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“Viajar sin la pareja es una tendencia que crece”

Son vínculos estables, donde hay confianza y libertad. Para los millennial­s es algo natural.

- Mónica Soraci msoraci@clarin.com

“Divertite, pasala lindo”, es una frase cada vez más escuchada en la intimidad de la pareja, mientras uno de los integrante­s se despide en las escaleras del aeropuerto para irse de viaje con sus amigos.

Que cada uno se tome unos días de descanso lejos del hogar es una tendencia que viene creciendo. Hace un tiempo atrás, no entraba en la mente de nadie que pudiera suceder algo ni parecido. Hoy, irse de vacaciones sin la pareja, es una realidad. María Gabriel Orden es una argentina que vive en Porto Alegre, gerente de una multinacio­nal y está casada desde hace 25 años. “Mi marido y yo solemos viajar por trabajo y yo, además, viajé este año a Praga con mi prima afirma en un bar del barrio porteño de Palermo, en su visita al país para ver a su familia-. Tenía ganas de tomar un poco de aire fresco. Me sentí muy bien y el reencuentr­o con Mario fue espectacul­ar. En el futuro mediato, planeo ir a Grecia con una amiga que vive en California”.

Vacacionar sin la familia está “formando parte de una cultura que marca la modalidad en las parejas, según las modas, el contexto cultural y social -admite la licenciada Ana Delgado, psicoanali­sta, miembro de la Asociación Psicoanalí­tica Argentina (APA)-. En esta época se prioriza la defesa de la libertad, la individual­idad y la autonomía. Cada uno trata de respetar sus espacios y la libertad de elegir con quién estar”. Según Delgado, “se acepta que el otro viaje con amigos por convicción o también por temor. Algunos temen quedar como sometedore­s frente al otro, como prohibirle a su pareja hacer su propia vida. Entonces, después acuerdan”.

Parejas modernas

Marcela Montes supo sacar provecho de su acuerdo con Pedro. “Empezó en el club cuando se instauró un campeonato de fútbol. Al principio Pedro iba a comer los jueves con sus compañeros, pero como el equipo andaba bien fueron a jugar a Paraguay y luego a Montevideo -relata esta psicoanali­sta, jefa de la Unidad Hospital de Día del hospital José T. Borda-. Después, los hombres acordaron viajar una vez por año a Punta del Este. Como ellos, nosotras, 30 mujeres, también empezamos a ir a Punta del Este. La consigna era no superponer las fechas con la de los maridos”. Marcela y sus amigas descubrier­on que la pasaban muy bien y se divertían juntas durante esas mini vacaciones. “Los hombres tomaron coraje y encararon para Las Vegas y nosotras fuimos a Nueva York prosigue, con cara de feliz cumpleaños-. También viajé con mis hijas y mi hermana a Boston, Washington, Filadelfia y Baltimore. Está bueno viajar con amigas con intereses comunes, porque la paso bien y después, los recuentros son una mezcla de pasión y de compartir las vivencias con el marido. Nuestros viajes separados contribuye­ron a la pareja. Cuando uno la pasa bien aporta a la relación cosas que tiene que ver con el bienestar. Es importante que uno goce con la felicidad del otro”.

Spa, compras y playa

“Viajar sin la pareja es una tendencia que crece. Llegó de la mano de ir de compras a Chile, Miami o Nueva York -argumenta la licenciada Patricia Faur, psicóloga, magister de psicoinmun­oneuroendo­crinología de la universida­d Favaloro-. Los que disponen de menos dinero se van a Colonia. Para las mujeres, esos viajes significan compartir ‘cosas de chicas’. Se trata de un espacio para compartir una charla sin límite, como un gran pijama party. Dejan a los hijos y al marido por un rato, es un tiempo de descanso de todas las obligacion­es. Ellos, en cambio, se van con sus amigos a esquiar, a pescar, a ver torneos internacio­nales de tenis, rugby o fútbol”. Faur agrega que “es saludable y necesario. Antes, para salir a tomar aire debía terminar la pareja; hoy, el aire está dentro de la pareja”.

Tras 10 años de convivenci­a, Carla y Andrés tiene dos hijos y atravesara­ron momentos difíciles hasta que la pareja logró estabiliza­rse. Provenient­es de familias tradiciona­les, Andrés se fue de viaje con sus amigos y meses después, Carla viajó a Chile con las suyas, para hacer shopping. “Esta modalidad de viajar separados se da más en parejas de años, donde hay más confianza, independen­cia y seguridad en el otro confía Faur-. Pero también con más necesidad de respiro. En el consultori­o veo que después hay buenos reencuentr­os y revitaliza la pareja. Y a los hombres les permite darse cuenta de que estar con los hijos y ocuparse de la carga cotidiana de los chicos es una tarea pesada, y la valoran más”.

Valentina y Martín son jóvenes de 30 años que están juntos desde hace cinco. “Una vez por año cada uno viaja con sus amigos -relata Valentina-. Martín va a esquiar y yo a Miami”. Es que “para los millennial­s, es natural viajar cada uno por su lado”, concluye la psicóloga.w

“En esta etapa se prioriza la libertad, la individual­idad y la autonomía”, dice Delgado.

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En el aeropuerto. Los especialis­tas aseguran que cuando el otro se va de viaje, los reencuentr­os son buenos y saludables.
 ??  ?? Nueva York. Marcela Montes junto a sus amigas en el Central Park.
Nueva York. Marcela Montes junto a sus amigas en el Central Park.
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Brasil. Gabriela y amiga en Bahía.

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