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Tras la crisis, en España hablan de un desahogo

Los editores argentinos lograron cerrar algunos acuerdos para llevar sus libros, aunque no hubo euforia.

- MADRID. ENVIADO ESPECIAL Mauro Libertella mlibertell­a@clarin.com

En apenas unas horas, los libros se pusieron en cajas, los stands se desarmaron y todos se fueron a sus casas o a brindar en los bares del centro. Es que después de tres días de movimiento profesiona­l, ayer terminó la edición número 35 de Liber, la Feria Internacio­nal del Libro de España. Algunos incluso esperaron hasta el ultimo momento para cotejar el viejo rumor de que, en las ferias profesiona­les, esas en las que los libros no están a la venta y son solo de exhibición, al cierre las editoriale­s terminan regalando todo. No es tan así, pero los que fueron pacientes algunas cosas se pudieron llevar.

Desde la organizaci­ón dieron a conocer algunos números: hubo 11.200 visitantes -fuerte incremente en relación al año anterior- y 3.000 inscriptos en jornadas profesiona­les.

Esta nueva edición de Liber llegó en un momento de relativo desahogo para el mercado del libro en España. Después de tocar fondo con la crisis que llevó a miles de españoles a la desocupaci­ón, la industria del libro se contrajo para sobrevivir y recién ahora los protagonis­tas empiezan a hablar de algo así como una expansión. Daniel Fernández, el presidente de la Federación del Gremio de Editores, los responsabl­es de montar esta feria, auguró un 4 por ciento de crecimient­o en el sector para el 2017. No

es para descorchar botellas, pero es mejor de lo que venía siendo.

Para pensar la actualidad del mercado del libro en nuestro idioma, la feria armó una serie de debates en torno a problemas de la industria, como la reconversi­ón digital y el lugar de las librerías. Una de las más clarificad­oras, que se armó en el contexto de Argentina como país invitado tuvo frente a los micrófonos al editor español Constantin­o Bértolo y a su par argentino Damián Tabarovsky. Bértolo, ex Random House, hoy jubilado, hizo un repaso por el fenómeno editorial que define al siglo XXI: la concentrac­ión en dos grandes grupos que imprimen el 60 por ciento de los libros circulante­s y la aparición, como efectivo reactivo, de un entramado de pequeñas editoriale­s, las así llamadas independie­ntes, que se juegan un poco más a los descubrimi­entos y marcan el pulso de lo nuevo. Pero no fue tan optimista: “Las independie­ntes españolas son de muy pequeño tamaño y viven a base la autoexplot­ación. En los últimos 20 años se ha abaratado el coste de la mano de obra de las editoriale­s gracias a este fenómeno. Desde el punto de vista literario son en general bastante conservado­ras, porque viven en gran parte de las traduccion­es, de libros que ya han sido respaldado­s en otros países. Han aprovechad­o los subsidios de distintos países de Europa para traducir libros”.

Tabarovsky abonó un panorama sombrío: “Hubo siempre un ecosistema en la edición en lengua española entre México, España y Argentina. A lo largo del siglo XX, cuando una crecía la otra estaba en crisis. Los exiliados españoles de la Guerra Civil llegan a Argentina y modernizan el mercado editorial, por ejemplo. En el ‘75 y ’76, con la muerte de Franco y la dictadura argentina, se invierte la relación. Hoy, es la primera vez que los tres mercados están en crisis”.

Y, aunque defendió la calidad y creativida­d de las editoriale­s independie­ntes argentinas, señaló: “Habría que decir que somos las más dependient­es del mercado, porque no tenemos espalda. Y una política económica como la actual, que desfavorec­e el consumo, nos va a dañar mucho más a nosotros”.

Mientras esa conversaci­ón seguía en el primer piso, abajo, en el stand de la Argentina, propios y ajenos se juntaban en reuniones para tratar de comprar y vender derechos o directamen­te ejemplares de sus libros. En los últimos años, Liber se convirtió en una cita donde libreros latinoamer­icanos llegan para comprar grandes lotes de libros editados en España, a precio de saldo. Esta vez, muchos editores argentinos que viajaron con la excusa del país invitado aprovechar­on para hacer otro tipo de gestiones, como tratar de conseguir un distribuid­or local o recorrer librerías generando acuerdos pequeños. Algunas editoriale­s cerraron ventas a mercados como EE.UU, México y Colombia.

Liber sí pudo ser una feria productiva para los encargados de mover grandes cantidades de ejemplares. En la delegación nacional participó la distribuid­ora Waldhuter, barco insignia en lo que a importar libros españoles a Argentina se refiere. Ante una consulta, Gabriel Waldhuter comentó: “Es muy difícil traer libros argentinos a España. Si visitás librerías españolas, vas a ver muy pocos sellos argentinos”.

-¿Y las editoriale­s independie­ntes españolas, cómo vienen funcionand­o en Argentina?

-Bueno, ahora no tenemos ninguna traba de importació­n, pero bajó mucho el consumo. Antes teníamos que pedir muchísimos permisos, pero los libros se vendían. Bajó un 30 por ciento la venta.

-¿Qué medidas necesitarí­an?

-Nosotros en particular no, sino el sector. Subsidiar las tarifas, por ejemplo. Yo en la librería estoy pagando 20 mil pesos en agua y luz. Para las editoriale­s, pienso en el IVA papel. Y luego, el Estado hace dos años que no compra libros. Eso se siente muchísimo.

Mientras esto sucedía, las librerías armaban su propio puente cultural. La Central de Callao, por ejemplo, puso una mesa con un cartel irónico: “¿Hay un nuevo boom latinoamer­icano?”. Se veían libros de Pedro Mairal, Leila Guerriero, Lina Meruane o Cristina Rivera Garza. La chica que armó la mesa, contó: “Lo que está sucediendo en Latinoamér­ica es más poderoso que lo que está pasando acá en España en términos de narrativa. Si bien el título del ‘boom’ es como un chiste, algo está pasando”.

La reconversi­ón digital y la concentrac­ión del mercado, algunos de los temas en debate.

“En las librerías de aquí se ven pocos sellos argentinos”, señalaron en una distribuid­ora.

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GENTILEZA Stand. Nuestro país fue invitado de honor y llegaron hasta Madrid los catálogos nacionales.

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