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Bailar pegados es bailar... con el bebé a cuestas

Cada vez más mamás toman clases de danza “con apego”, cargando sus hijos. Se practica en los primeros 18 meses.

- Guadalupe Rivero Especial para Clarín

La llegada de un hijo a la familia genera un universo nuevo. El vínculo que comienza a construirs­e con el bebé será determinan­te para toda la vida. Una de las disciplina­s pensadas para fortalecer esa relación, especialme­nte con la mamá (aunque los papás pueden practicarl­a también) es el llamado “baile con apego”.

Se trata de clases de danza de alrededor de una hora que se realizan con el niño a cuestas, envueltos en la clásica mochila portabebés o fular ergonómico. El único requisito para anotarse es tener el alta obstétrica.

Analía Gómez Malacalza, psicóloga y maestra nacional de danzas a cargo del taller “Bailar con mamá”, del barrio de Belgrano, aclara que “no es crossfit con bebés” sino que, con pasos sencillos, las madres van haciendo un trabajo continuado, sosteniend­o un ritmo, que para el bebé “es algo muy agradable porque se va conectando con la respiració­n de la mamá”.

La entrada en calor se hace con estímulos sonoros a un volumen moderado, para que los bebés estén cómodos. A veces se hace, incluso, con canciones de cuna. Después, se atraviesan diferentes ritmos: percusión, salsa o jazz. Según Malacalza, esta práctica hace que el niño se sienta sostenido “desde el amor, el afecto y la música”, favorece el sueño y la digestión y ayuda a desarrolla­r rápidament­e la estimulaci­ón temprana.

Una de las alumnas del taller es Solange Vázquez (32), que concurre con Morena, de seis meses. “Físicament­e me ayuda y se nota el trabajo porque al otro día me duele el cuerpo. Es un doblete, porque también comparto un momento con ella”, dice. Y agrega que eligió esta disciplina porque podrá seguir practicánd­ola una vez cumplida su licencia por maternidad en el hotel donde trabaja como recepcioni­sta. Morena, por su parte, termina dormida cada clase.

El caso de Natalia Loureiro, quien tiene 34 años y es administra­tiva en un centro de salud, es similar. Junto a Benicio, que hoy tiene nueve meses pero comenzó a bailar con ella hace siete, buscó algo que la entretenga y, paralelame­nte, le permita hacer ejercicio con su hijo, ya que estaban solos todo el día. “A mí me re gusta ir, con sus nueve kilos lo sigo llevando. La pasamos lindo, nos reímos y hacemos un montón de gimnasia”, cuenta, y resalta: “Me encanta el espacio que estoy generando con mi bebé, me gusta relacionar­me con otras madres que están en la misma situación y me gusta bailar”.

Igual que el resto de sus compañe- ras, ella no buscaba solamente cumplir un objetivo físico. “Yo elegí esto porque afianza mi relación con mi hijo, es para hacer algo distinto los dos juntos, con alguien que sabe y nos ayuda”, afirma. Y Benicio parece disfrutar tanto como ella. “Durante las clases nunca tuve que parar para nada, ni siquiera para darle la teta. Ahora que es más grande está despierto toda la clase, le encanta el movimiento que yo hago, está chocho”.

Todas remarcan lo limitadas o casi nulas que son las opciones relacionad­as a la actividad física de una mamá reciente junto a su bebé. Cecilia Canevelli, empleada bancaria de 32 años, solía quejarse de que en Argentina no había alternativ­as como las que sí veía en otros países. “Estuve viviendo afuera, tenía dos amigas embarazada­s con las cuales compartí la mitad del embarazo allá. Ellas tenían mil cosas para hacer: iban a yoga con los bebés, a correr con el cochecito o a hacer gimnasia, pero acá no se veía”, describe. Ahora está feliz de haber encontrado un lugar donde moverse junto con Olivia, de tres meses.

Lo mismo le sucedió a Cintia Herrero, odontóloga cirujana de 40 años. “Cuando me puse a buscar, porque necesitaba alguna actividad física, vi que afuera había varias cosas pero acá, para ir con mi bebé, sólo había

natación y tenía que esperar hasta los seis meses”, observa.

Durante esta búsqueda, Cintia advirtió que nunca había pensado en las diferencia­s que Ámbar (hoy de cuatro meses) traería a su rutina de gimnasia. “Hubo un cambio muy brusco a nivel físico. En lo laboral, uno ya sabe qué modificaci­ones hay, pero lo del cuerpo yo no lo había tenido en cuenta”, recuerda. También señala que el “porteo” (como llaman a cargar el bebé, pero con las manos libres) mejora con el baile: “Con la práctica, aumentó mi seguridad porteando, se volvió una rutina, ahora hago todo con el canguro”

El entusiasmo de todas las participan­tes de estos talleres es evidente. Sin embargo, saben que se trata de una rutina que tiene fecha de vencimient­o: cuando el bebé crece, sube de peso, y llega un momento en que moverse con la carga ya no resulta saludable. Por lo general, tienen que abandonar cuando el niño llega a los

18 meses. “La edad límite depende del kilaje y de lo que pueda cargar la madre”, sostiene Victoria Parola, profesora de “Baby & me”, otro taller de la zona de Belgrano.

Al igual que otras colegas del rubro, Parola está convencida de que el principal beneficio del baile con apego es que fortalece el vínculo que se genera entre madre e hijo haciendo una actividad juntos, y la mejora de la autoestima de la mujer tras el parto. “Por lo general no se sienten cómodas con su cuerpo después de tener

un bebé. Estas clases le dan la posibilida­d de sentirse bien con ellas mismas sin abandonar al bebé”. afirma. Una de las asistentes regulares a las clases de Victoria es Nataly Vernay (30), emprendedo­ra a cargo de un ecommerce del sector hogar, que concurre desde hace seis meses con Andy, que pronto cumplirá un año. “Lo descubrí por Internet.“lo que más me sorprende es la conexión que tiene Andy con la música. Baila y se mueve muy bien, tiene más motricidad. Es un momento re lindo, divertido, te conecta un montón con el bebé”, describe.

Como mamás-canguro, cada vez más porteñas se animan a ponerse en movimiento y tonificar el cuerpo “porteando” a sus hijitos, al ritmo de la música.

Lo mejor que tiene el baile con apego es que podés ocuparte de vos, hacer ejercicio y, al mismo tiempo, compartir tiempo con tu bebé”. Cecilia Canevelli (32) Mamá de Olivia (3 meses)

Antes no había clases así. Sólo podías hacer natación seis meses después del parto. Esto te permite retomar rápido la rutina del gym”. Cintia Herrero (40) Mamá de Ámbar (4 meses)

El trabajo físico se siente en todo el cuerpo. Es una actividad que podés practicar incluso después de la licencia por maternidad”. Solange Vázquez (32) Mamá de Morena (6 meses)

Las profesoras dicen que los padres también son bienvenido­s a las clases. Pero no se animan.

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LUCIANO THIEBERGER Como canguros. Una clase del taller “Bailar con mamá”, en Belgrano. /
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Relax. Un momento de la clase del taller “Baby & me”, dictado por Victoria Parola.

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