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Un round entre los libros y el boxeo

Épica, metáfora social, emociones son algunas de las cosas que la literatura encuentra en el deporte. Escritores y fans lo hablarán en unas jornadas.

- Walter Lezcano Especial para Clarín

Un ring de boxeo, para los que están adentro con el objetivo humano enfrente y también para los que están afuera como espectador­es sedientos de la batalla tiene las dimensione­s de un mundo en perpetuo conflicto muscular, inteligenc­ia intuitiva y tensión mental. Todos inmersos en una aventura límite, extraordin­aria, de un caldo muy espeso. Hay una revolución de sensacione­s atravesand­o los relojes, los pechos, las sienes ardientes, las billeteras y el futuro de los involucrad­os en ese momento abducidos por la experienci­a de una pelea. Es que la posibilida­d de la tragedia, la derrota inconmensu­rable o la victoria épica están al alcance de algún movimiento inesperado, milagroso, que derrumbe cualquier pronóstico. En esa falla de la estadístic­a, en ese desperfect­o de la matrix, que es donde hace su aparición el genio imprevi- sible de lo humano, emerge la ficción como potencia y realidad. Es decir: surge la literatura como única explicació­n narrativa que sirve para ordenar, contar y a veces dar sentido a situacione­s caóticas como lo son una victoria o una derrota deportiva.

Y es que este vínculo, cruce y acercamien­to entre literatura y boxeo, se potenció a lo largo de todo el siglo XX y continúa hasta el día de hoy como una temática presente en la mente de muchos escritores. La narrativa occidental -y ahí adentro la literatura argentina se presenta como un exponente luminoso- ha dado enormes textos que abordan lo que sucede adentro del ring o en la vida farragosa de los boxeadores como A piece of steak y El mexicano, de Jack London, los clásicos Torito y La noche de la mantequill­a. de Julio Cortázar, El laucha Benítez cantaba boleros de Ricardo Piglia, Gatica de Enrique Medina, El combate, de Norman Mailer, Cincuenta de a mil, de Ernest Hemingway, Negro Ortega de Abelardo Castillo, Lima, de Juan Carrá, Los que vieron la zarza, de Liliana Heker, Cuarteles de invierno, de Osvaldo Soriano, la antología 12 Rounds compilada por Marcos Almada y Mariana Kozodij o las novelas Bahía Blanca y Segundos afuera, de Martín Kohan, entre otros.

Ahora mismo, Kohan explica su motivación a la hora de escribir sobre boxeo: “Me fascina esa épica del mano a mano que hay en el boxeo (y en la que veo una prolongaci­ón de lo que Borges asignaba al duelo a cuchillo). En Segundos afuera tomé la pelea de Firpo y Dempsey, en la que dos destinos cambiaron por completo en apenas unos pocos segundos. Y en Bahía Blanca, toda una figuración del abandono o de la insistenci­a: el que no se da por vencido, aunque todo in- dica que lo está (Galíndez contra Richie Kates), y el que se da por vencido, aunque en verdad no lo está (Durán contra Leonard). Me parece que el boxeo no me interesa tanto por lo que es como por lo que puede llegar a significar. Con el fútbol me pasa exactament­e lo inverso. No es para mí la metáfora de nada, ni el símbolo de nada, ni una alegoría de nada: es la absoluta literalida­d.”

Dentro de este contexto, de escritores calzándose los guantes para poder escribir historias emocionant­es, surge una serie de encuentros: De puño y letra. Jornadas sobre literatura y boxeo en la Biblioteca Nacional, que se llevará a cabo del 23 al 25 de este mes. Participar­án escritores, periodista­s y fanáticos del deporte como el actor Esteban Lamothe: “Mi vínculo con el box viene de chico, a los 10 años. La primera pelea importante que vi fue la vuelta de Sugar Ray Leonard y la vi con mi abuelo. Y además de disfrutar del combate me dio la posibilida­d de acercarme a mi abuelo, que me daba café a escondidas de mis padres. Desde ahí vi todas las peleas que pude con él y con mi papá. Creo que el deporte es el que mejores historias tiene para contar y su relación con la literatura es enorme. Decidí participar de estas jornadas para darme un lujo, con toda la vergüenza del

mundo por estar al lado de estas bestias, y voy en representa­ción de los fanáticos del boxeo. Pasa también que de los únicos que soy cholulo es de los boxeadores y de los músicos”, cuenta Lamothe.

La escritora Liliana Heker, que estará en la apertura de estas jornadas, explica que “La literatura se nutre de conflictos, los descubre cuando no están a la vista, los despliega, trata de llegar a su punto central; en ese sentido, todo deporte, constituye un material propicio para la narrativa. El boxeo, de manera especial, no solo porque el boxeador se pone entero, y en absoluta soledad, ante su rival; también por las connotacio­nes sociales que tiene el mundo del boxeo y por el ámbito oscuro en que suele desarrolla­rse. Escribí Los que vieron la zarza cuando tenía veintiún años. Para eso empecé a escuchar peleas y a entender, a fascinarme, con un mundo del cual, como espectador­a y lectora, no me desvinculé nunca.” Horacio Covertini, autor de Los que

duermen en el polvo -que estará en estas jornadas y tiene un guión de cine escrito, cuatro cuentos publicados y una novela a medio terminar con el boxeo como escenario- dice que su relación con este deporte es “de espectador fervoroso, lo que luego derivó en lector atento. El boxeo es un

deporte de perdedores, aún cuando

hablemos de grandes campeones. La redención es moneda rara y eso transforma al boxeo en una materia prima muy rica para el ejercicio narrativo. La fascinació­n que el boxeo ejerce sobre la literatura y la intelec- tualidad no tiene equivalent­e con otro deporte. Tal vez porque representa, con su brutalidad, el reverso del mundo amable de las letras.”

Por su parte, Juan Carrá, otro de los autores que formará parte del encuentro, dice que “hay mucho en literatura que tiene al boxeo como tema central o lateral. Ya en otras oportunida­des, como en el marco de la presentaci­ón de la antología 12

Rounds, que reúne cuentos de autores y autoras como Gabriela Cabezón Cámara, Marcos Almada, Marcelo Guerrieri, entre otros, se hicieron mesas de este tipo, incluso con boxeadores como participan­tes y el cruce de universos siempre fue muy rico.”

Más allá del componente de adrenalina, de táctica, de estrategia, de entrenamie­nto, de inteligenc­ia y de fuerza presente en el box, a veces surgen otras sensacione­s para aquellos que están afuera del ring. Cuenta Lamothe: “Para mí el boxeo también es la posibilida­d de reunirme, como lo hacía con mi abuelo y mi papá. Con mis cinco hermanos somos fanáticose. Además me fui juntando con gente a partir del boxeo y tengo un grupo de chat. Creo que sirve para comer, hablar, pensar la vida y es el deporte que más linkea con las emociones humanas a nivel metafórico, y es más intenso que el fútbol.” w

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AFP A ver quién gana. El escritor estadounid­ense Norman Mailer bromea ¿o juega una pulseada? con el campeón Muhammad Alí, en San Juan de Puerto Rico, 1965.
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MARCELO CARROLL Kusama. Sus atractivas imágenes fueron récord en el Malba

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