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Mahler, una sinfonía inconclusa

- Matildesán­chez msanchez@clarin.com

Hay que decir, apenas dos semanas antes de las elecciones legislativ­as, que hasta hoy Augusto Rodríguez Larreta no ha tenido suerte en el área de Cultura. Primerísim­o: ¿cuánto le importa en serio? Y además, ¿cuál es su idea de lo que una ciudad como Buenos Aires, sede de las grandes institucio­nes centrales, con sus propias programaci­ones, debería brindara partir de su envidiable presupuest­o?

Después de la traumática partida de Darío Lopérfido, a quien el jefe de Gobierno no pidió la renuncia sino que limó hasta el desgaste, ¿cuál fue la ecuación íntima que lo condujo hasta el músico Angel Mahler? Un allegado del área sintetiza: “Hoy existe la sensación de que se debe mejorar la imagen del Ministerio”.

En estos quince meses de gestión, ¿qué parte de su desempeño le reprochan al Ministro? La impresión general es que, de hecho, no tuvo actuación propia y que su gestión fue cubierta por otros sectores bien afiatados, que él heredó de Lopérfido. Envalenton­ados, estos llevaron adelante sus programas muchas veces sin consultarl­o. Sin ir más lejos, el Ministro se enteró del acuerdo para montar Basel Cities en La Boca por la prensa, el mismo día del anuncio. “Muchos hicieron gestión cultural en la Ciudad en este período”, observan. “Pero al mismo tiempo, hubo gran ruido interno. Con solo armonizar los niveles de caos, él ya habría tenido mérito.”

En los últimos meses, fastidiaba al Gobierno hasta el tono de famoseo y taquilla fácil por el que originalme­nte convocaron a Mahler, patente en el programa “Estrellas en la calle Corrientes”, que reunió a cantantes como César Banana Pueyrredón y Patricia Sosa y que cerró el 17 de septiembre con Lali Espósito. La idea de una gestión cultural no es competir con los espectácul­os comerciale­s. Y además, que la diferen- cia no consista en que uno se paga y el otro es sin cargo. Allá por el 13 de febrero, el propio Mahler se encargaba de zanjar la desigualda­d social sorteando entradas para su espectácul­o Luz Cenicienta ese fin de semana. “Participar es muy sencillo”, decía el FB del Ministro: 1) Ser Fan de Angel Mahler (click en ME GUSTA en la Fan Page); 2) Compartir este Banner del sorteo”. Fin de la lucha de clases.

Otro detalle indigeribl­e fue que desde el comienzo, el Ministro no se privara de contratar produccion­es a la empresa de sonido e iluminació­n de su hermano, Osvaldo Gabriel (“Ova”) Pititto. Cuando le reprocharo­n las facturas de Mahler Prosound (que se promociona con 20 años de experienci­a), argumentó que la calidad superior del servicio lo justificab­a.

“Pocas semanas después de nombrarlo, Horacio ya estaba arrepentid­o”, confía otro allegado. Si fue así, no se notó. En julio algunos se habían resignado a la practicida­d de que las Subsecreta­rías que dependen de él, como la de Gestión Cultural, a cargo de Viviana Cantone, y el Teatro Colón, siguieran funcionand­o por las suyas. “Pero las disputas con Cantone por el presupuest­o se oían desde el corredor”, evocan. Hasta se barajó el parche de nombrar a un viceminist­ro, puesto inexistent­e -quien al cabo de las elecciones, ocuparía el cargo de Mahler. Pero primó la idea de progresar en modo discreto.

Hoy aseguran que “todo se redefine en noviembre”. Una fuente cercana a Larreta se apura a dar la seminotici­a que ronda desde hace dos meses: Enrique Avogadro ya está entrevista­ndo a miembros de su gabinete cultural. El ex número dos del Ministro Pablo Avelluto, quien dejó su cargo nacional en agosto, tiene gran cercanía con Marcos Peña, un perfil técnico y modernizan­te. Hasta hoy lo desmiente.

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Estrellas en calle Corrientes. Honores a Antonio Gasalla.

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