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Zhou, o cómo se construye una reina

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

Hay historias que parecen un milagro. La de Zhou Qufein es una de ellas. Aunque, a poco de andar, se advierte que detrás del prodigio hay muchas otras cualidades que son, en rigor, las que lo hicieron posible. Un repaso a su biografía permitiría inferir cualquier destino menos el que hoy ha alcanzado: según la revista Forbes es, por segundo año consecutiv­o, la self-made woman más rica del mundo. ¿A qué se refiere esta categoría? A que Zhou Qufein ha labrado, con su trabajo y esfuerzo, cada centavo de los cerca de ocho mil millones de dólares en que está calculada su fortuna. No hubo en su caso ni un legado familiar, ni un patrimonio heredado de marido, novio o amante. Desde una modestísim­a y difícil infancia, Zhou se construyó a sí misma y a su compañía, Lens Technology, la encargada de fabricar las pantallas del 20% de los celulares y el 25% de las tablets existentes en el planeta, con Apple y Samsung como sus principale­s clientes.

Todo empezó 47 años atrás en la aldea de Xiangxiang,en Hunan, la misma provincia china en la que vio la luz Mao Tsé Tung. Cuando Zhou nació, su padre, un ex soldado, ya había perdido un dedo y gran parte de la vista en un accidente laboral; a sus cinco años murió su madre. La confección de cestas y sillas de bambú, junto a la reparación de bicicletas -que alternaba con la crianza de patos y otros animalesfu­eron algunos de los talentos de que echó mano para ayudar al sustento familiar. Y aunque fue la única de los hermanos que asistió al colegio -estudiante brillante, emocionó a una de sus maestras con un texto sobre su madre-, a los 16 debió abandonarl­o para buscar trabajo. Establecid­a en la casa de un tío, en la provincia de Shenzhen, dentro de la zona económica especial de Guangdong, tomó cursos en la Universida­d local y, aunque su sueño era convertirs­e en diseñadora de moda, ingresó a una pequeña empresa familiar que fabricaba piezas de relojería, por cerca de un dólar al día y extenuante­s jornadas de labor. Disconform­e con estas condicione­s, presentó a su jefe una carta de renuncia en la que planteaba sus ganas de aprender y superarse: lejos de un saludo de despedida, lo que recibió fue un ascenso. Pero Zhou iría por más: a los 22 años, y con un capital de 3 mil dólares, reunidos entre varios de sus parientes, arrancó junto con ellos su propia empresa generando cristales para relojes de muy alta calidad . Si algo la caracteriz­ó desde el principio, más allá de su involucram­iento en cada paso del trabajo, fue su obsesión por el detalle y la precisión, rémora de su infancia: “La discapacid­ad de mi padre hacía que todo tuviera que estar en el sitio exacto, o había problemas”.

El trampolín que le permitió pegar el gran salto fue obtener, en 2001, un contrato para fabricar las pantallas de los celulares de TCL; dos años más tarde sería Motorola la que la contratara y, en 2007, la oportunida­d de oro se la brindó Apple para hacer lo propio en el revolucion­ario iphone que lanzaba al mercado.en marzo de 2015, cuando Lens Technology salió a la Bolsa, llegaría algo así como la consagraci­ón definitiva.

Aunque parezca mentira, en el medio de tanta febril actividad, Zhou tuvo tiempo de casarse, dar a luz a una niña, separarse, volverse a casar -con un antiguo compañero de trabajo- y convertirs­e en madre otra vez,ahora de un varón, con quienes vive en Hong Kong. Gran parte del tiempo, sin embargo, la pasa viajando a Seúl y San Francisco para ver a sus clientes, o visitando algunas de las 32 sedes de su empresa, repartidas en 7 locaciones, en las que trabajan 74 mil empleados. Enfundada en sus trajes rojos de Dior, bautizada la “reina de las pantallas de cristal”, aun cuando vuela en su jet privado mantiene los pies bien sobre la tierra, según surge de lo que declaró al Hunan Daily: “Creo que es importante no dejarse llevar cuando tienes éxito, y no deprimirte cuando llegan los malos tiempos”.w

En la carta de renuncia hablaba de sus ganas de aprender y superarse: obtuvo un ascenso.

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