En tiempos de selfies, el blanco y negro vuelve a enamorar
En la enorme feria de fotografía se imponen las imágenes artísticas. Avidez por Grete Stern y Horacio Coppola.
Un baile de imágenes extraordinario en la espectacularidad del Gran Palais. El imponente marco fue el elegido para presentar la XXI edición de París Photo, un homenaje a la fotografía con un fuerte regreso al vintage y al valor del blanco y negro. Cuando las selfies y el periodismo ciudadano invaden la vida, 190 galerías y editores de arte de más de 30 país reconcilian la mirada la fotografía desde el siglo XIX hasta ahora.
Finaliza hoy. Solamente cuatro días para admirar la delicadeza del objetivo de Man Ray, a Walker Evans, Susan Meiselas y Noémie Goudal, la naturaleza de Yojiro Imasaka y el ojo de Payram, espectral, en Latakia, Siria en plena guerra. También las obras de Grete Stern y su marido Horacio Coppola, algunos de los argentinos de la muestra junto a Marcelo Brodsky y su visión global de Mayo del 68 francés. O el increíble retrato de Barack Obama por Katy Grannan o el del Che Guevara por Elliot Erwitt.
Esta vez se sumó a los curadores un seleccionador con un ojo de gran fotógrafo. Un exquisito editor gráfico. El diseñador alemán Karl Lagerfeld. Con una tarjeta blanca firmada con su nombre, el diseñador elige su emoción estética ante cada foto. Las que le gustan están recomendadas por esa tarjeta. No se equivoca. Muchos volvieron a la exposición a re- petir el tour que propone Lagerfeld con su selección. Así marcó dos obras de Grete Stern en el stand de Jorge Mara, de la galería Mara La Ruche.
Agobiados por las selfies, los fotógrafos se liberan, se transforman en arte, en instalaciones, en superposiciones y en esculturas.
Otras galerías se inclinan sobre la imagen como experiencia del espacio. ”Hay tal bombardeo hoy que nos interesan los artistas que utilizan la imagen como una materia plástica. Estamos interesados en la escultura, en las obras que comprometen al visitante” explican en la galería Escougnou Cetraro.
Un perfume “vintage” se impone en Paris Photo. Fotos en blanco y negro de fotógrafos iraníes, indios, alemanes, van reemplazando esas fotos de colores vivos y dimensiones gigantes que solían dominar la exposición.
La tendencia vale para Gregory Crewdson, que expone ahora minipanorámicas en blanco y negro, delicados paisajes nocturnos. Eso no significa que los precios se reduzcan. Un retrato de Patti Smith por Robert Mapplethorpe, de 1979, se vende a medio millón de dólares.
Un galerista explica este cambio: ”Las fotos se han reducido en sus dimensiones porque los coleccionistas compran pero no tienen más lugar en sus paredes. Todos se achican”.
La fotógrafa norteamericana Susan Meiselas deleita con su serie en blanco y negro “Carnaval Strippers”. Sus obras son de las más impactantes y tiernas de Paris Photo. Antes de ser corresponsal de guerra en América central, Meiselas recorrió pequeñas ciudades norteamericanas para descubrir y contar en blanco y negro la vida de estas chicas del striptease pueblerino, que asumen su cuerpo, su trabajo y su libertad. En pleno escándalo Weinstein las fotos de Meiselas son contemporáneas: el mundo cuestiona la mirada masculina, el acoso y los cánones de belleza.
Jorge Mara expone sus fotos en blanco y negro de Grete Stern y Horacio Coppola, su marido argentino. Hay avidez por ellas. “Vendí 16 fotos antes de abrir la muestra” admite. La compradora del Museo Reina Sofia de España llega al stand y se decepciona. Lo que ella venía a comprar se había evaporado a dos horas de abierto Paris Photo. ”Tenemos mucho Coppola y poco Stern. El año que viene deberé llegar dos días antes de Paris Photo”, admitió. Ella busca fotos diferentes, con collage y experimentación, de Stern y Coppola.
Fotógrafos, periodistas, amateurs, editores, coleccionistas y público se reúnen hasta hoy en este Paris Photo excepcional . “El mejor de todos” reconocen con unanimidad.
”Paris, más que Nueva York, se ha convertido en el lugar central para este mercado”, dice Elodie Morel, a cargo de Christie's. Compite con Sotheby's para encontrar negativos históricos. En esa batalla ha surgido un daguerrotipo muy raro de la catedral de Notre Dame de Vincent Chevalier, que data de 1840 y es la fotografía más vieja que se conoce. Se vende al menos en 150.000 dólares.
“Paris es una foto” esta semana, en la que se admira, se compra o se vende al precio de una verdadera obra de arte.