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El museo más secreto de París y su vínculo con la Argentina

Lo fundó un banquero en honor a su hijo, que murió en la Primera Guerra. La historia llega a los Cahen D'anvers.

- María Laura Avignolo mavignolo@clarin.com

El museo Nissim de Camondo es un pequeño y lujoso palacio construido imitando Le Petit Trianon de Maria Antonieta en Versalles, como un monumento a la estética del siglo XVIII pero en el siglo XIX, en París. Una joya ideada por el conde Moïse de Camondo, un banquero judío nacido en Estambul y con un título de conde otorgado por la familia real italiana por sus servicios prestados en la secesión. Sobrevivió al nazismo intacto y lo donó al estado francés en honor a su hijo Nissim, un ex soldado de caballería y aviador, que murió en la Primera Guerra Mundial peleando por Francia. Hoy es uno de los museos parisinos más secretos y más espectacul­ares .

¿Pero cuál es la historia que une esta tragedia familiar de la familia banquera de los condes de Camondo, sus hijos, su esposa Iréne , su espectacul­ar divorcio, Renoir, un conde italiaagua­nta no, el nazismo y los Cahen D'anvers con Argentina? Sus descendien­tes, abandonaro­n el judaísmo, se convirtier­on al catolicism­o y, gracias a ello, algunos se salvaron del exterminio nazi. A cien años de la muerte de Nissim y cuando se celebra una exposición de su vida, muchos de ellos viven en Buenos Aires y recuerdan esta triste epopeya.

El 63 Rue de Monceau, en París, encierra los misterios. Ambiciones, amor por el arte, complejos, status social, desprecios, alegrías y tristezas de Möise de Camondo, segundo conde de la familia, 54 años. Un banquero tan rico como los Rothschild, y los Cahen D'anvers que, a pesar de sus títulos y fortuna, no era totalmente aceptado por la nobleza francesa del Segundo Imperio. Probableme­nte por sus orígenes turcos.

A pesar de los doce años que separaban al marido y la mujer, Luis Cahen D'anvers y el duque de Camondo deciden ampliar sus fortunas con un casamiento de convenienc­ia. La elegida es Iréne Cahen D'anvers, una bellísima parisina con bucles rojizos, cuya familia había pedido al impresioni­sta Renoir que retratara. Así nació la obra Mademoisel­le Iréne Cahen D'anvers. Un retrato que no le gusta a su familia y que va a jugar un rol fundamenta­l en esta historia.

Las dos familias son amigas. Iréne un marido mayor, interesado en sus negocios y el arte, con el que se aburre mortalment­e. Ella había nacido en 1872. Mundana, bien educada, amaba los caballos. A pesar de todo, queda embarazada. Un año después de su casamiento, el 23 de agosto de 1892, nace Nissim. “Portador de un patronímic­o de sonoridad italiana con un nombre hebreo”, como lo describe Philippe Landau, del Consistori­o Central de Israelitas en Francia. Jamás él contará a sus amigos los orígenes turcos de su familia. El Imperio Otomano, el sultán, es un pasado innombrabl­e para ser aceptado en la nobleza de París.

Luego nace la hermana, Beatrice, que va a amar la caza y los caballos, como su mamá. Pero Iréne se harta de su marido. Se enamora del guardián de los caballos, el conde italiano Charles Sampieri, huye del palacio, abandona todo, se casa con el conde y se convierte al catolicism­o. Un gesto que va a salvarla cuando los nazis ocuparon París.

Escándalo familiar y mundano. Solo han pasado cinco años de matrimonio cuando ella se fuga con el conde Sampieri. Möise de Camondo decide otorgarle el divorcio a cambio de mantener la guarda de sus hijos. Iréne acepta. Su famoso retrato de Renoir es entregado a su madre, que sigue tratando a Möise como su yerno y cuida a sus nietos. “Ustedes saben quienes son y siempre serán mis queridos hijos”, les dijo Iréne a Nissim y Beatrice a la hora del adiós.

“Iréne tenía cinco hermanos. Ella se casa con Camondo, o la casan con el amigo de su padre. En esa época no elegías con quien te casabas” contó Josefina, argentina y la actual condesa de Cahen D'anvers mientras recorríamo­s el museo.

Josefina cuenta que Iréne se casa con Camondo “sin estar para nada enamorada. Al final, después de dos hijos, se enamora de un italiano. Se convierte al catolicism­o y lo planta a Camondo”, describe la condesa Josefina, que estaba casada con Gilbert Cahen D'anvers, sobrino de Iréne, visitante asiduo del palacio de los Camondo y que no es otro que el padre de la periodista argentina Mónica Cahen D'anvers y de su hermano Johnny.

Para reparar tanta humillació­n, el conde Möise decide comprar el hotel Violet, destruirlo y construir un Petit Trianon del siglo XVIII en pleno siglo XIX. Con obsesión se transformó en el más refinado coleccioni­sta de muebles, tapices, porcelanas, alfombras, esculturas y obras de arte del siglo XVIII. En ese petit hotel viven él y sus dos hijos junto a niñeras, gobernanta­s, chefs , domésticas, chóferes, que se ocupan del día a día. Era 1902.

Iréne había sido desheredad­a por la familia. Mientras el conde colec-

cionaba tapices, muebles de María Antonieta, sillones, cristales y porcelanas, Iréne Cahen D'anvers tenía otra identidad y otra religión: Iréne la condesa Sampieri, una italiana en París, que tuvo una sola hija: Putsy. Una belleza de rulos, que endulzó a sus abuelos Cahen D'anvers, que perdonaron a su hija por amor a su nieta y la recibían en su castillo.

“Gracias a Putsy esa nieta, que era la prima de mi marido y la tía de Mónica, se reconcilia­n con la hija que habían renegado”, cuenta Josefina.

Trilingüe, futuro banquero, con una mirada oriental, Nissim de Camondo es convocado a combatir en la Caballería en la Primera Guerra Mundial. Tiene que abandonar a sus amigos nobles, sus fiestas y los placeres por el horror de las trincheras. Casi diariament­e escribe a su padre, a su hermana Beatrice y a su madre, cuyas cartas han desapareci­do. En el Museo de Camondo están su correspond­encia, sus fotos, sus insignias militares, donde relata la destrucció­n. Pide ropa caliente y chocolate y da noticias de sus amigos muertos.

El conde Möise de Camondo lo busca. Es su hijo amado, su heredero. Hasta que se entera de que ha muerto y está enterrado con honores en el cementerio alemán. No puede repatriarl­o desde tierra enemiga. Lo hace en plena noche, ilegalment­e. El cuerpo de Nissim descansa en el mausoleo familiar de Montmartre:, no es un lugar a visitar por los turistas.

Inconsolab­le Möise de Camondo cambia todos sus planes. Abandona sus negocios. Reúne todas las fotografía­s de su hijo y dona al Estado francés el Museo Nissim de Camondo, con sus millonaria­s coleccione­s del siglo XVIII, con precisas instruccio­nes para que nada sea cambiado de lugar. Así nace uno de los museos mas preciosos y menos frecuentad­os de París, que se salva de la destrucció­n de los nazis.

Durante la Segunda Guerra Mundial, las obras fueron protegidas en castillos del oeste de Francia. Fue reabierto en 1946 , intacto.

El museo Nissim de Camondo también honra a una familia, que tuvo suertes diferentes con el nazismo.

En el verano de 1946 se organiza la exposición Obras Maestras de la coleccione­s francesas encontrada­s en Alemania. Iréne descubre que el cuadro número 41 es el suyo. Es su Renoir. Lo recupera y lo revende. Lo compra un industrial suizo vinculado a los nazis: Emil Bührle. Hoy Mademoisel­le Iréne Cahen D'anvers se encuentra en la Fundación Bührle de Zurich.

La familia de Iréne se fue convirtien­do al catolicism­o. En la Argentina el conde Gilbert Cahen D'anvers se casa dos veces con mujeres católicas. Hay descendien­tes de Iréne aun vivos, que tienen más de 90 años.

Josefina, la condesa Cahen D'anvers, fue con el conde Gilbert, su marido, a ver a Putsy, la hija de Iréne, para grabar esta única historia familiar. Era la prima de Gilbert. “Ay Putsy, contame por favor” suplicó la condesa. Hija de su rebelde madre, Putsy respondió directamen­te: "No hay nada más aburrido que las historias de familia”. Y no le contó nada. Si le interesó la historia, no deje de visitar el Museo Nissim de Camondo en su próxima visita a París. w

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Un soldado. Nissim de Camondo, con traje militar.
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NÖEL SMART Un pequeño palacio. El museo Nissim de Camondo, una de las joyas de París.
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Una obra de Renoir. El retrato de Iréne Cahen D’anvers.

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