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“No me gusta más ser canchero”

A los 47 años, ganó el Martín Fierro como mejor conductor radial. Los sábados compite con la mesa de Mirtha Legrand (“PH”, Telefe) y dice que no copia ese formato. La madurez y “el cambio de chip”.

- Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

¿Qué queda de ese capaz de preguntar a Fidel Castro cuándo armaría otra revolución?¿cuánto de aquel que le gritó a Alfredo Yabrán “le van a dar 99 años”, o del que perseguía a Carlos Corach hasta el mingitorio y llamaba a la Casa Blanca de Washington para preguntar si en el Pentágo- no usaban papel higiénico con la cara de Bin Laden? ¿Cómo se reinventó, lentamente, el notero mimado de Carlos Ruckauf? ¿De qué manera se autorregul­a para pasar del “modo” Da para darse radial (Perros de la calle, Metro) al televisivo PH (Telefe), plagado de encuentros paralizant­es, como con el hermano de Santiago Maldonado?

El blanco de cada hebra, no llegó solo. Cada cana podría contabiliz­ar una prueba de fuego. En 47 años, hasta fue correspons­al de guerra en Israel. Andy Kusnetzoff ya no es el mismo al que en 1995 un colega tildaba de “salvaje, impertinen­te, campeón de la burla y quebrantad­or de protocolos”. El Martín Fierro a mejor conductor radial encuentra soporte. Lo que en otra época hubiera sido euforia, ahora es pelota al piso y cautela. “Tuve que desarmar una estructura de macho de CQC”, regala enseguida.

-¿Ya no sos tan canchero?

-Es un buen título decir: “Ya no soy tan canchero”. No me gusta más ser canchero. El canchero me parece un boludo hoy. Si lo necesito, lo tengo adentro, porque ese personaje era yo, no me lo dieron en el manual de CQC.DE hecho, después quedó ese personaje en el formato mundial y yo no cobré un peso por eso. (Se ríe).

-¿Y cómo es éste que dice haber desarmado “la estructura de macho”?

-Cambié mucho. La primera vez que hice radio fue en Mitre, en 2001. CQC me representa­ba, yo me apoyaba en el otro para gastarlo, pero descubrí mucho tiempo después que eso no era lo mejor que tenía. La radio me enseñó que había que abrirse y estar conectado con la sensibilid­ad. Ponerme en el lugar del otro. Ver qué le pasa al otro. En CQC la estructura era quién la tenía más grande. Fue un aprendizaj­e de años. Cuando estaba ahí me ponía el chip de Mario (Pergolini) de “Arjona es un grasa. No laburo con minas”. No juzgo. Pero yo tenía que descubrir quién era yo.

-Ahora que trajiste a Pergolini a la charla. ¿Qué tipo de relación tienen?

-Quise invitarlo a PH y no vino y me decepcionó. Estoy en un buen momento con él. Por eso le dije: “Boludo, te veo en lo de (Luis) Majul y no aceptás la invitación a mi programa. Me parece importante que vengas”. No comparto que él no quiera compartir con otras personas. Voy a seguir insistiend­o. Es parte de mi historia. Fue un referente. Lo sigue siendo, aunque el Mario de hoy hizo un camino extraño. Está bien, porque en la radio no te puede ir bien si no sos vos. La nuestra es una radio de autor.

-¿Te preocupa que los números de rating de Metro hayan bajado tanto?

-Siempre me preocupa la audiencia. También pienso que a la medición de la radio vía Ibope le creo, pero: ¡Hoy la mayoría de los pibes está escuchando en su celular!

-¿ Sentís que hay una audiencia que no está tomada en cuenta?

-Sí. Como me dijo Quique Prosen: la forma de ver si un programa funciona es si se escucha en la calle, si factura y también si mide. Yo salgo a buscar oyentes todos los días. Trato de subir la calidad. Transmitim­os desde la Torre Eiffel y desde Ciudad oculta. Me preocupa que los pibes no estén escuchando radio , pero también que no estén viendo tele abierta.

-¿Y qué estrategia usan para atraer a ese adolescent­e que no escucha?

-Atacamos todos los puntos. ¡Pero no me puedo convertir en un Youtuber de 18! Todas las cosas que hacemos las pasamos por un tamiz: ¿Un pendejo entiende esto o estamos hablándole solo a gente de nuestra edad? Fuimos probando, trajimos gente más joven. E incorporam­os más mujeres. Las productora­s, históricam­ente, siempre fueron mujeres.

-Algunos los acusan de machistas...

-Jamás. Somos cuatro hombres fijos en la mesa, pero machistas no. De hecho me cargan porque tengo el cerebro femenino. Y cambiamos un montón de cosas. Son 15 años al aire de aggionarno­s y evoluciona­r.

-Una periodista de Página 12 esgrimió una teoría sobre la sección ‘da para darse’: “Tribu de hombres promedio que no puede identifica­r cuando las mujeres decimos no”.

-No estoy de acuerdo. Llaman tanto hombres como mujeres. Además, en ese sentido nos fuimos aggiornand­o. Con cosas chicas, como sociedad vamos mejorando. Soy parte y lo entendí. Corrijamos y aprendamos.

-¿Y cuando se te criticó por aquel caso de violación por parte de un oyente que narró el tema al aire?

-Me dio mucha bronca cuando se viraliza sólo una parte y se levanta la bandera de la corrección de algo que no fue tal como lo viralizaro­n. Llamó un señor con otro motivo y al aire contó que no se hablaba con el hijo porque había abusado a la nieta. Para mí estuve excelente cómo manejé esa situación. Dije: “No podemos seguir hablando en estos términos”. Y corté. Es injusto el sistema de las redes. Se saca todo fuera de contexto y te exponen a eso todo el tiempo.

-¿La clave inicial de tu programa de TV era el cruce de personajes de uno y otro lado de la grieta, con un rol de quien no se planta en ninguno de ambos lados?

-Vengo piloteando la grieta a mi manera. Todos los días, de un lado u otro, te dicen cosas. Siempre apelé a mi sentido común, no tengo un fanatismo. En política me voy a apoyando en mis valores. No me tengo que inmolar por un nombre. Nadie me representa de esa manera. Me demanda mucha energía tener que neutraliza­r a Gerardo Romano o manejar la ironía de Guillermo Moreno. Lo que queremos es ver qué pasa como grupo cuando sumamos individual­idades. Estoy luchando por Víctor Hugo sentado al lado de Marcos Peña.

-¿Qué respondés a la crítica de Nacho Viale, de hacer un programa similar al de Mirtha?

-Voy contar exactament­e cómo fue el armado, para que no queden dudas. A Nacho ni lo conozco personalme­nte. PH iba a ser un formato de cuatro programas nada más. No se podía hacer una gran escenograf­ía. Había unos sillones y yo dije que me quedaba dormido si entrevista­ba desde sillones. “Dame esa mesa que esta ahí y se parece más a la radio”, dije. Y quedó. Y bueno, mismo horario, pero lo nuestro es autoservic­e y una comida solidaria. Admiro a Mirtha y nunca hablé mal de ella, pero no es mi referente. Yo quería que el programa se pareciera a Sábado bus.

-¿Qué pensás de la polémica durante la entrega del Martín Fierro radial (Leuco contra el discurso de Sietecase -leído por una locutora- y trabajador­es de AM 750, contra Leuco).

-Me parece que la agresión no está buena. Hablando sobre los detalles, si se dijo o no la palabra judío, si se escuchó o no, da para debatir pero no es el eje. Me interesa el trabajador ahora. Que Sergio Szpolski no salga impune, sí, pero también hablemos del ahora. Pablo Zuca, mi operador, y Javier Bravo, operador de Basta de todo, no eligieron que los compre Szpolski ni equis. Vi a Zuca todos los días de su vida ir a radio América. ¡El chabón de repente no cobró más, le deben dos años, no pagaron indemnizac­ión! Borraron su historia. Se me ocurrió algo y no pude decirlo en los Martín Fierro.

-¿Qué?

-Hay que armar una red, estar más unidos que nunca. Llamar y preguntarl­e al otro, aunque sea tu competidor: ¿Necesitás salir al aire en mi radio, para denunciar que no pagan sueldos? Todavía no sé cómo, voy a armar un grupo de Whatsapp para mantenerno­s en alerta. La radiofonía necesita que nos cuidemos y no nos agredamos. Sino, un día desaparece­mos como medio.w

Me preocupa que los pibes no estén escuchando radio. Pero no puedo convertirm­e en un youtuber de 18”.

La radiofonía necesita que nos cuidemos y no nos agredamos (como colegas). Sino, un día desaparece­mos como medio”.

Yo tuve que desarmar una estructura de macho de ‘CQC’. Me apoyaba en el otro para gastarlo”.

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MARCELO CARROLL. Otro Andy. Sensibiliz­ado por la paternidad, planea armar “una red” para contener a trabajador­es de la radiofonía. Y confiesa que sale a buscar nuevos oyentes cada día.
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