LA GRIETA DE DARÍN
“La Cordillera” no deja espectadores indiferentes: la aman o la odian. ¿Qué fibra especial toca esta película?
Se abrió una grieta en el público de la película con Darín. Y en las redes sociales no hay termostato interno. Está muy bien filmada pero me parece que la historia daba para más. Quedó en la superficie, tanto en la política como en el thriller psicológico. La subtrama te sorprende como espectador. No se la termina jugando por nada”. Me encantó, me enganchó, y tiene buenas actuaciones y paisajes. Sentí que me dejaron en el medio de algo que no fue resuelto. Es como ver el capítulo de una serie, en donde esperás la segunda parte. Quería que siguiera”. Me pareció que había dos historias y una quedó en la nada. Me gustó cómo mostraron a la Argentina, a Estados Unidos y cómo son las cosas. Los actores me encantaron. Me gustó, pero me dejó el sabor a que faltaba algo”. No la comprendí. Por favor pongan un cartelito abajo explicando de qué se trata. Yo no la entendí. No sabía qué parte agarraba la vida de él, y que no. Sentí confusión. Me gustó más ‘El fútbol o yo’”. Me pareció maravillosa la realización, que una película nacional tenga una puesta importante. El tema de la corrupción enquistada a nivel latinoamericano... Me parece que cierra, lo que quiere mostrar, lo muestra”. Me gustó muchísimo, Ricardo Darín es excelente. Christian Slater le subió el nivel. Pasé un rato agradable, es muy bueno el guión. Te muestran cómo se manejan las cosas en la geopolítica, eso es lo más interesante”. No me gustó. No le entendí el desarrollo, el final fue raro. No entiendo cómo Darín pudo aceptar hacer esta película. No te atrae, no te lleva, te aburre, te duerme. No sabés si critican a Macri, si lo toman por tonto o qué”. Me gustó que tenga un final abierto, no me la esperaba así, fue sorpresivo para bien. Es la foto de un momento, me gustó el tema presidencial cómo está trabajado y cómo está filmado el lugar. Me parece una película bastante lógica”.
Asombrosamente -aunque algo era previsibledespierta enojos y aprobaciones, escarnios y elogios desmedidos. Se abrió una grieta en el público, que está de un lado o del otro de La cordillera.
“Es una película distinta y creo que va a generar polémica. Es más reflexiva que crítica”, dijo antes del estreno Ricardo Darín. Como siempre, dio en el blanco. Varios meses antes del estreno el 17 de agosto, a comienzos de mayo cuando vimos la película de Santiago Mitre antes de ir a Cannes, muchos críticos coincidíamos en que el filme con Ricardo Darín iba a generar controversias. Porque no daba nada por sentado. Porque el personaje del presidente argentino tenía aristas atípicas. Porque nunca se sabía si decía la verdad o mentía. Y porque el final -sin spoilers- no era abierto, pero dejaba al espectador la resolución en sus manos.
La polémica estalló el fin de semana pasado, junto con el éxito de público de La cordillera.
#La Cordillera una vez más al igual que Nieve Negra @Bombitadarin volvió a elegir mal el libro,una pena para quienes lo admiramos”, le escribió a Darín en Twitter uno de los 299.793 seguidores que tiene. Y (@Bombitadarin) le contestó “Me los podrias elegir vos? dale, no te cuesta nada...”. “Fui a ver La Cordillera y creo no entendí el final. @Bombitadarin los espectadores nos quedamos debatiendo después de la película” “Eso no es bueno? digo, te paso muchas veces ? un abrazo”, o al “Por qué nadie la entiende o no les gusta?” le respondió un “porque les gusta otro tipo de cine ...mas digerido tal vez? no se. un beso”.
Claro que fueron más las alabanzas que las críticas en el Twitter del actor de Nueve reinas. “Excelente #Lacordillera. Sutíl y de prolongado paladar, como los buenos tragos. De vista obligatoria. Bien x @Bombitadarin” o“estamos tan acostumbrados a finales chotos que viene una pelicula para reflexionar 10 minutos y la tratamos de “final abierto”, y “Gracias por hacernos pensar”.
Olvídense de los prejuicios -porque son eso, valoraciones previas a la visión del filme- de que Blanco se parece a Macri, o de si la trama tiene contactos con Underwood y House of Cards.
La cordillera no es un filme de los que “el público de Ricardo Darín”, si este núcleo de espectadores existiera, está acostumbrado a ver. Se asemeja más a El aura (2005), de Fabián Bielinsky. En su construcción, en el ocultamiento de datos. En la oscuridad que rodeaba a Esteban Espinoza, el taxidermista. Allí ya estaba Dolores Fonzi como partenaire de Darín.
De todas maneras, llevar 284.000 personas al cine un fin de semana no es cosa de todos los días, y menos para el cine argentino. Lo que es seguro es que, sí, el público que asiste de manera masiva a ver productos nacionales “de industria” (Mamá se fue de viaje, El fútbol o yo,o hasta El Clan y Relatos salvajes) y viene siguiendo a Darín en el cine, queda desconcertado. Ante todo con el final de la película de Mitre.
Los comentarios no se hicieron esperar, somière bre todo en las redes sociales, donde pareciera que no existe el termostato interno y la temperatura asciende fuera de toda lógica.
“Vengo a ahorrarles 160 pesos: no vean La cordillera. Besis”, contrasta con el “Hacía rato que una película no me gustaba tanto, la super recomiendo!”.
Para que, si no la vio, entienda de qué va la cosa, la trama de la película -que tuvo su pre- mundial compitiendo en la sección Una cierta mirada en Cannes, Festival donde el año pasado Mitre había ganado L’atelier con su guión, y que ya fue a los festivales de Lima y Santiago de Chile e irá invitada a Toronto y San Sebastián en septiembre- cuenta que Hernán Blanco (Ricardo Darín) acaba de asumir la presidencia de la Nación. Es un político independiente, pero con un pasado borroso. El ex de Marina, su hija (Dolores Fonzi), amenaza con revelar algún chanchullo previo, justo cuando Blanco y su comitiva están por partir a una cumbre regional en Chile. Allí se debatirán, con otros presidentes, asuntos de energía, y hay compulsas por saber si la Argentina se alinea con Brasil, o se corta. Blanco pide que lleven a Marina a su hotel.
Lo dijimos en la crítica hace 9 días: están estas dos historias en la trama, una puede ser más atractiva que la otra, y de cierta forma están subordinadas.
“Una película está viva cuando se la discute”, dice Mitre, ahora consultado por Clarín. “Cuando genera emociones o discusiones en el público… Creo que hay que aceptar ‘la grieta’ en torno a La cordillera. Es una película que se planta con armas distintas frente al cine con aspiraciones de masividad”. En cuanto a cierta virulencia en las redes sociales, al director de El estudiante y La patota le parece que “la inmediatez de las redes le quitan tiempo a la reflexión”.
Pero hay gente que parece haber pensado mucho acerca de la película. Y marca lo que ve como “inverosimilitudes”, “una película que plantea escenarios políticos como hace 50 años”, “una sesión de hipnosis que parece una comedia”, que habla de gente que se retira de la sala, o se burla.
Mitre tiene razón al afirmar que “una película está viva cuando se la discute”. Si no, no se hablaría de ella. El público, como siempre, tiene la razón, el boca a boca negativo puede restarle espectadores tanto como si es positivo, sumarle. Anteayer, jueves, La cordillera vendió más entradas que la película de Suar y los dos tanques que estrenaron, La Torre Oscura y Valerian y la ciudad de los mil planetas juntos... No hay nada mejor que sacar propias conclusiones.