Una pionera en El Prado
Tan poco es lo que se sabe de ella, que ni siquiera se conoce su fecha del nacimiento, así de inadvertida ha quedado la historia de Clara Peeters entre los pliegues -valga la redundanciade la Historia que solemos escribir con mayúscula. Algunos sitúan su llegada al mundo en 1594, y hacen referencia a una partida de bautismo del 15 de mayo de ese año, en la iglesia de Santa Walpurgis, en Amberes (Bélgica). Otros son más ambiguos, y la sitúan entre 1588 y 1590. En lo que sí coinciden todos es en el talento de esta notable pintora, una que logró sobresalir en un mundo de hombres, a pesar de las dificultades para las mujeres que pretendían ser artistas entonces. El tal vez máximo reconocimiento llegó el año pasado, varios siglos más tarde, cuando Peeters se convirtió en la primera mujer en tener exposición propia en los 200 años de existencia del español Museo del Prado. Considerada una experta en el arte de los bodegones, o naturalezas muertas, la citada muestra incluyó 15 de las 39 obras que se le atribu- yen. Se calcula que hay unas 31 firmadas por ella y otras 76 que podrían ser de su autoría, además de un presunto autorretrato de 1610. Es que todo en su biografía y en su historia es difuso, producto del poco interés que durante demasiado tiempo han despertado muchas talentosas artistas, barridas por los prejuicios de su tiempo y las adversas condiciones en que debían desarrollar su arte. Muchas de ellas aprendían los rudimentos de la pintura de sus propios padres; de lo contrario era muy difícil que pudieran hacerlo: era costumbre por entonces que los aprendices se instalaran como huéspedes en el taller de sus maestros, lo que resultaba poco menos que inadmisible en el caso de las alumnas. Otra inhabilitación se registraba en la academia: las mujeres no estaban autorizadas a realizar dibujo anatómico, esto es, pintar a partir de la observación de modelos desnudos, muchas veces masculinos, lo cual limitaba notablemente sus posibilidades de desarrollo artístico.
De origen familiar incierto - una de las teorías la supone hija del pintor barroco flamenco Jan Peeters, aunque otros biógrafos no se animan a convalidarla.-la primera obra de Clara que se conoce está fechada en 1607, se titula
Bodegón de galletas, y fue exhibida en la galería Hoogsteder de La Haya. Entre el desconocimiento que rodea a su vida está la posibilidad de un casamiento en Amberes, circa 1639, que, de haber existido, no habría interferido con su obra pictórica. Considerada detallista y meticulosa, una de las particularidades de su trabajo consistía en pintarse a sí misma, miniatura que puede advertirse sutilmente reflejada en copas y jarras en al menos ocho de sus cuadros.y, en ocasiones, paleta en mano. El Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado, curador de la mencionada muestra de Peeters y autor de un ensayo sobre ella, Alejandro Vergara, interpretó esta característica: “Tiene ganas de mostrarse, de enseñarse, y lo hace discretamente... Fue una pintora valiente, contra corriente”, según consignó el diario ABC.
A pesar de los contratiempos, el arte de Peeters logró interesar al poderoso marqués de Leganés, así como al rey Felipe III y a su mujer, la archiduquesa Margarita de Austria, quienes adquirieron dos de sus cuadros en 1611, unos cuarenta y seis años antes de la supuesta fecha de muerte de la artista, 1657, en La Haya. Una muerte que la alcanzó sin imaginar, claro, que sería la inspiradora de la creación, en 1987 y en Washington, del Museo Nacional de Mujeres Artistas: su fundadora, la estadounidense Wilhermina Halladay, quedó muy impactada por una pintura de Clara que vio en Europa. La imposibilidad de conseguir, de vuelta en su país, algún dato sobre ella, dio origen a la iniciativa que hoy reúne en su sede más de 4.500 obras de pintoras del siglo XVI en adelante. Algo así como una tardia, y justa, revancha.w
Las mujeres no estaban autorizadas a retratar a modelos masculinos desnudos.