Un regreso cargado de efectos especiales
El debut de la octava temporada tuvo escenas más violentas que en las etapas anteriores. Pura acción.
Mañana a las 22.30, por Fox Premium, se verá el segundo capítulo de la octava temporada de The Walking Dead, la serie creada y producida por Frank Darabont a partir del cómic homónimo de Robert Kirkman, ambientada en un mundo post apocalíptico plagado de zombies. Para aquellos fanáticos que se hayan perdido el estreno del domingo pasado con la emisión del episodio número 100, aquí va un breve repaso del rumbo que tendrá esta nueva temporada de 16 episodios (se emitirán en dos etapas, la que ya está en marcha y la segunda, que comenzará en febrero de 2018).
Ante todo, como para entrar en clima, vale la pena hacer un rápido sobrevuelo del final de la séptima temporada, donde el líder de la resistencia, el oficial Rick (Andrew Lincoln) y sus supervivientes aliados, los residentes de Alexandria, The Hilltop y The Kingdom, tuvieron que enfrentar un gran desafío a raíz de la llegada del malvado Negan (Jeffrey Dean Morgan), un mercenario que junto a su banda, “Los Salvadores”, logró quebrar por completo al grupo de Rick, con el brutal asesinato de los personajes Glenn y Abraham y su bate de beisbol llamado “Lucille”.
Así, la octava temporada arrancó entonces en pleno estado de guerra entre estos dos bandos. Los zombies son casi personajes secundarios, a pesar de que la saga los lleva como protagonistas desde el nombre mismo. “Las cosas se vuelven mucho más violentas y alocadas en esta octava temporada. Nos movemos más rápido e intercalamos muchas más historias por capítulo. Los trucos de cámara, las explosiones y los efectos especiales se han elevado a un nivel notoriamente superior. Es genial ver cómo Rick vuelve a caer en sí, luego de haber sido destruido emocional- mente”, explica el mismo Andrew Lincoln. Su personaje quedó lejos del héroe de las primeras temporadas y aquí muestra un temperamento y un liderazgo que por momentos genera dudas incluso entre sus propios aliados.
Negan es el alimento de su furia. El líder de la banda de asesinos, paradójicamente denominada Los salvadores, que vive de cobrar por su protección -o por no matarlos-, se entrevera con Rick y sus aliados en una lluvia de balas, mientras una multitud de zombies avanza sobre el territorio del enfrentamiento. “Mi misericordia es más grande qu-e mi ira”, es la frase final que resuena en la cabeza de Rick frente a la situación de guerra total. Una misión complicada.