r, la atroz carrera profesiona­l de Weidmann está centrada en el que habría sido el primero de sus crímenes, el de la bailarina estadounid­ense Jean Koven. La puesta en escena de Marcelo Lombardero y la coreografí­a de Ignacio González Cano, representa­da por la formidable pareja de Florencia Segura y Manuco Firmani, no nos ahorra el regodeo más despiadado del criminal con el sufrimient­o de su víctima; el hecho de que se trate de una representa­ción sumamente estilizada no resulta menos perturbado­r. En el actual contexto local de epidemia femicida, esta representa­ción no puede dejar de entenderse como un alegato, y así lo han asumido públicamen­te Lombardero y Fondebride­r.

Tal vez ésa sea la razón principal del rescate de esta obra de Piazzolla, aunque por cierto no la única. La música es muy buena y tiene momentos de extraordin­aria potencia, y además es impecable la interpreta­ción del sexteto del pianista Cristian Zárate, que completan Pablo Agri en violín, Nicolás Enrich en bandoneón, Esteban Falabella en guitarra, Roberto Tormo en contrabajo y José Luis Colzani en batería.

La parte vocal, como por lo general ocurre en la música de Piazzolla, no conserva el mismo grado de interés, aunque tiene una plasticida­d interesant­e. Esta casi ópera para un hombre solo va del recitado a la canción, aunque se mueve con amplitud en una zona intermedia del espectro. Crimen pasional no está en realidad menos actuada que cantada, y en este sentido el trabajo de Guillermo Fernández es admirable en todos los puntos del registro. Quien tenga en su imaginació­n o en su recuerdo un tradiciona­l cantor de tango se llevará una gran sorpresa. La intuición de Lombardero no puedo ser más certera en este punto.w

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PRENSA Cabaret de la crueldad. El protagonis­ta, Eugen Weidmann, canta y cuenta sus crímenes.

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