Kylie, la heredera de Kim Kardashian
Multimillonaria, la menor del clan ya tiene su propia empresa de cosméticos y su propio programa en E!.
Kylie Jenner tiene 20 años y una línea de lápices de labios que le ha hecho ganar 40 millones de dólares. La mitad de su vida la pasó seguida de cerca por las cámaras que documentan a su famosa familia en el programa Keeping Up with the Kardashians, que emite el canal E!.
“Siento que la gente no me toma en serio como mujer de negocios por mi edad y reputación. Pero quiero probarles que están equivocados”, dice ella promoviendo la docu-serie sobre su vida, Life of Kylie, que E! empeza- rá a emitir en la Argentina el martes 5 de septiembre.
“Cuando crecés en cámara todo el mundo siente que te conoce, pero no es así”, intenta explicar, contando que en realidad, a diferencia de sus hermanas, ella es muy tímida. Hay que darle la razón en esto de que es imposible saber cómo es transitar tu adolescencia entre el glamour y los paparazzi. Uno solamente puede imaginar.
Lo cierto es que ella se fue transformando en público, aumentando sus curvas y también sus labios, hasta convertirlos en un objeto de deseo, hasta el punto de que todas sus seguidoras quieran hacerse el mismo procedimiento. Y luego, para rematar, cumplió su sueño de tener su propia línea de lápices de labios, Kyle Cosmetics, que los hagan destacar aún más. Su empresa se transformó en multimillonaria. A los 18 ya se había comprado su propia casa.
“Mi pequeña CEO” la llama orgu- llosa su mamá, Kris Jenner, quien también es su manager, como lo es de todas sus hijas. Según Forbes, el clan ha amasado en común una fortuna de 450 millones de dólares.
Kylie y su hermana Kendall, de 21, son hijas de Kris y Bruce Jenner, un atleta olímpico que también ante las cámaras sorprendió a todo el mundo en 2015 transformándose en mujer, convirtiéndose desde entonces en Caitlyn Jenner, una bandera del transgénero en su país.
No ha de ser fácil crecer en cámara, y menos en ese contexto. La veinteañera reconoce que toma jet privados para no ir al aeropuerto, ya que entre los fans y los fotógrafos que la rodean ni bien la ven, se siente presa de ataques de ansiedad. Hay que decir que todas ellas viven con un equipo de paparazzi apostados en las puertas de sus casas siguiéndolas a todos lados, desde el gimnasio hasta el restaurante.
Y cuando no son las cámaras ajenas las que las retratan, Kim y Kylie han hecho de las selfies su mayor hobby. De hecho, con 96 millones de seguidores, Kylie está a punto de destronar a Kim de su reinado en Instagram, donde todavía sigue arriba superando los 100 millones.
Con 36 años, casada con el rapero Kanye West, con dos hijos y un tercero por venir vía subrogación de vientre, Kim se permitió bromear en uno de los programas de la familia diciendo que la chiquita le quería robar la fama. Por si acaso se apuró a nombrarla su sucesora, como para que conste en actas.
Es curioso algo que ha descubierto la semana pasada una encuesta organizada por la revista The Hollywood Reporter. Preguntados los estadounidenses a cuál de las hermanas Kardashian/jenner envidian más, la respuesta fue a Kendall, la supermodelo que se pasea por las pasarelas de Milán, París y Nueva York. A diferencia de sus hermanas, Kendall tiene mucho más bajo perfil, casi no se maquilla y no luce curvas voluptuosas. Y tiene menos seguidores en las redes sociales.
Para sus primeros programas, Kylie eligió a un chico al que hacían bullying para acompañarlo de sorpresa en su fiesta de promoción, confesando que ella no la tuvo debido a sus múltiples actividades como empresaria. El chico se volvió un ídolo entre sus compañeros y ella terminó en un balcón de la fiesta, una postal de su vida cotidiana: divina, después del trabajo diario de su equipo de “glam”, pero aislada, alejada de la masa que la quería tocar.