El regreso del Maestro Ricoletti
El actor interpreta a un "hombre teatro", que se valora tanto a sí mismo que se vuelve un espectáculo.
Hace más de diez años apareció en el programa Day Tripper (Rock & Pop) Raúl Ricoletti, un "maestro de actuación" creado por Damián Dreizik que acumulaba clichés y miserias del mundillo teatral. Ricoletti tenía una biografía difusa que cambiaba en cada aparición. Había estado, por ejemplo, exiliado en Trinidad y Tobago del '73 al '76; hablaba todo el tiempo “de los años difíciles del país”; estuvo en clásicos del cine improbables como ¡La tierra es mía, carajo! que, al igual que La hora de los hornos, se habría proyectado en talleres, sindicatos y barriadas. Contaba que trabajó con todos los grandes “Pepín Soriano, Lito Cruz, Arturo Bonín, Manuel Callau”.
Aunque Ricoletti citaba sin parar a Brecht, no descartó en su trayecto- ria la revista ni el café concert, donde, aseguró, mostró "más de una vez los glúteos" . Su pasión eran las clases de teatro donde formaba incesantemente nuevas camadas de “cachorrotos”, como llamaba a sus alumnos, entre los que se encontraban, decía, desde Nico Vázquez hasta el jugador colombiano Faustino Asprilla. Y el Maestro, además, era comprometido con su gremio y reclamaba enérgicamente por la falta de chips en los caterings. Al dejar Day Tripper, Dreizik decidió que su personaje había evolucionado tanto que, como todo maestro, era el momento de exhibir su “método” de trabajo. No en un libro, sí en un espectáculo unipersonal titulado: Sistema Garage. Ahora Dreizik presenta, dirigido por Alfredo Allende, el segundo unipersonal del “maestro”: Automenaje (sin H)
Allí, Ricoletti habla de su exilio, esta vez, en Sudáfrica. “Es el recorrido de un hombre comprometido con su época”, continúa Dreizik que define a su personaje como “un exponente de la generación de los se- tenta, pero mientras a todos los demás les fue muy bien, a él digamos que no tanto. Este personaje también representa la necesidad del reconocimiento que todos tenemos. Tiene un laburo del ego desmedido, autorreferencial que todos en algún lugar guardamos”.
Dreizik probó hace varios años por primera vez a este personaje en un ciclo de humor en el Paseo La Plaza. “Desde ese momento siento que los tics del teatro se expandieron tanto que salieron del ghetto y se hicieron masivos. Ya se conoce el argot teatral. Pero siempre me llamó la atención, en mis años de estudiante, el lugar del profesor de teatro y de los talleres. Era casi religioso. Acopié tanto lo que veía en esas figuras intocables que pasaron a divertirme y se acumularon en Ricoletti.”w