Luces y sombras del misterio
Los anzuelos de El jardín de bronce se soltarán, por fin, hoy a las 21 por HBO. Unas cabezas en las sombras, y otra en sangre, se inundarán de luz natural en el octavo y final episodio de esta miniserie de HBO. ¿Qué había ocurrido con Moira, la hija de 4 años del arquitecto Fabián Danubio -Joaquín Furriel-, quien expandió su búsqueda en raros escenarios en claroscuro de Buenos Aires? “Estuve con el hombre del jardín”, había dicho la nena en el episodio inicial y al otro día desapareció.
Esta realización (la más vista de HBO en Latinoamérica en todo 2017) tiene producción local de Pol-ka y se basa en la novela policial El jardín de bronce, de Gustavo Malajovich, que desplegó sus armas en un guión de tonos diversos: a veces gris, luminoso en otras, aunque siempre al servicio del misterio que dirigieron Hernán Golfrid y Pablo Fendrik.
Pero detrás de la cámara enfocada siempre en Furriel o en personajes queribles como el detective perdedor César Doberti -Luis Luque-, hubo otros ojos para remarcar el tono dramático, que hoy tendrá su liberación: el Director de Arte, Marcelo Salvioli.
El enigma se plasmó en sus manos. Él tramó los bocetos y las atmósferas en pantalla que exigía el guión (y exponía el título): un espacio vegetal, no sólo urbano, donde continuar la pesquisa. Unos objetos de bronce. Un arma homicida y unas pavorosas cabezas seriales.
Premiado escenógrafo, dibujante y pintor platense, Salvioli revela que investigó técnicas acerca de viejas esculturas para sustentar el foco dramático: “Logré innovar dentro de un tipo de decorados y ambientes prefijados, y cada luz incide en forma realista en lo que cuenta El jardín de bronce. Fue una gran experiencia, con riesgo y muchas satisfacciones”, expone.
Detrás o alrededor de Danubio, otros caracteres exponen sus miedos y hasta sus silencios. En el primer episodio se vio a su mujer, Romina Paula, junto a su tía, a cargo de Norma Aleandro. Luego aparecieron Daniel Fanego y Julieta Zylberberg como dos policías de rara empatía, entre otros. Como un sombrío personaje adicional los envuelven los recovecos de Buenos Aires: esa fue otra labor de Salvioli. “Una tarea muy interesante fue en el interior del viejo Palacio Barolo, en Avenida de Mayo al 1300, donde instalamos la oficina del detective Doberti”, dice.
No es un secreto que ese monumento histórico nació en 1920 inspirado en la Divina Comedia, de Dante Alighieri, con sus círculos infernales. ¿Cómo atenuar el lugar común en la pantalla? “Ese es el rol de la Dirección de Arte. Realzar lo visual sin caer en cosas trilladas para reflejar un argumento policial y también metafísico”, amplía Salvioli. “Pero lo mejor es que un espectador no se pregunte demasiado por estas cosas. Que dé como natural el objeto más extraño delante de la cámara, y que eso sea funcional a la dramaturgia. A eso aspiré con mi trabajo, a partir de una puesta riesgosa y una narración meditada”. Esta noche sus bocetos cobrarán forma definitiva: El jardín de bronce iluminará su verdad.