Clarín - Clarin - Spot

El Museo del Cine celebra el pasado y apuesta al futuro

Hay cámaras antiguas, afiches y hasta algún chisme. Habrá ciclos de cine clásico y estrenos argentinos.

- Ezequiel Viéitez evieitez@clarin.com

La primera cámara que proyectó cine en el país en 1896, imágenes grabadas a inicios del siglo XX con una Buenos Aires que ya no existe y hasta una carta de 1950 en que un productor resuelve una disputa de cartel entre dos estrellas muy populares. Eso y más se puede ver en el renovado Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken.

“Buscamos transmitir momentos de la historia del cine nacional, con un nuevo componente narrativo”, le dice a Clarín Sebastián Yablon, uno de los curadores. Ahora, no sólo vitrinas y leyendas en las paredes: hay también fuerte presencia de proyeccion­es. A lo largo del recorrido -600 metros cuadrados en dos plantasapa­recen unas quince tablets, cada una con sus auriculare­s, en las que se pueden ver y escuchar fragmentos de películas con Luis Sandrini, Tita Merello, Olga Zubarry o Floren Delbene, uno de los primeros galanes del cine nacional, que participó en 60 filmes entre 1926 y 1969.

Sobre las paredes, se proyectan re- tazos de películas históricas como El pañuelo de Clarita, producción muda de 1917, o el noticiero semanal de Film Revista Valle, que también se emitía antes de la llegada del sonido al cine. Las imágenes que se ven, en alta calidad y tamaño, sorprenden: gente circulando por la Plaza de Mayo a inicios del siglo pasado o escenas de títulos como Rosaura a las diez (1958).

Aparecen reliquias, una de ellas, de valor incalculab­le: una cámara filmadora, proyectora y copiadora de 35 milímetros, modelo Lumière, de 1896. Fue usada en la proyección inaugural de cine en el país, el 18 de julio del mismo año en que el dispositiv­o se fabricó. “Sobrevivie­ron menos de diez en el mundo”, aseguran en el museo.

Había cerrado por refaccione­s en diciembre del año pasado. Después de onces meses, reabre en el tramo final de los trabajos que requiriero­n una inversión de cuatro millones de pesos para la obra civil y dos millones para la producción de nuevos contenidos. En pleno barrio de La Boca, en la misma manzana que la Usina del Arte, por ahora el Museo del Cine estará abierto sábados y domingos. Desde diciembre, de martes a domingos.

“Creemos que el circuito, que es histórico, se volvió más ameno: se buscó que la gente no sólo se vaya sabiendo de cine argentino, sino también con ganas de ver películas”, dice en la recorrida con Clarín Valeria Keller, gerente operativa de Museos de la Ciudad de Buenos Aires. La renovación la encaró esa dependenci­a del Ministerio de Cultura porteño, a través de la Dirección General de Patrimonio y Museos que conduce Guillermo Alonso.

Una de las novedades es la flamante sala de exhibición, con lugar para unas cincuenta personas, que se convertirá en sala del INCAA con la proyección de estrenos. También, claro, habrá ciclos de cine con clásicos nacionales. Yablon celebra que ahora se transformó en un cine con “tres pasos” de proyección. Mientras que antes solamente se podían ver películas en DVD, sumó dos proyectore­s de 35 milímetros, un proyector de 16 milímetros y otro digital. En Buenos Aires, sólo dos salas cuentan con esa tecnología: la emblemátic­a Lugones en el Teatro San Martín- y la que funciona en el museo Malba.

En las salas aparecen prodigios de

tiempos en que el hombre se rompía la cabeza buscando formas de reproducir imágenes en movimiento. Por ejemplo, la “linterna mágica”, que proyectaba imágenes fijas en placas de vidrio y ganó gran popularida­d en la primera mitad del siglo XIX. También, cámaras modernas.

A medida que se avanza, pasan las épocas. Se ve una reproducci­ón del primer programa de una película en la historia del cine nacional. Se trata, además, del primer largometra­je argentino: Amalia, la versión en pantalla de la novela fundaciona­l de la literatura argentina de José Mármol. Esa película, de Enrique García Velloso, se estrenó en el Teatro Colón en una función de gala de 1914.

A pocos metros, la transición al cine sonoro: un cuadro de vidrio protege un gran disco fonográfic­o Vitaphone. Fue un salto tecnológic­o. Con el disco, llegaban la música y las voces a la película y quedaban atrás los pianos en las salas de exhibición. Cada Vitaphone tenía una vida útil de veinte audiciones.

Enseguida, un enorme afiche del primer largometra­je nacional totalmente hablado con sonido óptico (el audio ya estaba incorporad­o a la cinta). Se trata de la película musical

¡Tango!, producida por Argentina Sono Film en 1933, con las actuacione­s de Juan D’arienzo, Pepe Arias, Libertad Lamarque y Tita Merello.

Un momento risueño: se exhibe la carta firmada por un abogado de Artistas Argentinos Asociados -emblemátic­a productora de la época- que el 24 de mayo de 1950 informa que Angel Magaña debe aceptar aparecer en los títulos de una película después de Mirtha Legrand porque así estaba establecid­o por contrato. La misiva finaliza señalando que, sin embargo, “de mediar conformida­d escrita de la actriz, podrá compartirs­e el cartel con el nombre de una primera figura masculina”.

En el marco de un recorrido vasto, también se evoca la renovación del cine argentino, con homenajes, en texto y en proyeccion­es, a Leonardo Favio y Leopoldo Torre Nilsson. Se ven enormes afiches del “Tercer Cine”, aquel que desde la dictadura de Juan Carlos Onganía (1966-1970) llevó la causa revolucion­aria a las pantallas. De La hora de los hornos (1968), de Pino Solanas y Octavio Getino, a la antiperoni­sta Los traidores (1973), de Raymundo Gleyzer, que denuncia la burocratiz­ación del sindicalis­mo.

Hay espacio, también, para el cine de los ‘80, con la llegada de la democracia y el Oscar para La historia oficial; un living con televisor y videocasse­tera en el que mostrarán programas y películas, y se celebra el nacimiento del Nuevo Cine Argentino, en 1997, con Pizza, birra, faso y otros títulos que retrataron una época de exclusión en democracia.

Vale la pena, por otra parte, repasar la muestra del primer piso: se ven fotos de películas y bocetos de Gori Muñoz, escenógraf­o nacido en Valencia que se radicó en Argentina en 1939 tras el fin de la República española. “Fue el que inventó la dirección de arte en las películas”, señalan en el museo. En la Época de Oro, supo transforma­r las escenograf­ías en parte del hilo narrativo, según el clima que requería cada relato.

Una carta informa que Ángel Magaña estará en los títulos después de Mirtha Legrand.

 ?? RUBÉN DIGILIO ?? Cuéntame cómo pasó. La historia del cine argentino se despliega en el nuevo espacio del Museo. Su actualidad, también.
RUBÉN DIGILIO Cuéntame cómo pasó. La historia del cine argentino se despliega en el nuevo espacio del Museo. Su actualidad, también.
 ?? RUBÉN DIGILIO ?? Historia. Se recorre la producción nacional de forma gráfica y audiovisua­l.
RUBÉN DIGILIO Historia. Se recorre la producción nacional de forma gráfica y audiovisua­l.
 ?? RUBÉN DIGILIO ?? Un bocadito. Hay fragmentos de algunas películas clásicas para degustar.
RUBÉN DIGILIO Un bocadito. Hay fragmentos de algunas películas clásicas para degustar.
 ?? RUBÉN DIGILIO ?? Acción. Las cámaras que se usaron en distintas épocas.
RUBÉN DIGILIO Acción. Las cámaras que se usaron en distintas épocas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina