Clarín - Clarin - Spot

Llévame volando a La Luna

Viaja por el mundo contando su experienci­a. Estuvo a punto de integrar la tripulació­n del Challenger que explotó en en enero de 1986.

- César Litvak clitvak@clarin.com

Ahí está el hombre... Nos han invitado a almorzar en un conocido restaurant­e de la zona de Puerto Madero -más conocido como La Cabaña-, y pese a que hay varios invitados rodeándolo, es imposible no reconocerl­o.

El hombre viste un mameluco azul eléctrico, con un escudo bordado en el que se destaca la bandera norteameri­cana. Lo primero que uno piensa es que Jon Mcbride -piel rosácea, ojos claros, peinado rubión plateado de canas, sonrida de relaciones públicas: el tipo que en nuestro campo seguimos llamando el gringo- es astronauta. Eso sí, no lleva casco. -Se equivoca, no diga fue. Soy astronauta -arranca la entrevista exclusiva con Clarín. -Ah, perdón, leí que tiene 74 años. ¿Sigue en activo? -Claro, dando conferenci­a y difun- diendo la experienci­a espacial que chicos, y no tanto, pueden vivir en el Kennedy Space Center (ver recuadro). Pero a lo que me refería es que una vez que has estado allá arriba, eres astronauta de por vida.

Cuando Mcbride dice allá arriba y señala hacia al cielo, se está refiriendo no a su experienci­a como piloto de guerra para la US Navy (la Armada norteameri­cana), sino especialme­nte a octubre del ‘84, cuando formó parte de la tripulació­n del Trasborado­r Espacial Challeger...

-Leo en su perfil que participó en 64 misiones de combate. ¿En qué guerra?

-Vietnam, al comienzo: 1965...

-¿Qué hacía exactament­e?

-Cazabombar­deros. Mi misión no era atacar, sino escoltar a los bombardero­s, cuidarlos del posible fuego enemigo.

Mcbride puede calificars­e como un hombre de suerte (”lucky man”, dice). Es que luego del vuelo de 1984, fue designado como integrante de la tripulació­n del Challenger que partiría en enero de 1986. Pero no... la NASA lo terminó cambiando para que comandara la siguiente, programada para marzo del mismo año. Y ya sabemos lo que pasó: el 28 de enero de 1986, el Challenger se desintegró en 73 segundos tras el lanzamient­o, provocando la muerte de sus siete tripulante­s y -de paso- el descrédito lógico para la NASA. -Fue el peor momento de mi carrera retoma-. Primero, por las perdidas humanas, obvio. Pero también, por la campaña contra la NASA. Ahí me mandaron a Washington. Ese nombramien­to fue muy loco (“very crazy”)... Viene un asistente y me dice: “Señor, el Presidente al teléfono”. Yo me enojé: “¡No estamos para chistes, soldado”. “Es en serio, señor! Le paso...” Atiendo y escucho: “¡Mcbride, le habla el Presidente Reagan!” Se imaginará mi sorpesa...

-¿Qué quería?

-Me nombró como enlace entre la NASA, la Casa Blanca y el Congreso. Hubo que hacer mucho lobby.

-Volviendo ‘allá arriba’... Si tuviera que resumirlo, ¿qué se siente al ver la Tierra desde el espacio?

-Cuando lográs esa imagen a través de la escotilla, te sientes bendecido. No puedo dejar de agradecer que el Señor me haya permitido ese privilegio. Y sigo pensando eso; perdón, pensando no, sintiendo.

-Por cierto, lo más cerca que nosotros, la gente común y corriente, estamos de esa experienci­a son las películas. Pienso en “Apollo 13”, “Gravity”, entre tantas otras. ¿Tienen algo que ver con la realidad?

-¡Me encanta ese cine! Me gustó mucho The Martian (Misión Rescate, entre nosotros, de Ridley Scott), en cambio Gravity, no tanto. -Bueno, también están las de Vietnam, y usted voló 64 veces allí. Le pregunto: ¿es cierto lo que dice el Coronel Kilgore después de arrasar con napalm una aldea...? -Sorry (perdón), ¿Kilgore...?

-Aquel personaje de Robert Duvall en “Apocalyse Now”. Lo de: “Amo el olor del Napalm por las mañanas... ¡Huele a victoria! -Ah, esa no la vi.

-Otra inevitable: en los últimos años se viene hablando de la posibilida­d de que particular­es, gente común como nosotros, digamos, podamos hacer viajes espaciales. ¿Cuánto hay de realidad? Y, de ser posible, ¿en cuánto tiempo sería viable? -Pasar, pasará. Pensemos una cosa: cien años atrás, parecía imposible que el avión fuera un medio de trasporte normal... Hoy es algo cotidiano y económicam­ente viable para mucha gente. Es difícil hablar de tiempos, pero tarde temprano será posible volar de aquí a Rusia en viajes interespac­iales que no durarán mucho más de dos horas. -No quiero despedirme sin despejar esta duda: sobre todo en los años de su niñez, una respuesta típica al clásico “¿Qué querés ser cuando seas grande”?, era: “Astronauta”. ¿Cuál fue su caso? -¡Ése era mi sueño! Es cierto, en aquellos días, todos los niños queríamos ser astronauta­s. Haberlo conseguido... eso también se lo agradezco al Señor. Cada día...

Y ya a punto de despedirse, ahora es Mcbride el que pregunta: -Hablando de cine, me encantó Space

Cowboys? ¡Otra de mis favoritas ! -La de Clint Eastwood. Jamás lo hubiera dicho; si mal no recuerdo es bastante burlona, ¿satírica, no? -Sí, pero hay que saber reírse de uno mismo. Además, está ese final...

-¿Cómo era?

-Justo en los títulos de crédito suena esa versión de Sinatra cantando Fly Me To The Moon (Llevame volando a la Luna), mi tema favorito. Búsquela en Youtube, es fantástica.w

Hace cien años parecía irreal que el hombre volara en avión; seguro que algún día lo hará en naves espaciales”.

Tras la tragedia del Challenger, Reagan me comisionó en Washington. Había que hacer lobby a favor de la NASA”.

 ?? JUAN MANUEL FOGLIA ?? Explorando Puerto Madero. A sus 74 años, Mcbride aclara que “una vez que has estado ‘allá arriba’, sos astronauta para toda la vida”.
JUAN MANUEL FOGLIA Explorando Puerto Madero. A sus 74 años, Mcbride aclara que “una vez que has estado ‘allá arriba’, sos astronauta para toda la vida”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina