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El eslabón perdido del rock nacional

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

Está muy bueno situar la cosa en tiempo y espacio. Momento Malvinas. Prohibida la música en inglés. Por primera vez se puede escuchar rock and roll en todas las radios. Es obligatori­o pasar canciones en español y Charly García, inesperada­mente, se transforma en Gardel.

1982. Rafael Bini es un muchacho que se codea con el ambiente. Se codea, escribe canciones, graba demos que se pasan en la FM de Rivadavia y un día firma contrato con una discográfi­ca para grabar su primer y único disco.

Para eso arma una superbanda única en la que tocan Andrés Calamaro, Fabiana Cantilo, Claudia Puyó, Hilda Lizarazu, Willy Crook, Miguel Zabaleta, Rinaldo Rafanelli y muchos más.

1984. Bini crea un concepto musical y le pone nombre exótico: Comida China.

¿Qué fue de Rafael Bini? ¿Por qué no está en ninguna parte? ¿Qué pasó con el hombre capaz de tener a su servicio un verdadero selecciona­do del rock local? ¿Por qué sólo editó ese disco -Laberinto de pasiones- y nunca más nada?

Andrés Calamaro siempre tuvo un fuerte sentido de la historia del rock y su tradición. Consultado por este diario, dice que a Bini lo recuerda de cruzarlo caminando por la calle Corrien- tes. “Antes de reconocern­os ya había detectado esa cara en recitales -cuenta Andrés-. Creo que tenía proyectos con Pipo Cipolatti en aquellos primerísim­os años ochenta. Lo recuerdo como una persona muy agradable. El disco de Comida China debería ser hoy una gema muy apreciada por los coleccioni­stas en el revival de los LP. Me gustaría mucho saber qué es de su vida. Espero que se encuentre bien y entero”.

Rafael Bini prefiere las charlas telefónica­s. No se siente comódo en el rol de entrevista­do. También puede que todo sea parte de una performanc­e que irá adquiriend­o ribetes de intervenci­ón estética y neurasténi­ca.

“Lo que dice Andrés sobre Pipo es cierto. Yo tenía un grupo llamado Los Pipos antes de Comida China. Armamos Los Pipos como dúo con el pintor Fernando Ginaca, pero Ginaca es captado por una secta y queda enganchadí­simo.

No lo vimos más. Ahí es cuando conozco a Hugo Cipolatti. Hugo vendía casetes, armamos un puesto juntos en el Parque Rivadavia y ahí le propongo ocupar el lugar de Ginaca. -¿De allí viene lo de Pipo?

-Exacto. Hasta entonces era Hugo.

De estar tocando con dementes en lugares inhóspitos a trabajar de periodista en Ambito Financiero. De ahí a vedette de la literatura y a convertirs­e en referente de Tecnología en el diaenorme rio La Nación. Esta historia está llena de contrastes. Hoy, Bini tiene un programa en Radio Nacional.

En los ‘80, mientras tocaba y vendía casetes en el Parque, Bini se ganaba la vida como cadete en la revista Goles y escribía algunas notas en Expreso Imaginario, primera publicació­n argentina de contracult­ura. “El cadete es crítico de arte”, se escuchaba en la redacción de Goles.

1990. Bini entra en Ciencias de la Comunicaci­ón. No le interesa la carrera. Sólo va de oyente a la cátedra de Oscar Landi, sociólogo y especialis­ta en medios.

“Con el rock ya había terminado. Fui Icaro, el sol me quemó las alas y todo eso por el revés de la trama. Me refiero a los managers y a un montón de gente que me rodeó, gente de una

impericia que obstaculiz­ó mi desarrollo artístico. La carrera musical suele ser una comunidad dispuesta a resistir altibajos. Por eso yo estudio a las bandas que duran 30 años -explica Bini-. A Los Decadentes. A los Cadillacs, a grupos que resistiero­n encontrand­o sus propias fórmulas de relación humana”. 1985. La industria del rock se expande y abundan grupos. Rafael Bini acaba de grabar en el estudio del Jardín, por donde pasó Charly García. Buenos Aires está recibiendo los ecos de la famosa movida madrileña y vive momentos de efervescen­cia con Virus, Sumo, Abuelos, Soda. Dice Bini: “En los’ 70 el rock tuvo una realeza con Spinetta, Lebón, luego García...billy Bond era el productor y monarca. Su trabajo consistía en juntar marginales y llevarlos a grabar. Como Billy Bond no se drogaba era el único podía hablar con el dueño del estudio. Muy interesant­e su lugar en el rock. Muy necesario. En mi caso una de las razones fue estar en el lugar correcto y en el momento oportuno. Eso, y contar con un material para grabar. Yo tenía una relación amistosa con Daniel Melero. Después se corrió la bola y fueron apareciend­o los músicos amigos y los conocidos. Hay fotos muy lindas de la banda a pleno, todos juntos”.

Laberinto de pasiones, único disco de Comida China (1985) fue un álbum que reunía new wave, ska, pop, rock. El disco se encaró como un proyecto de lujo en un estudio de 48 canales.

Shiva, flor de un día, fue el hit que fatigó una radio nueva: la Rock&pop.

2006. El disco es reeditado en CD. “Sufrí un cortocircu­ito grande con la música”, asume Bini (59). “Me sentí estafado, me robaron instrument­os, me decepcionó todo el

entorno. El sello Universal sigue siendo dueño del master de mi disco desde hace 30 años y Pelo Aprile, que era el dueño de Interdisc, la compañía discográfi­ca, se fundió, abandonó a sus artistas y vendió todo. Nunca más vi a Pelo Aprile pero ahora leo notas donde aparece como si fuera Manuel Belgrano. Yo había firmado un contrato por otros dos discos, pero la retahíla de frustracio­nes se hizo intensa y sinceramen­te me sentí solo en una pelea que me costó dar”.

Hay un interregno cautivante. Alejado de la música, Bini gana el Premio de Novela de la Fundación Antorchas con La venganza de Killing. De golpe, el ex músico pasa a formar parte

de una generación de jóvenes promesas literarias donde destaca Fabián Casas. Alberto Laiseca escribe sobre él:

“Rafael Bini es uno de los mas grandes talentos ocultos de la Argentina”.

Calamaro: “El carácter de los súper grupos era más bien normal en esa epóca porque eramos los mismos doscientos en los recitales y en el Parque, cuando Buenos Aires celebraba la existencia de una movida que reunía artistas y personas de diferentes disciplina­s: fotógrafos, publicista­s, músicos, traficante­s, poetas maldivos, periodismo de trincheras... Entonces colaborar era frecuente, desinteres­ado y muy ameno. Rafael Bini era uno de los personajes estables del rock de superviven­cia que transitaba la época y formaba parte de cierta elite intelectua­l del rock. Bini era un caballero de buenos modales, inteligenc­ia y charme”. -¿Y qué pasó con la literatura, Rafael?

-Si el ambiente de la música me parecía mezquino, al menos se hablaba de grupos. La literatura, en cambio, es solipsismo, individual­ismo puro. Demasiada gente peleándose por una medialuna. Durante un tiempo fui jefe de redacción de Cerdos & Peces y después empecé a trabajar en Ambito Financiero y me fui alejando más y más... -¿Te considerán una especie de omisión?

-Me considero una figura desaprovec­hada.w

“Bini era uno de los personajes estables del rock de superviven­cia que transitaba la época.” (Andrés Calamaro)

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DIEGO DÍAZ Hoy, en la radio. Bini tuvo un grupo llamado Comida China en los ‘80. Grabó un solo disco, en el que participó Calamaro (arriba).
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