Bailar en el aire
Crítica
Muy buena Rastros Compañía: Abismo Danza Dirección: Ana Armas Sala Centro Rojas, Corrientes 2038 .
Ana Armas tiene una trayectoria importante como bailarina contemporánea y un buen dominio en la peculiar técnica de la danza aérea, que adquirió en la compañía de Brenda Angiel. Rastros es su primera creación autónoma como coreógrafa y en ella volcó estas dos experiencias. Y no sólo eso, también la carrera de psicología en la que se formó incidió en la elección del tema de la obra: los recuerdos, el inconsciente, la construcción de los sueños.
El resultado es un bello trabajo, en el que el horizonte de la danza se expande gracias a las dimensiones es- paciales y dinámicas aportadas por los recursos de los arneses y que permiten volar, descender livianamente o sostenerse en el aire todo el tiempo que una escena lo requiera.
Un logro fantástico de Rastros es que la danza aérea se imbrica tan sólidamente (y tan levemente) con la danza “a tierra”, que aquello que transcurre en el aire nunca parece una destreza sino la consecuencia más necesaria de lo que se está contando. No esperemos, de todos modos, en esta obra un relato o un argumento lineal. Los cinco intérpretes se mueven en un mundo mucho más sugerido que concreto, se organizan y se deshacen como una materia en permanente transformación. Entre las varias escenas, hay una particularmente hermosa y elocuente: un hombre y una mujer ubicados en extremos opuestos (uno sobre el piso, otro en el aire) de una soga a la que están sujetos por arneses; distintos impulsos les permiten alejarse, acercarse, entrelazarse, separarse. Es una preciosa metáfora de un vínculo amoroso y que ciertamente está despojada de toda literalidad.
Los cinco estupendos intérpretes son Amanda Berrueco, Rodrigo Calvete, Milagros Coll, Mariela Loza, Gastón Santos y Lucila Schmidt. Una discreta reserva podría hacerse respecto de la banda sonora, que en general parece ir en una dirección opuesta a lo que la escena propone.