“Por qué no le habré partido el grabador en la cabeza a Videla”
Ayer ganó el premio Moors Cabot, a la excelencia periodística. En tiempos de redes, apuesta al buen relato.
Acaba de ganar uno de los premios internacionales más prestigiosos : el María Moors Cabot, que otorga la Universidad de Columbia, de Estados Unidos, para reconocer a periodistas. Martín Caparrós conversa con Clarín desde Madrid y, sin embargo, una de las primeras cosas que remarca es su próximo artículo. Está a punto de publicarse en la edición en español de The New York Times y lo talló conviviendo con guerrilleros de las FARC en uno de sus campamentos. Esos que con la paz “tienen que reinventarse después de pasar 20 o 30 años en la selva”. El próximo 10 de octubre, en la ceremonia, Caparrós recibirá una medalla de oro y 5.000 dólares. Pero el premio significa mucho más que eso: “Me alegra porque suele darse al periodismo más duro, al de investigación; al dármelo están reconociendo el peso más narrativo de la crónica, me da gusto”, dice.
Este año, el Moors Cabot también distingue a la columnista brasileña Dorrit Harazim y a los estadounidenses Nick Miroff (Washington Post) y Mimi Whitefield (Miami Herald). Hubo, además, una declaración especial condendando las “condiciones brutales” que enfrentan los periodistas en México.
Caparrós es autor de once novelas, de rigurosas crónicas y de casi una veintena de libros de no ficción. Desde el voluminoso La Voluntad (publicado en 1997 y coescrito con Eduargo Anguita), que retrata la militancia revolucionaria de los ‘70, hasta El hambre (2014), investigación que lo llevó a viajar por el mundo buscando las causas y que derivó en un libro que ayer elogió el jurado de la Universidad de Columbia.
- En la era de las redes sociales y la inmediatez, ¿qué tipo de textos periodísticos lee la gente? Destacabas el premio como reconocimiento al peso narrativo en la crónica...
- No creo en “la gente”. Hay personas que quieren leer ese tipo de cosas y hay personas que no. Justamente, en un momento en que la noticia pura y dura se difunde muy rápidamente por las redes, creo que el periodismo tiene que buscar otras formas y algunas de esas formas son el análisis y
el relato. Eso es algo que la inmediatez no puede hacer y, en este momento, se puede cumplir de la mejor manera: contar lo mejor posible y pensar sobre lo que se está contando.
- Podrías elegir alguno de los trabajos de tu obra. ¿Por qué ese? -
Me gustaría pensar que siempre el
texto que más importa es el próximo. Te puedo mencionar cuando fui a Sri Lanka a tratar de ver cómo era la pedolifia allí y tuve que pasar días entre esa gente. Lo menciono por cómo me afectó, fue muy duro pasar días conviviendo con tipos que viajaban para cogerse chicos.
Muchas veces el periodista tiene que estar en situaciones en las que preferiría no estar. En el ‘91, por ejemplo, caminé varios metros junto con Videla haciéndole preguntas. Después me preguntaba por qué no le había partido el grabador en la cabeza.