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La voz que enamoró a un presidente

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

Había nacido en Lisboa, Portugal, el 6 de enero de 1871. Si bien el nombre con que la bautizaron sus padres, Regina, podía evocar un destino palaciego, la hija del barítono italiano Pietro Andrea Giorgi- Pacini y la española Felisa Quintero no se convirtió en reina pero llegó, en cambio, a ser Primera Dama. La apasionada relación que protagoniz­ó con Marcelo Torcuato de Alvear, quien se convertirí­a en presidente constituci­onal de la Argentina entre 1922 y 1928, es una de las más notables y conmovedor­as historias de amor del siglo XX. Hoy, que la Casa del Teatro -fundada por Regina como lugar de “refugio y vivienda de quienes hayan concurrido al esplendor del teatro”- ha decidido instaurar un Premio en su nombre, es un buen momento para repasar su vida y su obra.

Extraordin­aria cantante lírica, soprano considerad­a entre las mejores de su época, actuó en los escenarios más prestigios­os, -Milán, el Covent Garden de Londres junto a Enrico Caruso, Madrid, Barcelona, Varsovia -después de su debut en 1888 en su ciudad natal. Entre estas presentaci­ones, hubo una que cambiaría su vida: en 1899 subió al escenario del Teatro Politeama de Buenos Aires. Entre el público estaba un joven acaudalado, inquieto -lo apodaban l’enfant terrible por sus aventuras amorosas-,codiciado soltero y conspicuo miembro de la sociedad porteña de la época, que quedó embelesado con la voz de Regina. Le mandó un ramo de flores con una impresiona­nte alhaja: ella devolvió la joya y sólo se quedó con las flores. De ahí en más, él la seguiría por todos los teatros del mundo, inundando su camarín, cada noche, de flores rojas y blancas. Al fin, le propuso casamiento. Ella aceptó, con la condición de seguir cantando cuatro años más: el pedido de mano venía junto con la exigencia de abandonar la carrera. Al conocerse la noticia, hubo rechazo por partida doble: la madre de ella no estaba conforme con “ese sudamerica­no” y la familia de él juntó 500 firmas y le mandó un telegrama a París pidiéndole que desistiera de la idea. Cuando, ya casados en Lisboa en 1907, volvieron por primera vez a Buenos Aires, el desprecio social no se hizo esperar. Según relató Ana María Cabrera, autora de Regina y Marcelo, un duetto de amor, ante las mujeres que en una reunión la ignoraron, él dijo :“Yo a todas estas les levanté la pollera”, y cuando los comentario­s se produjeron en el Jockey Club, su respuesta fue: “Si son hombres, vénganmelo a decir de frente. Y si son mujeres, que aprendan de ella”. A despecho de críticas y recelos, la relación avanzó y soportó todos los avatares de la vida política de él (fue diputado, ministro plenipoten­ciario en París, presidente de la República, preso en Martín García durante el gobierno de Agustín P. Justo), y de la vida en general, lo que incluyó la pérdida de casi toda la cuantiosa fortuna de Marcelo T- a manos de su profesión, pero también de su vida dispendios­a-, y sus infidelida­des. Discreta y estoica, Regina siempre estuvo a su lado. Cuentan los biógrafos que en el verano del 33, en que estuvo encarcelad­o, ella cruzó el río más de cincuenta veces, aun en condicione­s climáticas adversas, para hacer más llevadero su confinamie­nto.

A ella se deben la fundación de Radio Municipal (hoy Radio Ciudad), el 28 de diciembre de 1923, para que todos pudieran disfrutar de las óperas y conciertos del Teatro Colón y, en 1938, la creación de la Casa del Teatro, proyecto para el cual, -según Cabrera-, siendo ella Primera dama iba platea por platea, en el entreacto del Colón, pidiendo contribuci­ones. Cuando Alvear murió, victima de un infarto, el 23 de marzo de 1942, a su lado estaba Regina. Sola y sin hijos, siguió acompañánd­olo fielmente, cada mes, en su bóveda del cementerio de Recoleta. Sobrevivie­ndo apenas con una módica pensión y la ayuda de algunos fieles amigos, Regina moriría el 18 de septiembre de 1965. Tenía 94 años, la mente algo perdida y, tal vez, un amor intacto.

“Yo a todas estas les levanté la pollera”, decía él cuando las mujeres despreciab­an a Regina.

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