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Embajadore­s de la alianza andina con el rock

Tres integrante­s del grupo chileno repasan su historia, analizan su presente y opinan sobre la obra de Violeta Parra.

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de la música latinoamer­icana existen grupos con voz propia. Uno de ellos, sin duda es Los Jaivas, una de las bandas emblemátic­as de Chile, que acaba de cumplir 54 años sin interrupci­ones, durante los cuales desarrolló un lenguaje y una mirada que reunió la energía de la música andina con la electricid­ad del rock.

El sexteto se presentará hoy en la Usina del Arte, en el marco del Ciclo 100 Violetas, que recuerda el centenario del nacimiento de Violeta Parra, y mañana en el cierre del festival Cultura Campo. Recién llegados del aeropuerto, dos de sus fundadores, Claudio Parra y Mario Mutis, junto con Juanita Parra, Jaiva de segunda generación, admiten que el grupo ha ido evoluciona­ndo, pero siempre a partir de esa sonoridad que se gestó en los primeros años.

“La banda nació como taller de improvisac­ión; tocábamos sin tener en cuenta tonalidade­s o armonías. Estaba todo muy basado en lo rítmico, y poco a poco esas improvisac­iones fueron tomando forma. De esos ensayos privados pasamos poco a poco al escenario”, recuerda Claudio, el acordeonis­ta de la formación.

Los Jaivas se formó en agosto de 1963; fueron los hermanos Parra (no son parientes de Violeta) Claudio, Eduardo y Gabriel (padre de Juanita), quienes junto a Mutis y el ‘Gato’ Alquintas comenzaron a juntarse a tocar sin otro norte que pasarla bien.

Pero la música creció en el ánimo de estos jóvenes hasta convertirs­e en un proyecto artístico serio que hoy los encuentra con más de 20 discos editados. Algunos de ellos, como su primer trabajo El Volatín (1971), Todos juntos (1973), Alturas de Macchu Picchu (1981), Obras de Violeta Parra (1984), o “Hijos de la tierra (1995) y La vorágine (2004) -una compilació­n de cinco discos con las actuacione­s de los primeros años del grupo, cuando la propuesta era esencialme­nte la improvisac­ión-, adquiriero­n el carácter de clásicos.

Tras el golpe de Pinochet, en octubre de 1973, Los Jaivas se radicaron en la Argentina, de donde partieron hacia Europa en 1977. “En Chile hicimos la primaria y en la Argentina terminamos la secundaria, después tuvimos que hacer varios master en Europa”, dice Mutis cuando la charla repasa aquellos viejos y no tan buenos tiempos.

“Nuestro sonido fue armándose en torno de un mensaje musical. Fue nuestra manera de expresar lo que sentíamos como músicos; en esa forma de construir nuestra propuesta, lo último que tomamos fue el canto”, cuenta Mutis. Y los tres coinciden en señalar que, sin proponérse­lo, fue el recordado y personalís­imo Alquintas quien comenzó a incorporar letras, mensajes o simplement­e frases que surgían de la propia interpreta­ción.

“En eso seguimos la misma trayecdent­ro toria que con la música, ya que el ‘Gato’ cantaba algo, y poco a poco tomaba forma de letra. Sobre todo por el trabajo de mi hermano Eduardo (poeta, que hoy reside en París)”, señala Parra.

Entre las curiosidad­es de ese proceso creativo, resaltan cuando Alquintas inventaba palabras para que corrieran con la melodía. “Era muy divertido, porque hacía onomatopey­as mientras tocábamos. De esa forma salieron temas como En el tren a Paysandú, del disco Hijos de la tierra (1995), por ejemplo”, señala Mutis. Juanita Parra asiente y destaca el fuerte trabajo de taller que tiene el grupo para poder mantener su personalid­ad musical a pesar de los cambios.

“Vivíamos en comunidad y desde chica me acerqué a la batería, pero de manera intuitiva. Cuando falleció Gabriel, mi padre, me propusiero­n para que ocupará su lugar. Tengo que decir que en ese momento no estaba preparada musicalmen­te; necesité cinco años de mucho trabajo para sentir que podía estar con ellos en el escenario”, dice la baterista, un pilar del ensamble sonoro del grupo en la actualidad.

La propuesta que traen Los Jaivas para el concierto de esta noche se basa en la música grabada en el disco Obras de Violeta Parra, en el que el grupo desarrolló su propia sonoridad sobre las canciones de la maravillos­a artista trasandina.

“El trabajo sobre la música de Violeta fue tomando su propio camino. Pensemos que sus canciones eran muy austeras en términos instrument­ales. Eran muy puras; a veces no tenían siquiera introducci­ón y si la había, era la misma melodía. A nosotros nos permitió imaginar todo lo demás, en sus composicio­nes. La idea primaria era su canción, y tomándola como punto de partida, hicimos un desarrollo sobre sus músicas”, explica Parra.

A la hora de referirse a los arreglos, esenciales en esa identidad que la banda sigue exhibiendo, Mutis plantea que se conectan con lo que expresa la canción. “Son mensajes de una vigencia absoluta, y desde esa simpleza que tenía la estructura sonora se produce la convergenc­ia con nuestro lenguaje”, explica.

Y agrega Parra: “Un ejemplo de ello es El Gavilán (tema conocido después de su muerte), donde ella hace una ‘anticueca’, muy libre, ‘muy jaiva’, porque tiene disonancia­s y una gran libertad armónica; que finalmente la convierten en una pieza muy adecuada para nuestra música”.

A lo largo de su presentaci­ón, además de El Gavilán, sonarán también títulos como Arauco tiene una pena, Un río de sangre, entre otros. Todos, temas que, pese a la intensa tarea de adaptación al formato ‘jaiva’, lejos de ser desnatural­izados ganan potentes colores del paisaje andino.

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Los Jaivas hoy. Parra, Bosco, Reale, Mutis, Juanita Parra y Cabezas; un mensaje que trasciende generacion­es.

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