A ver el arte nuevo que traen los más jóvenes...
Desde el lunes ochocientos artistas de entre 18 y 32 años mostrarán lo suyo. Pero ¿son innovadores?
El ruido del torno contra la pared corta el silencio. En esa parte de la Sala 3 del Centro Cultural Recoleta colgará el cuadro Apuntes visuales para la reconstrucción de una historia negra, de Alfredo Frías, que unifica lo ficcional y lo documental para plantar una mirada sobre la muerte de su hermano, asesinado en 2013. Un poco más acá, Nacha Canvas, en ropa de fajina, va de un lado a otro con herramientas. Trabaja en Friso, el proyecto en el que investigó las posibilidades del color a partir de materiales como la arcilla. Hay más. Todos están concentrados en llegar a tiempo al lunes 25, cuando arranca la Bienal de Arte Joven, que tendrá sucursales en toda la Ciudad y sede central en Recoleta hasta el 1 de octubre.
Un semillero. Ochocientos artistas de entre 18 y 32 años. Doscientos treinta proyectos ¿Qué lenguajes se ponen en juego? ¿Por dónde pasa lo nuevo en el arte joven? Algo de eso podrá verse en esta Bienal que aloja producciones coreográficas y musicales, series web y cortos, nuevas bandas, instalaciones, performances y –vuelve este año- literatura. ¿Qué atraviesa esas producciones? Luciana Blasco, directora de la Bienal, dice: “La diversidad. Hay distintos géneros y distintas estéticas. De un tiempo a esta parte, los límites son más difusos, los lenguajes se cruzan. Las disciplinas siguen existiendo pero el jurado busca que ese crisol tenga lugar en este espacio”.
Cada disciplina tuvo jurados que seleccionaron los proyectos y tutores que acompañaron la concreción de los trabajos. Para Marcela Sinclair, una de las tutoras de Artes Visuales, la apuesta de estos seis proyectos es el riesgo: “Hay presencia de lo textil, de la pintura, de las tecnologías”. La oportunidad de participar de una Bienal Joven es imperdible, dice porque las carreras son más urgentes: “Hoy el artista no tiene tiempo de madurar. Para tener becas, subsidios, tiene que llegar joven. Por eso es valiosa esta experiencia, porque tienen que trabajar con un presupuesto, en el marco de una institución, en el encuentro con otros. Son cosas que pasan en otras partes donde hay más instituciones que brindan esa oportunidad, pero que en nuestro país no suelen ocurrir”.
Por Artes Escénicas se concretaron veinte obras que podrán verse en estos días. “Los procesos creativos tienen momentos que te dejan en carne viva y otros de una felicidad enorme - dice Andrea Servera, una de las tutoras en esa disciplina -. La Bienal acompaña todas estas instancias; no sólo produce en términos económicos, sino que genera un marco de contención a los artistas. Al final de cuentas son sólo obras, pero entre todas arman un festival, y un festival es mucho más que una buena programación; es festejo, diversidad. Así fue para mi generación aquella primera Bienal de Arte Joven del 89”. Desde aquella primera, a fines de los ochenta, a esta de 2017, hubo cuatro. La segunda fue en 1991, las otras, en 2013 y 2015.
Entre las producciones audiovisuales, se presentarán tres series web en el cine del Recoleta. Javier Zevallos, tutor de esos proyectos, dice que vio mucho entusiasmo y mucha participación entre el resto de las ideas presentadas, pero agrega: “Me preocupó un poco la "pulcritud" de muchos de los proyectos, como una idea de que
para estas presentaciones hace falta cumplir con ciertos requisitos narrativos y estéticos. Requisitos que, por otro lado, no eran impuestos desde la organización de la Bienal, sino más bien, auto impuestos. Me parece que esa es la idea opuesta a una bienal joven, que es un espacio para la experimentación”. Zevallos cuenta que hubo algunas líneas comunes, con amplio anclaje en el humor y en temas como el paso a la adultez, la preocupación por el futuro económico y laboral y el vínculo con el mundo digital y las redes sociales.
La propuesta sonora se concentra veinticinco bandas y solistas. Matías Cella, tutor en la disciplina, dice que se buscó una diversidad de géneros que complica la definición de “lo nuevo”, pero arriesga: “muchas bandas son más atrevidas de lo que pensé,
están trabajando muy profesionalmente, mucho más que cuando yo tenía su edad”. Lo común, entonces, sería el intento de salir de la "zona de confort", algo que también apuntaba Sinclair en artes visuales: “si bien tienen referentes fuertes – dice el músicobuscan escribir buenas letras y buscan originalidad”.
La Literatura vuelve este año. Durante estos meses se realizó una clínica de obra y una de ellas será elegida para ser publicada por editorial Entropía. Además, se presentarán dos antologías: una de cuentos, Raros peinados
nuevos (publicada por Eterna Cadencia) y otra de poesía, Van llegando (por Editorial Mansalva). Hernán Ronsino, que acompañó junto a Marina Mariasch el trabajo de los participantes en novela breve, cuenta: “Fue un espacio de trabajo muy intenso y colectivo. En el grupo había una diversidad estética muy interesante, una libertad de búsqueda que llevaba a cada proyecto por caminos muy distintos. Lo que encontré, como punto en común, fue la exploración de la ciudad de Buenos Aires como territorio literario”. Para este año el presupuesto de la Bienal fue de veintisiete millones de pesos. Blasco anuncia que la intención para el año que viene es abrir más el juego: “La idea es ampliar a otras formas de decir e incorporar lenguajes como como el del diseño, la moda, la arquitectura. Buscamos mostrar el lenguaje de una generación”.