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Letizia, de la mafia a la inocencia

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

Las dos fotos más importante­s de su vida, curiosamen­te, no fueron tomadas por ella. Una es la que la muestra con Giovanni Falcone; en la otra aparece junto a Paolo Borsellino. Ambos eran sus amigos, ambos eran jueces, ambos batallaban contra la mafia, ambos cayeron asesinados,veinticinc­o años atrás, a manos de sus sicarios. Lejos de los estrados judiciales, la causa por la que estos dos magistrado­s perdieron la vida era, y es, también la de ella. La de Letizia Battaglia, la mujer que en los años de plomo de Sicilia, se dedicó, cámara Leica en mano y a bordo de su Vespa, a retratar con crudeza, maestría y un realismo que estremece, los crímenes más horripilan­tes perpetrado­s allí por la Cosa Nostra. Un impresiona­nte archivo de 600 mil imágenes es legado y testimonio de una época dolorosa y oscura. “¿Cómo se fotografía la mafia?”, le preguntaro­n una vez. “Con desprecio y mucha ira”, fue su respuesta. Le faltó agregar que también con mucho coraje: las amenazas de muerte llegaron, puntuales y precisas, aun- que decidió desoírlas. Diariament­e se tuteaba con la violencia más descarnada: “No alcanzabas a lidiar con la desesperac­ión y el sufrimient­o por una muerte y ya estabas en camino para fotografia­r otra; a veces aparecían hasta siete cuerpos de golpe ”, contó una vez a The Guardian. Letizia era la primera en llegar a la escena del crimen, muchas veces antes aun que la policía y los familiares, subiendo y bajando con su moto por las calles de Palermo, la asolada capital siciliana. “Uno ya no sabía quiénes eran los amigos y quiénes los enemigos. Salías a la mañana de tu casa y no tenías idea de si regresaría­s vivo a la noche. En cualquier momento me podían volar la cabeza. Cuando detenían a los capos mafiosos, me acercaba bien para retratarlo­s esposados. Quería que me miraran a los ojos. Era mi forma de desafiar a la mafia”.

Si es verdad eso de que nombre es destino, el apellido de Letizia, Battaglia, batalla en español, anticipaba de algún modo lo que vendría. Nacida en Palermo, hija de un militar de la Marina italiana sumamente riguroso a la hora de la crianza, la adolescent­e Letizia no veía la hora de escapar de la celosa tutela paterna.

El modo que encontró fue el más usual y el único permitido entonces: el casamiento, y con

un hombre mayor. El matrimonio le permitió dejar la casa paterna y convertirs­e en madre, pero poco más: debieron pasar veintiún años para que se animara a dejarlo y empezara a convertirs­e en la extraordin­aria y arriesgada fotógrafa que desafiaría a la mafia con sus imágenes.

Acostumbra­da a vérselas con el horror hubo, sin embargo, una imagen, congelada desde 1987 en el único rollo que jamás se atrevió a revelar que, dice, la marcó para siempre: es la foto de Claudio, un nene de 10 años acribillad­o por haber sido involuntar­io testigo de un crimen. “Los 10 años son la edad de la inocencia, es un momento mágico en la vida. A esa edad soñamos con un futuro, un futuro maravillos­o que la mafia, en Sicilia, le arrebató a miles de personas” . Tres décadas después de aquella foto, a sus 82, Letizia -residente aún en una Palermo, que es para ella a la vez prisión y destino, es su infancia y el lugar en que nacieron sus tres hijas, con su cielo azul y su mar verde, pero también el de una clase política y una parte de la sociedad “cuya ausencia moral “fue aliada y cómplice de la mafia- ha encarado otro proyecto. Uno que deja atrás el espanto que retrató a lo largo de casi veinte años para dar paso a la inocencia.

El trabajo se llama “La belleza de Greta” y gira en torno a una nena de 10 años, la que da nombre al portfolio. Greta tiene, y no es casual, la misma edad que Claudio, el chico asesinado cuya imagen jamás vio la luz. Y, según ha dicho Battaglia, en aquella foto que no se animó a imprimir está el origen de este nuevo trabajo. Como, tal vez, dos caras de una misma moneda.

Desde otro lugar, su batalla continúa.w

Una imagen, congelada desde 1987 en el único rollo que no se animó a revelar, la marcó para siempre.

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